A todos nos llega un día de partida y este 5 de de septiembre a las nueve y media de la mañana se fue apagando la existencia de mi gran amigo.Él me miraba fijamente en sus últimas instancias, mientras yo con besos lo quería retener, pero se fue llendo aunque él quería estar conmigo muchos años más. Ninguno de los dos pudimos hacer nada ante la realidad. Nos despedimos con lágrimas, como dos buenos amigos que se han amado mucho y que ya nunca se volverán a ver en lo tangible, pero que en el socavón del recuerdo durará por una eternidad. Se marchó como lo hacen los seres buenos, sin reproches, ni alaridos, más bien con la alegría del deber cumplido y el de haber sido fiel, cómo sólo ellos lo saben hacer.
Recuerdo cuando mi hijo Carlos Alberto un día hace trece años, lo trajo a nuestro hogar, era un bello cachorro de dos meses de nacido, de inmediato hubo empatía, me seguía por toda la casa y desde ese mismo instante nuestro amor se hizo profundo, nos amábamos como el mar con la playa a dónde van sus olas a juguetear. Hoy me siento intensamente triste. Ya no escucho sus ladridos de protección, tampoco se oye sus pisadas por el corredor al presentir mi llegada, es un silencio melancólico el que me abriga y que con llanto no mitigo.
Siempre he creído que sí la humanidad se comportara con el amor y la lealtad de éstos seres, la vida sería mucho más grata, se romperían las barreras del odio y sólo habría alegría y paz. Un perro es símbolo de gratitud, de fraternidad, de lealtad y amor, que es lo que al hombre le falta y que es el dolor de Dios, entonces, ¿cuales son en verdad los animales?.
La casa ha quedado muy sola. Todo amanecer es nebuloso auque el sol esté brillando en el firmamento y con sus rayos de vida ilumine el contorno. Se está solo, apesar de que se encuentre muchas personas alrededor, el trinar de aves en el árbol del vecino, hoy, no tienen el mismo sonido que alegraba mis oídos y mis muchos años se han puesto pesados.
Yo despido a Pacho, mi perro, con un hasta luego y con un beso tan grande como el infinito y le digo que no se preocupe, que siempre lo amaré y que lo guardaré en mi corazón, dónde quedará para siempre y allí lo defenderé del olvido.