MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA FALTA DE FAMILIA


AMIGOS SECRETOS DE LA INFANCIA DE MI NIETO.

Desde el Homo Sapiens, que era una especie de primate de la familia de los Homínidos, la fortaleza de los grupos se debe a la unión de personas emparentadas entre sí, que hacen de ese núcleo, una fortificación contra el bien y el mal. El dolor es de todos y las alegrías las reparten equitativamente. “conjunto de personas que tienen alguna condición, opinión o tendencia común”, como lo manifiesta el diccionario, es la manera sublime en que un conglomerado se enfrenta contra las adversidades y sale avante. Sin esa férrea coalición, el destino tiende al fracaso y el caos.
Nuestra cultura en el pasado, hacía gala de ese fortín hogareño, con una cabeza pensante y de abolengo, que derramaba ejemplos de honestidad y respeto sobre la descendencia, antes de conocer la riqueza u otras minucias de la ambición humana. La urbanidad, era entronizada en las mentes de cada vástago naciente a la par del seno materno, para que la huella fuera imborrable en el transcurrir del tiempo; como des fortuna de la no convivencia en paz, fueron apareciendo factores negativos que dieron al traste con la armonía de la estirpe: el feminismo incorrecto y mal entendido, introdujo rebeldía, alejamiento de las normas de sana convivencia en el hogar, con la consecuencia de hijos al garete, yendo a la deriva sin ninguna dirección. La soledad de una alcoba y la falta de ternura, le dio paso a mentes delictivas, egoístas y frustradas que buscaron en los Laptop, Ipad, Tablet, MP3, Notebooky, Smartphone, el refugio de unos tentáculos embrutecedores y posesivos, ensombrecedores, cual nubarrones que no permiten ver el horizonte y sí, el infierno dantesco del final apocalíptico.
Aparecieron corrientes de libres pensadores, con atiborramiento de normas que sobrepasaron los derechos, manera de asesinar el respeto y la convivencia en cada ley emanada; los conflictos tomaron tenencia en las personalidades endebles y cada uno da su propia interpretación y la convierte en derecho.
No es verdad que el tiempo pasado haya sido mejor, ni que el presente es un absurdo, pero sí de ambos, encontráramos la forma de unir los lazos que atan las maravillas de la armonía de los seres, el futuro se podría observar resplandeciente y los niños dejarían ver de nuevo una sonrisa plácida y sin amargura en el porvenir.

Alberto.


miércoles, 19 de diciembre de 2018

DESALOJO


LA MEDIA NARANJA

Cuando la cigüeña revolotea por encima de los tejados, es porque se vino otro barrigón a no dejar dormir, a sacarlo a uno del puesto que ha ocupado en la cama, desde que el cura le dijo: ahí te la entrego, chupe por bobo. En resumidas mis queridos, se pasa de señor de la casa, a ser un simple segundón. Uno comienza a querer al “intruso” al momento de sonar la última campanada del reloj, de reojo miras y son las 3 de la mañana, frío aterrador, comienzas a dar vueltas por la habitación, cantas semidormido y mientes cuando dices: ¡tal lindo el niño! Se juntan en ese instante diferentes sentimientos, el amor, la compasión, la ira y el deseo de volar y que nunca vuelvan a saber de uno, más, todo pasa, cuando el ‘caguetas’ se sonríe. 
Todo ese abrebocas, para corroborar que es muy poco lo que cambian los niños. Llegan inocentes cómo un suspiro de San Luis Gonzaga y con unas ganas colosales de conocer esta bobadita de despeñadero, lleno de zarzas entre las que se encuentra “la pringamoza”, que hace herida de tanto rascarse. Ese desconocimiento, hace que cada amanecer, se salga a una aventura, unas sencillas y chistosas, otras, cerquita del abismo insondable del derrumbe de la existencia. El niño, siempre será un pequeño expedicionario ávido de descifrar los recovecos de la vida, que se hace feroz cuando al lado en el éxodo, no se encuentra el flotador extendido por la mano de padres amigos, ya con largos años de conocimiento que atentos avisen de los peligros que existen a la vuelta del camino. Los niños son los mismos de ayer y hoy. Los que extraviaron el sendero han sido los padres.   

 Alberto.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS


ERA ALLÁ...

Cuando la cigüeña revolotea por encima de los tejados, es porque se vino otro barrigón a no dejar dormir, a sacarlo a uno del puesto que ha ocupado en la cama, desde que el cura le dijo: ahí te la entrego, chupe por bobo. En resumidas mis queridos, se pasa de señor de la casa, a ser un simple segundón. Uno comienza a querer al “intruso” al momento de sonar la última campanada del reloj, de reojo miras y son las 3 de la mañana, frío aterrador, comienzas a dar vueltas por la habitación, cantas semidormido y mientes cuando dices: ¡tal lindo el niño! Se juntan en ese instante diferentes sentimientos, el amor, la compasión, la ira y el deseo de volar y que nunca vuelvan a saber de uno, más, todo pasa, cuando el ‘caguetas’ se sonríe. 
Todo ese abrebocas, para corroborar que es muy poco lo que cambian los niños. Llegan inocentes cómo un suspiro de San Luis Gonzaga y con unas ganas colosales de conocer esta bobadita de despeñadero, lleno de zarzas entre las que se encuentra “la pringamoza”, que hace herida de tanto rascarse. Ese desconocimiento, hace que cada amanecer, se salga a una aventura, unas sencillas y chistosas, otras, cerquita del abismo insondable del derrumbe de la existencia. El niño, siempre será un pequeño expedicionario ávido de descifrar los recovecos de la vida, que se hace feroz cuando al lado en el éxodo, no se encuentra el flotador extendido por la mano de padres amigos, ya con largos años de conocimiento que atentos avisen de los peligros que existen a la vuelta del camino. Los niños son los mismos de ayer y hoy. Los que extraviaron el sendero han sido los padres.   

 Alberto.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

LA LLAMA OLÍMPICA


EN FAMILIA

Ella es vieja, data de tiempos más allá de la edad de hielo, la traída de la Llama Olímpica, al pueblo que se quedó engarzado en el corazón. La inquieta memoria, le da sin permiso, irse a vagamundear por cuanto recodo, le dio a uno por meterse en aquella juventud tan ‘paticontenta’. El pueblo desde temprano el 20 de julio, se ponía a revoletear cómo cualquier abeja que se respete; por las ventanas arrodilladas, estaba colocada la bandera, algunas llenas de fragancia y colorido, no faltaba cualquiera puesta al revés y con unos colores que pareciera que era la pobre de otro país, pero hervía el amor patrio. Se recuerda con nostalgia a su más ferviente participante: Iván Córdoba, cívico, soñador y amigo, que aún la porta, por allá en las altura.
Si me equivoco en fecha, para que voy a pedir perdón; por allá en…1958, nos alejamos del Sitio, fuimos a dar a los dominios de don Tomás Carrasquilla. Se partió trepados en el capacete de un carro de escalera de la flota La Esmeralda acompañados de deportistas, concejales y uno que otro pegado; se llevaba con cierto orgullo la antorcha ahumada del pasado año, mientras en la parte de abajo, se escuchaba cánticos de moda y una que otra grosería, era el ambiente natural de una pléyade de cofrades de la hidalguía en busca de la paz. Palabras de despedida del alcalde anfitrión, en que se usaron párrafos de cuentos de don Tomás, en que sobresalió Peralta y la humildad de su espíritu. Cerca del pueblo una familia de campesinos que venía a vender sus productos, que no conocían aquello del Fuego Olímpico, se arrodillaron llenos de devoción, cuando alguien grito: “Todos al suelo. ¡De rodillas! ¡Hincarse pidiendo perdón!  Se perdieron a la vuelta, no se volvieron a ver. La risa sigue resonando por el túnel del recuerdo.  


Alberto.


miércoles, 28 de noviembre de 2018

YA ES TIEMPO DE REGRESAR




Se ha caminado irreverentemente por senderos que conducen a la desestabilización familiar y, sin ésta, se llega al caos. Los hogares, no son hoy el refugio de la ternura, es el sitio de la soledad. Se traen hijos, por equivocación, por olvido de tomarse la pastilla anticonceptiva o por mera curiosidad; cuando esto sucede, la criatura lo que menos trae, es la felicidad. Siempre será visto cómo quien limitó el espacio rumbero de los padres. El niño crece sintiéndose el culpable y opta por la rebeldía, el consumo de drogas para vengarse del desamparo. No es un mundo liberado por los ‘derechos’, es un cardumen de irresponsabilidades, de las que se debe salir antes de que la oscuridad lo cubra todo.
Lo único que no tiene reversa, es un avión en pleno vuelo. Se debe regresar a las sanas costumbres; a la formación de hogares alimentados por el amor y no por el sexo. A enseñar NORMAS a los hijos desde el nacimiento, a limitar el libertinaje de los padres y la alcahuetería de los abuelos. Es una mera conciencia colectiva.

Dar inicio a cualquier actividad, es encontrar mil dificultades que atentan contra la paz interior; se lucha con monstruos mitológicos dormidos al amparo de nuestra voluntad y raciocinio. Cuando me involucré en escribir el pasado vivido en la pasividad de la antañona Copacabana, pensaba extraer de aquel conglomerado pacífico y señorial, los mejores momentos cuando la vitalidad brotaba en forma de lava volcánica por los poros. No quería pasar por alto, tantísimas vivencias disfrutadas por calles empedradas, por verdes campos, juegos sencillos e inocentes, conductores de felicidad y amistades perdurables en el recuerdo; pasar miradas retroactivas sobre los caserones de portones amplios, ventanas diseñadas para los enamorados, puertas “falsas” para que el ganado encontrara el descanso; entrar, para observar el equipaje de los ancestros, atados por las cuentas del rosario de la abuela, escuchar tras bambalinas, los consejos del patriarca pletóricos de sabiduría, que sin pretenderlo, arropaban el alma; buscar de manera sencilla, reactivar la historia, no permitiendo que el olvido se apropie con sus sombras de las añoranzas, remedio efectivo revitalizador para la carga de los años.

Alberto 


miércoles, 21 de noviembre de 2018

POR FIN


FOTO LUIS FERNANDO MEJÍA

Había comenzado a amanecer y algo hacía que se sintiera un cambio hasta en despertar del sol, su luz era brillante, pero no quemaba como era el día anterior. El azul del cielo era suave, el aire pasaba tiernamente y llenaba los pulmones sin que produjera toz. Los pájaros volaban tan cerca y sin miedo, que se podían tocar con las manos. El señor que diario pasaba por frente a la casa con cara de odio, arrugado el ceño y masticando en sus labios, palabras de odio y rencor, lo había saludado sonriente. La claridad de una luz, embellecía los barrios de la ladera de las montañas; no se veían latas ni cartones; los niños estaban sentados a la mesa comiendo ricos manjares y sonaba la campana invitándolos a estudiar; los padres no sentían miedo ni de balas perdidas, de violadores o traficantes. Las niñas esperaban tranquilas la hora sublime para ser madres responsables. Las calles estaban arborizadas y la frescura llegaba hasta el alma. Era el cambio esperado, antes de partir. Nadie cobra por soñar.

Alberto.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

OPROBIO


LUCIANA, UNA NIÑA HERMOSA

Da grima el solo ver, la forma estúpida, inconsciente y frívola, en que se determina al anciano, en aquellas familias o círculos en que se mueve el ser cargado de años. Todos utilizan la palabra en la reunión, expresiones baladíes, temas triviales, comentarios frívolos y cuando la voz cargada de años, conocimientos, cultura y sapiencia, intenta argumentar, el ruido de las voces disonantes aumenta el decibel, para opacar despectivamente a quien antecedió a la manada de irrespetuosos, vulgares y groseros, que no atalayan que ese hombre revestido de cabellos blancos y cicatrices profundas en el rostro, caminó los senderos de la nobleza, del respeto, la cultura, contaminado de educación, en una época en que la ancianidad caminaba erguida por tapetes de respeto y admiración.
Escúchalos, generación mecida por el desprecio, la sexualidad, mentes vacías, hipócritas y enfermizas, antes que caigas al abismo, cuando ya no haya una mano sincera que te muestre la salida.

Alberto.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

POR FIN...


NATURALEZA CASERA

Había comenzado a amanecer y algo hacía que se sintiera un cambio hasta en despertar del sol, su luz era brillante, pero no quemaba como era el día anterior. El azul del cielo era suave, el aire pasaba tiernamente y llenaba los pulmones sin que produjera tos. Los pájaros volaban tan cerca y sin miedo, que se podían tocar con las manos. El señor que diario pasaba por frente a la casa con cara de odio, arrugado el ceño y masticando en sus labios, palabras de odio y rencor, lo había saludado sonriente. La claridad de una luz, embellecía los barrios de la ladera de las montañas; no se veían latas ni cartones; los niños estaban sentados a la mesa comiendo ricos manjares y sonaba la campana invitándolos a estudiar; los padres no sentían miedo ni de balas perdidas, de violadores o traficantes. Las niñas esperaban tranquilas la hora sublime para ser madres responsables. Las calles estaban arborizadas y la frescura llegaba hasta el alma. Era el cambio esperado, antes de partir. Nadie cobra por soñar.

Alberto.



miércoles, 31 de octubre de 2018

MIJO, VUSTED TAMPOCO SOPLA


DANIEL Y DAVID MIS NIETOS

Pedro y Petra, llevan muchos años de estar casados. El tiempo ha hecho que vivan como si fueran hermanos, tanto, que lo que siente el uno ya estaba dando vueltas en la cabeza del otro. Les gusta las mismas chucherías: confiticos de menta, galletas de crema, bizcochos tostados -de esos de paquete-, conos, paletas.
Se organizan los fines de semana o días festivos, para dar un paseo por la ciudad, ¡claro que no muy lejos!; sienten temor por aquello de la inseguridad. Ella, se pinta los labios con recato: un poco de rubor en las mejillas, casi imperceptible, y se acomoda su bata mientras Pedro deja ver su canicie, ya que hace tiempo botó el sombrero. Pantalón de dril y camisa blanca de cuello almidonado y listo para salir. Al pasar por la plazuela, Petra se antoja del ‘raspao’ que un vendedor callejero les ofrece. ¡‘Vusté’, siempre tan antojada! ¿No mija?. No siás tan amarrao, ole Pedro. Al escucharse, en el reloj de la iglesia, las cuatro campanadas, se toman de las manos para el regreso. Petra, mira que en una caneca de basura se ha tirado un ventilador por inservible y con marrulla de mujer, le dice: mijo, vusté tampoco sopla.  

Alberto.


miércoles, 24 de octubre de 2018

EL MERCADO



CASA CURAL DE COPACABANA FOTO HÉCTOR BOTERO



A uno se le ‘chocolean’ los ojos y se pone hacer ‘pucheros’ al recordar las cosas tan simpáticas que tenía el pasado. En la mayoría de los pueblos, realizaban el mercado dominical. Se ponían los toldos para vender la carne; los bultos de frisoles, maíz blanco o amarillo, los de papas capira y criolla; racimos de plátano verdes, pintones y maduros; no faltaban las velitas ‘tirudas’ arropadas por pedazos de coco. La plaza principal era un hormiguero de gente pueblerina y de hermosos ejemplares campesinos. ¿Qué mejor ambiente, para llenarse de vendedores de novenas, ‘raspao’, conos, paletas, pirulís multicolores pegados a la vara de maguey, los ‘tubinos’ de hilos con las correspondiente docena de agujas?  Eran ‘chotos’ y sabían que el pueblo estaba lleno de ‘collarejos’ (personas buenas) y que ese día harían el agosto en ventas.
En punto especial, se instalaba un ser extraño.  Hombre de cabello largo amarrado con una cinta de color, buscando parecido al indio; patilla a lo mexicano, quimbas en los pies, collares de amuletos en que no faltaba ‘la uña de la gran bestia’; anillos de piedras no preciosas y cinturón ancho de colores. Ya acomodada una caja, en la que iba apareciendo una culebra que él se llevaba al cuello y que el circulo de espectadores estaba inundado de curiosos; abría otra, que estaba repleta de pequeños frascos, en esa, estaba la panacea a todos los males de la humanidad y… empezaba la verborrea: “hágame el favor caballero y se corre para allá, la señora también, usted niño, no se me siente ahí. Abran el ruedo señoras y caballeros para poder extender ésta serpiente. Este animal  lo voy a parar en la punta de la cola por medio de secreto, porque miren, yo soy el hombre que conoce muchos secretos. Yo me interné a la edad de 11 años en la selva con el indio Pie Plano y el cacique Pluma Gris, ellos me decían: ‘matarrá marrora, queriendo decir, que la naturaleza es sabia. No se arrimen señoras, caballeros y niños, porque Maruja (la culebra), los puede morder. Solo yo tengo la cura para la mordedura en uno de éstos frascos; así mismo, ahí, está el antídoto para el mal de ojo, para ligar al marido, echar los malos vecinos, curar el dolor de espalda, desaparecer el dolor de muela, curan la flatulencia, que lo hacía quedar mal en las visitas, enamorar la mujer amada. Ya le dije mijito: quítese de ahí”. Vendía y vendía frasquitos y cómo vino se iba, sentado en la banca de atrás del bus de escalera.  

Alberto.       


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miércoles, 17 de octubre de 2018

¿DIGAN PORQUÉ?


LA MOGUITA

¿Los padres de ahora son tan endebles?
¿Las culicagaítas de ahora les encanta estar preñadas?
¿Las burras yan han parido?
¿Ya nadie habla con orgullo de los arrieros?
¿Las fincas son putiaderos en gavilla?
¿Los sancochos ante no hacían daño?
¿Cuál es la maricada de vestir los animales?
¿La justicia publica los sumarios de los investigados?
¿La cruel utilización de los abuelos?
¿La corrosiva pasividad ante el dolor ageno?  +

Alberto.

miércoles, 3 de octubre de 2018

LOS VIENTOS


DEPORTES COPACABANA

Cuando llegaba el mes de agosto, se venía con él, la brisa salida de lo normal. Se aprovechaba para elevar cometas: La mesa, media mesa, barriletes etc. Eso era tan ‘gueno’ que ‘nian’ con los años se puede olvidar. El viento no se quedaba contento de sólo ver los niños reteniendo en el espacio por horas enteras los artilugios de varillas y papel; él, seguía por las calles levantando la bata de las mujeres, tumbando sombreros y tirando tierra en los ojos. Le encantaba entrar a los hogares a derribar terracotas, mover sensualmente las cortinas de las ventanas y las que separaban las alcobas; entraba hasta la cocina a bambolear el garabato en que estaban colgados los huesos de ‘calambombo’ y una que otra presa de cochino o res, -un poco ‘curada’-  que el gato seguía con avidez esperando una caída vertical, eso hacía que la abuela, al notar las malas intenciones del felino, lo sacara a los chancletazos de tan benemérito lugar.
Cansado de hacer picardías y destrozos y cómo para llamar la atención, se dedicaba a golpear las alas de las puertas; fue por eso, que llegó cómo solución, trancarlas con lo primero que encontraron. Las piedras, era algo mediocre. En casas aristocráticas se estaban colocando conchas de caracol, permitían terminar con los estruendos y eran más elegantes. Adquiridas, se terminaría con los sustos de la abuela, cuando en la silla mecedora, hacía su crochet o el ‘perrito’ de medio día, que el portazo empujado por el viento interrumpía violentamente. Ha…, no se puede olvidar, cómo el bendito caracol, nos dejaba escuchar el murmullo del mar, que ni en sueños conocíamos y no podían faltar, los mal intencionados, que decían que el ropaje de los moluscos, eran sinónimo de mal agüero.

Alberto. 

miércoles, 26 de septiembre de 2018

POR FIN


EL DESCANSO

Había comenzado a amanecer y algo hacía que se sintiera un cambio hasta en despertar del sol, su luz era brillante, pero no quemaba como era el día anterior. El azul del cielo era suave, el aire pasaba tiernamente y llenaba los pulmones sin que produjera toz. Los pájaros volaban tan cerca y sin miedo, que se podían tocar con las manos. El señor que diario pasaba por frente a la casa con cara de odio, arrugado el ceño y masticando en sus labios, palabras de odio y rencor, lo había saludado sonriente. La claridad de una luz, embellecía los barrios de la ladera de las montañas; no se veían latas ni cartones; los niños estaban sentados a la mesa comiendo ricos manjares y sonaba la campana invitándolos a estudiar; los padres no sentían miedo ni de balas perdidas, de violadores o traficantes. Las niñas esperaban tranquilas la hora sublime para ser madres responsables. Las calles estaban arborizadas y la frescura llegaba hasta el alma. Era el cambio esperado, antes de partir. Nadie cobra por soñar.

Alberto.



miércoles, 19 de septiembre de 2018

OPROBIO


SOLITARIA

Da grima el solo ver, la forma estúpida, inconsciente y frívola, en que se determina al anciano, en aquellas familias o círculos en que se mueve el ser cargado de años. Todos utilizan la palabra en la reunión, expresiones baladíes, temas triviales, comentarios frívolos y cuando la voz cargada de años, conocimientos, cultura y sapiencia, intenta argumentar, el ruido de las voces disonantes aumenta el decibel, para opacar despectivamente a quien antecedió a la manada de irrespetuosos, vulgares y groseros, que no atalayan que ese hombre revestido de cabellos blancos y cicatrices profundas en el rostro, caminó los senderos de la nobleza, del respeto, la cultura, contaminado de educación, en una época en que la ancianidad caminaba erguida por tapetes de respeto y admiración.
Escúchalos, generación mecida por el desprecio, la sexualidad, mentes vacías, hipócritas y enfermizas, antes que caigas al abismo, cuando ya no haya una mano sincera que te muestre la salida.

Alberto.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

EL OTRO YO


AMIGOS POR SIEMPRE

Cuando menos se pensaba, estaba ahí, hablando en forma de un ser que él amaba tanto…así, de la manera que lo había hecho el patriarca de padre, que un día partió de la querencia. Lo mejor sentarse a escucharlo, siempre agradable, pero la disertación era larga. Comenzaba siempre con un te quiero; despejaba la garganta: “Recuerda siempre el lugar de dónde vienes, agradece sin olvidar la mano que se ha extendido para brindarte ayuda en los momentos de confusión. No dejes de pensar en los maestros que un día te sacaron de la ignorancia y sí te topas con ellos, un abrazo fuerte no está por demás. No olvides a los amigos con quienes compartiste a los trompos, al pipo y cuarta, botellón y cuando alguno de ellos, te arrebató el amor de la niña escuelera, de vestido hecho de crochet que amabas en silencio. Con el correr del tiempo veo que mejoras, han dejado huella las heridas, igual, que, los instantes de regocijo. Aunque se fueron lejos los seres queridos, ni un solo día olvides las enseñanzas y una a una, ponlas en práctica, enderezarán el camino a quien se las deposites, es alargar la belleza de la honestidad.”
Cada de aquellas recomendaciones, servían de aliciente para no decaer en una lucha desigual; combatía contra una época absurda y degradante. Continuaba…él, mientras le escuchaba: “jamás olvides la honestidad en que fuiste levantado, recuerda esa frase, mejor una aguadulce en tranquilidad que una comida suculenta en zozobra. En las tardes te decían, no juegues con los sentimientos ajenos, respeta la amistad lo mismo que el amor que te brinden. Ningún vicio es respetable. Destruye a quien lo adopta y a todos alrededor, no hagas de la vida un infierno, ama sin restricción, cuando lo que haces lleva amor, jamás tendrá frustración.” Calló. Sentí que había comenzado a irse…una pequeña lágrima rodaba por la mejilla. Era mi otro yo que vino a recordarme la pureza de un ayer y el fortín de aquel hogar.   

Alberto.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

MIJO, VUSTÉ TAMPOCO SOPLA


ABANDONO DEL PASADO

Pedro y Petra, llevan muchos años de estar casados. El tiempo ha hecho que vivan como si fueran hermanos, tanto, que lo que siente el uno ya estaba dando vueltas en la cabeza del otro. Les gusta las mismas chucherías: confiticos de menta, galletas de crema, bizcochos tostados -de esos de paquete-, conos, paletas.
Se organizan los fines de semana o días festivos, para dar un paseo por la ciudad, ¡claro que no muy lejos!; sienten temor por aquello de la inseguridad. Ella, se pinta los labios con recato: un poco de rubor en las mejillas, casi imperceptible, y se acomoda su bata mientras Pedro deja ver su canicie, ya que hace tiempo botó el sombrero. Pantalón de dril y camisa blanca de cuello almidonado y listo para salir. Al pasar por la plazuela, Petra se antoja del ‘raspao’ que un vendedor callejero les ofrece. ¡‘Vusté’, siempre tan antojada! ¿No mija?. No siás tan amarrao, ole Pedro. Al escucharse, en el reloj de la iglesia, las cuatro campanadas, se toman de las manos para el regreso. Petra, mira que en una caneca de basura se ha tirado un ventilador por inservible y con marrulla de mujer, le dice: mijo, vusté tampoco sopla.  

Alberto.

miércoles, 22 de agosto de 2018

EL MERCADO


CON TODOS LOS AÑOS.

A uno se le ‘chocolean’ los ojos y se pone hacer ‘pucheros’ al recordar las cosas tan simpáticas que tenía el pasado. En la mayoría de los pueblos, realizaban el mercado dominical. Se ponían los toldos para vender la carne; los bultos de frisoles, maíz blanco o amarillo, los de papas capira y criolla; racimos de plátano verdes, pintones y maduros; no faltaban las velitas ‘tirudas’ arropadas por pedazos de coco. La plaza principal era un hormiguero de gente pueblerina y de hermosos ejemplares campesinos. ¿Qué mejor ambiente, para llenarse de vendedores de novenas, ‘raspao’, conos, paletas, pirulís multicolores pegados a la vara de maguey, los ‘tubinos’ de hilos con las correspondiente docena de agujas?  Eran ‘chotos’ y sabían que el pueblo estaba lleno de ‘collarejos’ (personas buenas) y que ese día harían el agosto en ventas.
En punto especial, se instalaba un ser extraño.  Hombre de cabello largo amarrado con una cinta de color, buscando parecido al indio; patilla a lo mexicano, quimbas en los pies, collares de amuletos en que no faltaba ‘la uña de la gran bestia’; anillos de piedras no preciosas y cinturón ancho de colores. Ya acomodada una caja, en la que iba apareciendo una culebra que él se llevaba al cuello y que el circulo de espectadores estaba inundado de curiosos; abría otra, que estaba repleta de pequeños frascos, en esa, estaba la panacea a todos los males de la humanidad y… empezaba la verborrea: “hágame el favor caballero y se corre para allá, la señora también, usted niño, no se me siente ahí. Abran el ruedo señoras y caballeros para poder extender ésta serpiente. Este animal  lo voy a parar en la punta de la cola por medio de secreto, porque miren, yo soy el hombre que conoce muchos secretos. Yo me interné a la edad de 11 años en la selva con el indio Pie Plano y el cacique Pluma Gris, ellos me decían: ‘matarrá marrora, queriendo decir, que la naturaleza es sabia. No se arrimen señoras, caballeros y niños, porque Maruja (la culebra), los puede morder. Solo yo tengo la cura para la mordedura en uno de éstos frascos; así mismo, ahí, está el antídoto para el mal de ojo, para ligar al marido, echar los malos vecinos, curar el dolor de espalda, desaparecer el dolor de muela, curan la flatulencia, que lo hacía quedar mal en las visitas, enamorar la mujer amada. Ya le dije mijito: quítese de ahí”. Vendía y vendía frasquitos y cómo vino se iba, sentado en la banca de atrás del bus de escalera.         

Alberto. 

miércoles, 15 de agosto de 2018

LOS VIENTOS



LO QUE QUEDÓ DE LA CLASE DE DIBUJO.

Cuando llegaba el mes de agosto, se venía con él, la brisa salida de lo normal. Se aprovechaba para elevar cometas: La mesa, media mesa, barriletes etc. Eso era tan ‘gueno’ que ‘nian’ con los años se puede olvidar. El viento no se quedaba contento de sólo ver los niños reteniendo en el espacio por horas enteras los artilugios de varillas y papel; él, seguía por las calles levantando la bata de las mujeres, tumbando sombreros y tirando tierra en los ojos. Le encantaba entrar a los hogares a derribar terracotas, mover sensualmente las cortinas de las ventanas y las que separaban las alcobas; entraba hasta la cocina a bambolear el garabato en que estaban colgados los huesos de ‘calambombo’ y una que otra presa de cochino o res, -un poco ‘curada’-  que el gato seguía con avidez esperando una caída vertical, eso hacía que la abuela, al notar las malas intenciones del felino, lo sacara a los chancletazos de tan benemérito lugar.
Cansado de hacer picardías y destrozos y cómo para llamar la atención, se dedicaba a golpear las alas de las puertas; fue por eso, que llegó cómo solución, trancarlas con lo primero que encontraron. Las piedras, era algo mediocre. En casas aristocráticas se estaban colocando conchas de caracol, permitían terminar con los estruendos y eran más elegantes. Adquiridas, se terminaría con los sustos de la abuela, cuando en la silla mecedora, hacía su crochet o el ‘perrito’ de medio día, que el portazo empujado por el viento interrumpía violentamente. Ha…, no se puede olvidar, cómo el bendito caracol, nos dejaba escuchar el murmullo del mar, que ni en sueños conocíamos y no podían faltar, los mal intencionados, que decían que el ropaje de los moluscos, eran sinónimo de mal agüero.

Alberto. 

miércoles, 8 de agosto de 2018

¿SERÁ QUE VOLVEREMOS?


DERRUMBE DE LA HISTORIA

Formarse y enumerarse de izquierda a derecha. El cielo estaba casi azul con pequeñas nubes blancas. El rotor del helicóptero había iniciado el movimiento giratorio. Un grupo de hombres uniformados estaban a la espera; mientras, se santiguaban, algunos de ellos con cara de niño. Con dificultad sacaban el pañuelo para borrar del rostro la lágrima furtiva y no mostrar a los compañeros el miedo que los embargaba.
En el grupo se encontraban también jóvenes de extirpe campesina que, en ese instante, recordaban: el surco lleno de hortalizas, el caballo galapero que lo conducía los domingos a la misa del Padre Julio, las canecas arrugadas por el uso a donde vaciaban la leche de la Lunareja o de la Cachi Mocha, las vaquitas que tanto amaba; pensaban en sus viejos, que nada sabían de guerras. La única arma era la camándula para el rezo vespertino, el azadón que recogía la tierra para el arado, el machete para cortar la maleza. Llegó al encuentro de la memoria, el llanto de la madre cuando fue sacado de la parcela para servir a la patria y la confusión del anciano padre, que veía en él, la prolongación de la estirpe. Aún escuchaba los ladridos de Coronel, el perro sin raza, que lo acompañaba a todas partes, en especial, a las cristalinas aguas de la quebrada en la que los dos retozaban alegremente y sin temores.
El aparato estaba tomando altura; ya no había retroceso. Las miradas se perdían en el infinito. Abajo estaba todo de color verde, ese que brinda la manigua con sus sonidos extraños colmada de animales agresivos y venenosos, dispuestos a defender el territorio. Alguien con una insignia, que lo hacía superior les dijo: “No olviden lo enseñado. Si quieren regresar…”.

Alberto.

miércoles, 1 de agosto de 2018

EL "VIAJE" DE UN CHOCUANO AL CIELO


COMIENZO DEL DÍA



En la habitación 425 de la clínica compartida por dos personas; una, la nuera y junto a la ventana, una mujer de raza negra entrada en años, a su lado el esposo. El corazón se le estaba deteriorando; ¿Sería de tanto amar a su Chocó o quizás la devoción a su negro del alma?
Crescencio, haciendo honor a su raza, es parlanchín. Sin pensarlo, empezó a narrar su ‘viaje al cielo’: “había mucha gente haciendo fila por un camino cómo de un metro de ancho, lleno de flores a ambos lados; yo no conocía cinco rosas de diferentes colores, adheridas a un solo tallo;   llegamos a un gran salón hermosamente iluminado, con una claridad que segaba. Se escuchaba una música que regocijaba el corazón; el piso, era igual que el cristal, al caminar daba reflejos. Los que ya estaban allí, se encontraban en fila perfecta, los brazos extendidos a las alturas; todos postrados de rodillas. El salón era muy grande y cabía muchas personas. Nadie hablaba. Todas miraban al frente. Al fondo existía una inmensa pared iluminada con mayor fortaleza en la que unos bellos angelitos daban vueltas alrededor de un anciano vestido todo de blanco, de un blanco resplandeciente en el que se descargaba una abundante barba. Él, estaba sentado en un inmenso trono hecho de nubes, tan blancas cómo sus vestiduras”. Era amena su conversación y la narrativa llevada con ahínco. Posaba la mirada con cierto hálito de malicia, que enmarcaba en una tenue sonrisa.

Estábamos lelos, esperando que continuara la historia que brotaba de la imaginación de un ser sencillo y humilde, lleno de devoción;  él, seguramente, estaba en ese momento adentrándose en oración, por los lugares desconocidos, en busca de la cura para con quien compartía su vida. Por desgracia, no pudimos conocer el final. Llegó la enfermera al 425 y nos hizo retirar…

 Alberto.

miércoles, 18 de julio de 2018

INVENTO



                                                          COPACABANA HOY


De los grandes inventos de la humanidad, fue la rueda. Los primitivos (yo no los vi), le dieron con paciencia a la roca, hasta volverla esférica. Pero el cuento no es ese.
Lo que sí todos sabemos es que en los hogares de hace años no podía faltar la ‘piedra de moler’ en todas las cocinas en las manos de las amas de casa. Cuando el Adán y la Eva, se enfrentaban al cura y ambos decían: sí, padre; quedaban amarrados para siempre con el compromiso de no ‘poner en el monte’, esto es, no jugársela a la pareja. Lo primero que hacía el varón era ir al río o quebrada más cercana, a buscar una piedra que tuviera la forma y textura que eran indispensables.
Un acertijo se escuchaba por los caminos, trochas, en juegos infantiles y reuniones familiares: “María larga y tendida y su hija bailando encima”. Respuesta inmediata, ¡piedra de moler! Eso hace recordar, cuando la madre que ya había picado, tomates, cebolla ‘junca’, ajo, cilantro, achiote, buena cantidad de comino, le daba la bendición con gotas de vinagre sacado de cáscaras de piña que se guardaban en un frasco hasta fermentar; la mano, empezaba movimiento rítmico con la piedra de moler para ir mezclando los ingredientes que ya lanzaban a los cuatro vientos, ese olor inolvidable, que acrecentaba el hambre del más anoréxico de los mortales. El raspado que quedaba, la madre se lo untaba en pedazos de arepa a los hijos pequeños.
La bendita piedra, después de prestar su trabajo, se lavaba y secaba e iba a dar como cuña a una de las puertas que el viento hacía golpear. Tenía tantos oficios, según la imaginación. El gato lo sabía bien. Cuando oía machacar, estaba presto a maullar envolviendo la cola, esperando pedazos de ‘ñervo’ o el marido que encontraba a su media naranja, salida de tono, con la piedra en la mano; regresaba por donde entró sin emitir palabra, yéndose a pasar la noche junto al perro, que al verlo le meneaba la cola; ambos sabían que Dios mandó a huir del peligro; sobre todo él, que era el ‘limpiapiedra’ de la casa paterna.


Alberto.

miércoles, 11 de julio de 2018

POR FIN


EN FAMILIA

La vida hogareña se había convertido en un infierno. Le decía antes de irse al trabajo, cuando llegaba y en los fines de semana con mayor intensidad: “no me he podido amañar ni un solo instante en este barrio; sácame de aquí antes de que me dé una trombosis”. No le faltaba sino arrodillarse. Le decía de buenas maneras; le subía el tono al igual que doña Ramona, la esposa de don Pancho, el de tiras cómicas.

Cogía al niño pequeño entre los brazos, para mostrarle que él, todos los días estaba más flaco, que seguro, era por el aire viciado que provenía de la esquina, lugar preferido por los fumadores de ‘maracachafa’. Trataba de darle celos, al contarle las miradas lascivas del tendero, lo mismo que Cornelio el de la carnicería, cuando iba a comprar el ‘diario’. Lloraba a moco tendido, contándole la forma en que la observaban las viejas chismosas que salían de misa y que ella, alcanzaba a escuchar el murmullo cuando la deshollejaban, especialmente de la parte que la espalda pierde el nombre. El marido nada de nada.
No existe algo que no tenga su fin. Un viernes en la noche, llegó el esposo, con muchos tragos demás: mija empiece a empacar, que mañana por la noche, nos vamos. Mientras el marido dormía la rasca, cantaba al son del radio, movía las caderas llevando el compás de música costeña; se deslizo hasta la cocina para apagar las velas que le había prendido a cuanto santo le manifestaron que hacía el milagro de sacarla.
Estaba tan contenta con el trasteo, que no preguntó para donde iban. En un hueco sintió que algo cayó al suelo; miró y alcanzó a ver al corazón de Jesús hecho pedazos en medio de la vía. No dijo nada y con la punta de la blusa, se enjugó una lágrima.

Alberto.

jueves, 28 de junio de 2018

EN ELLOS SÍ LO HAY


LOS NIETOS

Las sensaciones de angustia, desamparo y placer, no sólo son de los llamados pensantes. Así cómo el amor, tampoco es monopolio de ‘los reyes de la creación’.
Desde su atalaya, con la mirada fija en el punto por dónde ha de aparecer, el que, la hace aullar desde hace algún tiempo, espera ansiosa, la aparición, en compañía del amo. Sabe que andan juntos, porque así pasaron de ida. ¿Irían a dar un paseo? ¿O sería a comprar la bolsa de comida qué, se ha vuelto tan cara?
Por momentos en la rapidez de su cerebro, la torturan negros pensamientos. Ella en la ventana, que sus dueños le asignaron como lugar para el descanso y seguramente también, para que no estorbara en la limpieza de la casa, ha visto pasar a muchos juntos y jamás regresar; solo pasa el hombre con la cadena en una de sus manos con una extraña sonrisa. Sí. Ella, ha observado con frecuencia ese procedimiento inhumano, que la hace padecer y se llena de temor. Siente que el tiempo a pasado y no es la misma, cuando era ágil y bajaba con rapidez las escalas a la ladrarle al desconocido que había tocado la puerta. Notaba también, que se pasaba por la época, en que no se los adquiría por la devoción en amar, sino por lo extraño de la raza y su valor en dinero, que es una forma de demostrar categoría, atiborrada de petulancia. No. Sus amos no eran así. Eso la hacía estar tranquila.
La alegría le llegó, al ver en el principio de la subida de la calle, los retozos del sabueso canelo, que no dudaba, sería el padre cariñoso de hermosa camada.

Alberto.

miércoles, 13 de junio de 2018

CON OJOS AJENOS


DETRÁS DEL CRISTAL

El ‘cucarrón’ cansado de revoletear por las alturas, empujado algunas veces por la fuerza de viento u otras, llevado en artísticas marionetas de la brisa suave, cae estrepitosamente contra el suelo.
En el ayer pasó por encima de presuntuosos edificios haciendo mover con fuerza el par de alas; vio desde la inmensidad del firmamento los espacios de pobreza, las grandes discotecas donde el ‘amor’ se vende; miró a los recolectores de basura que otros arrojan y que son sustento de la familia; escuchaba el ruido de las motor en precipitada huida, gritos de angustia e hilillos de sangre que aun corría por el pavimento con su rojo apagado y mal oliente; llegaban en sus vuelos hasta las antenas, las promesas no cumplidas, el grito del parto de las madres bebes  y la primera mirada del hijo sin futuro. Bajaba casi hasta tocar el suelo y percibía los suspiros jadeantes en los moteles y el sonido de copas que celebraban el final de una doncella menos y podía escuchar, el conteo de billetes, con los que una familia se podría alimentar o pagar los estudios.
Viajaba buscando otros horizontes por las cordilleras y oteaba las hermosas fincas en donde en otros tiempos, vivían en mancomunidad los ancestros, el trabajo honrado, la fidelidad, humildad y la palabra notarial, pero ahora, no veía nada de aquello. Donde estaba el cafetal, encontró la piscina; en la cocina de otrora, caliente y acogedora que le daba vida a la chimenea, estaba instalado el bar y en las piezas decoradas con el daguerrotipo familiar e iluminadas por el crucifijo al amparo de la Virgen del Carmen, se convirtieron en mullidas camas donde el sexo llega al paroxismo.
Regresó cómo pudo, sacando fuerzas donde ya poco había, lleno de desilusión, dejó que sus alas se detuvieran. Cayó y la poca vida que le quedaba, se la apagó el zapato de un transeúnte.

Alberto.

miércoles, 6 de junio de 2018

LA INCLEMENCIA DEL TIEMPO



ROSTRO CAMPESINO

Los días traen a cada instante hermosas postales, para verlas se debe andar con los ojos bien abiertos y haber dejado detrás de la puerta, odios, resquemores, celos, angustias y envidias. La hermosura está junto a ti.
Hay quienes se internan en la espesura del monte buscando el paisaje; otros se adentran en la profundidad del mar para encontrar lo que sus aguas esconden. ¿Será qué cuenta las flores lleno de admiración? ¿O hará con sus manos temblorosas limpieza y poda? No es nada raro que el aroma, lo transporte al pasado, cuando con el corazón henchido de amor, llevara ramillete, acompañado de guitarras y tiples, a la mujer que colmaba todo el ser, sin que quedara espacio para nada más.
Puede ser, que la angustia de la mirada, sea de saber que falta tan poco, para abandonar las alegrías del pasado o el amor de seres queridos. No es raro, que busque entre palomas y flores la compañía, para contar historias que en su casa ya nadie quiere escuchar; él lo supo, cuando lo mandaron a dormir a la última pieza junto al crucifijo, que lo acompaña desde antes de la procreación de los hijos.
La naturaleza, el amor y la paz, la encuentra en lugares prestados. Nada rima en sus palabras, ni su voz enamora la vida material. Sólo la flor escucha su monosílabo carrasposo: ¡Ingratitud!


Alberto.

miércoles, 30 de mayo de 2018

La Cabaña (Bambuco- Obdulio y Julian)

LOS FRISOLITO DE MI DIOS


LA NUEVA GENERACIÓN



Aquí se ha llegado al paroxismo. El manjar de los dioses. En España, los llaman judías, ¿será por qué los hebreos parece ser, han sido comelones del fruto de esta planta leguminosa? Valla uno a saber. Pero parece que la cuna es la de los ‘manitos’ en México.
Por estas breñas de don Tomás carrasquilla, es el plato que no puede faltar en la mesa del más encopetado  o en la humilde casa de chimenea humeante. Según la alcurnia, se les denomina. Fríjol, frísol, frijol etc. Pero la auténtica que viene desde la montaña arriba, son frisoles con coles o, con plátano verde ‘picao’; muchos los prefieren con cidra, todo va en gusto o la región de donde provenga el comensal. Los hay liborinos; se encuentran grandes, pequeños, rojos, amarillo y hasta negros, pero los que mejor se ven en el plato ante los ojos y el gusto son los cargamanto, ya sean rojos o blancos a quienes se les ha echado garra de marrano criollo. No puede faltar a esa vianda extraída de las cercanías del cielo, el ‘hogao’, que le hace juego al apetitoso manjar.
Cuando se juntan los frisoles, la arepa, aguacate, chicharrón de 7 patas y la mazamorra en la culinaria maicera, se ha llegado al momento culminante de chuparse los dedos; ‘aloye’ mi don. Cómaselos ‘jirviendo’ con su carne en ‘polvo’, pa’ que le sepa ‘gueno’.
Ah…los que le sobraron, se comen al desayuno del día después en ‘calentao’, con arepa delgada o ‘tela’, dorada en el fogón y no olvide la tajada de quesito hecho con leche de vaca negra.
Se dice de alguien que vivió un tiempo en el extranjero y cuando anunció el regreso, la madre le preparó un buen plato de frisoles para sorprenderlo; al sentarse a la mesa, le dijo a la progenitora: ¿vieja, que clase de frutillas son esas?

Alberto.


miércoles, 23 de mayo de 2018

MAZAMORRA


MUERTE A LA CULTURA


¡OH aquellos tiempos! Al saludar el caminante desde la puerta de tranca, escuchaba desde el interior una voz amigable, invitaba a pasar y sentarte en el tarimón, (que los antioqueños llamamos tarima del corredor) y una mujer que no ocultaba el embarazo traía en sus manos una taza inmensa, repleta de mazamorra con unos granos igual que pelotas de pin-pon, en donde no faltaba el dulce machacado Siéntese mi don a la fresquita, tome aliento, para seguir la jornada. Hoy eso no se puede hacer.
“Se llamaba mazamorra al guiso con el que se alimentaba a los galeotes (remeros, casi siempre forzados, en los navíos llamados galeras) y a los marineros, que consistía en las legumbres disponibles, generalmente lentejas y garbanzos, cocidos juntos, y aliñados con algunos vegetales disponibles, normalmente pimientos”. Wikipedia.
  Pero por estas breñas de maiceros, la cosa fue distinta heredamos de los aborígenes el amor por la nutriente mazorca que sonriente nos brinda encantos. Las amas de casa madrugaban a desgranar para echar en el fondo del pilón y con la ‘mano’ acertar golpes que fuera descascarando el grano, hasta parar en ollas de barro, que a fuego de leña iba tomando su olor, que se expandía por el hogar enredado en el canto de las mujeres amantes del esposo, hijos y del trabajo honesto del hogar. Eso, también ha sido desalojado por el modernismo.
Ya esos ajetreos, que eran unidad familiar, se han cambiado por salir a la puerta, a la espera de quien ha hecho de la costumbre montañera, un oficio lucrativo.
El grito del vendedor se escucha a lo lejos: mazamorra…mazamorra ‘pilada’ a $500 el cucharón; la leche la pone usted, si acaso tiene dinero para la bolsa y la endulza con el recuerdo.

Alberto.

miércoles, 16 de mayo de 2018

ESA, ME TRAE RECUERDOS


AFERRADOS A LA MONTAÑA



El sol caía casi vertical. La sombra estaba bajo el cuerpo y del pavimento exhalaba vapores por evaporación.
La economía ambulante de miles de personas, era lo único con lo que podía contar para la  subsistencia. Se había colocado estratégicamente, tal como lo hacen las grandes compañías del espectáculo, cuando con publicidad invitan a llenar los estrados de imponentes teatros.
A la guitarra se le habían encontrado los mejores acordes. La ‘taquilla’ terrestre al alcance de la mano; el tinto y el agua, para aclarar la voz y el mejor amigo en primera fila, para que ayudara a no perder la fe que a veces lo abandonaba.
La lucha contra la adversidad, había formado en él, un espíritu guerrero.Todo lo podía perder en un instante, pero jamás, la compañía de su perro, sería como extirparle el alma. Para él, ‘surrunguiaba’ las 6 cuerdas en armonía; por él, sus esfuerzos por vencer las dificultades climáticas y para él, su existencia.
La mascota sabía sobre su amo, que también tuvo veinte años; ambos estaban seguros, de que el amor existe más allá del sexo.

Alberto.