MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 13 de junio de 2018

CON OJOS AJENOS


DETRÁS DEL CRISTAL

El ‘cucarrón’ cansado de revoletear por las alturas, empujado algunas veces por la fuerza de viento u otras, llevado en artísticas marionetas de la brisa suave, cae estrepitosamente contra el suelo.
En el ayer pasó por encima de presuntuosos edificios haciendo mover con fuerza el par de alas; vio desde la inmensidad del firmamento los espacios de pobreza, las grandes discotecas donde el ‘amor’ se vende; miró a los recolectores de basura que otros arrojan y que son sustento de la familia; escuchaba el ruido de las motor en precipitada huida, gritos de angustia e hilillos de sangre que aun corría por el pavimento con su rojo apagado y mal oliente; llegaban en sus vuelos hasta las antenas, las promesas no cumplidas, el grito del parto de las madres bebes  y la primera mirada del hijo sin futuro. Bajaba casi hasta tocar el suelo y percibía los suspiros jadeantes en los moteles y el sonido de copas que celebraban el final de una doncella menos y podía escuchar, el conteo de billetes, con los que una familia se podría alimentar o pagar los estudios.
Viajaba buscando otros horizontes por las cordilleras y oteaba las hermosas fincas en donde en otros tiempos, vivían en mancomunidad los ancestros, el trabajo honrado, la fidelidad, humildad y la palabra notarial, pero ahora, no veía nada de aquello. Donde estaba el cafetal, encontró la piscina; en la cocina de otrora, caliente y acogedora que le daba vida a la chimenea, estaba instalado el bar y en las piezas decoradas con el daguerrotipo familiar e iluminadas por el crucifijo al amparo de la Virgen del Carmen, se convirtieron en mullidas camas donde el sexo llega al paroxismo.
Regresó cómo pudo, sacando fuerzas donde ya poco había, lleno de desilusión, dejó que sus alas se detuvieran. Cayó y la poca vida que le quedaba, se la apagó el zapato de un transeúnte.

Alberto.

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