MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 30 de marzo de 2011

LAS PILDORAS DEL DR. ROSS.


La primera novia.

"Procure que sus palabras sean agradables, amables y dulces por si algún día se las tiene que tragar". Ignacio Orrego.


Recordando marcas de productos que se consumía hace mucho tiempo se encuentra una que yo tengo presente por su efectividad. Se trata de Píldoras del Dr, Ross. Eran unas pídoritas pequeñitas de un color fresa, que más se demoraba la persona en tomarla, cuando comenzaba su efecto. O sea, que uno debía estar muy cerca del inodoro para no ir atener una mala pasada. Alguna vez se comentaba de alguien que se distinguía por ser persona pegajoso en lo tocante al licor, pues bien, se comenta que en el vaso de cerveza le hecharon unas pildoritas de éstas y los resultados fueron hediondos y nuestro hombre quedó hecho una porquería. Trementina otro producto que se publicaba en la radio; Pectoral de Sábila, OK Gómez Plata, para los dolores de cabeza y cuyos carros repartidores, también presentaban cine en el marco de la plaza; leche de Magnesia Fhilisp que era un laxante; cuando una


persona estaba enferma de gripe se utilizaban gotas Penetro, pero los más sofisticados usaban inhaladores que introducían por las ventanas de la nariz; tenía olor agradable que lo hacía muy perseguido, en la publicidad tenía como slogan: "Donde penetra penetro, no penetra el catarro".

Cuando hablamos del almacén "El Sitio", no se puede omitir, que fue también el primer letrero publicitario luminoso que tuvo Copacabana y que de ese acontecimiento nace una anécdota con Eduardo Fonnegra. El pueblo como ya se ha dicho en otras oportunidades, era demasiado tranquilo, pues bien, una tarde estando varios amigos sin tener nada que hacer, Eduardo alanzó a ver el aviso prendido y de inmediato exclamó: "miren ya tenemos motivo para tomarnos unos tragos, hay que inaugurar éste adelanto de la población". Y dicho y hecho, todos llegamos al hogar con una copa de más.

miércoles, 23 de marzo de 2011

UNA HOJITA...


"Una persona que no arriesga nada por sus ideas, no valen nada sus ideas, o no vale nada la persona" Platón.
El viento sopló sin que nadie lo esperara. De frondoso árbol la hojita que vivía contenta en una de las ramas, a pesar de su esfuerzo, no pudo contenerse y cayó en un manantial que estaba dando inicio a la vida en la cima de la montaña; miraba hacia arriba y veía que su desprendimiento pudo haber sido fatal, pero aquel espacio de agua le amortiguó la caída y continuaba viva. Del manantial se formaba una pequeña corriente que la invitó a que se fueran juntas a recorrer. Sabía que en el transcurso del viaje podría encontrar muchas dificultades, que encontaría en el recorrido cosas diferentes algunas llenas de encanto, pero, otras, de seguro, le hicieran daño. ¿Qué hacer? Miró el tronco fuerte en dónde había vivido, que por allí subía desde la raíces el alimento del que ella se nutrió; sintió dolor, pero pudo más su curiosidad y le respondió: ¡Hagamos juntas el viaje! En principio se golpeaba en pequeñas piedrecillas que estaban a la orilla; de un momento a otro, la corriente se hacía mucho más fuerte. Sintió miedo y quiso regresar, pero se le hizo imposible. Ya la corriente se fue transformando en quebrada, los golpes eran contra piedras grandes que la rebotaban contra otras; estaba mareada de ir de un lado a otro, quería llorar por el error de no haberse quedado sirviendo a la tierra en su fecundación, pero ya no existía remedio, debía continuar. Vio a un costado que otras hojas nacidas en otras ramas de árboles estaban en las mismas condiciones; estas le dijeron muchas cosas y diferentes que ella, se confundió aun más, no percibía cual tenía la razón. Se dijo: seguiré hasta el final, la corriente que ha estado a mi lado me ayudará a encontrar la meta que juntos nos trazamos.

De pronto, las aguas se hicieron majestuosas. Sí. Estaban en los brazos del caudaloso río; miraba atónita la belleza del paisaje. árboles inmensos atiborrados de aves que llegaban en inmigración desde lejanos países buscando lugar seguro para descansar. Veía cielos claros con un azul diferente al suyo, la mirada la posaba en llanuras verdes que se perdían en el horizonte; estaba feliz de ver que había logrado sortear obstáculos cómo aquel en que cayó de una cascada que por poco la destruye o aquella, que un pez inmenso quería comérsela.
Dime amiga corriente qué me haz brindado tu amistad y ayuda en todo momento: ¿ha dónde llegaremos? Hojita, estamos cerca de llegar al mar. Hemos triunfado al saber atravesar las dificultades del recorrido que nos brindó el día y la noche: las adversidades, la ignorancia, la incultura y la falta de amor. ¡ Mira, allí está el mar! ¡Nos hemos salvado!

miércoles, 16 de marzo de 2011

OH LAS MALDITAS CAUCHERAS...


Aquel sábado el cielo estaba azul sin siquiera una nube que presagiara aquel día podría ponerse a llover o que ellas, hicieran ponerlo oscuro. Las montañas a lo lejos mostraban su majestuosidad sembradas por las manos callosas de los hermosos campesinos que antes que despunte el sol en el horizonte, se dirigen a las eras de su labranza para con amor dejar regada las semillas que con el tiempo crecerán para calmar el hambre de hombres, mujeres y niños. Habíamos hecho los mandados en el hogar que nuestros padres nos ordenaron aprovechando que era día de descanso en la escuela y que ellos, sabían que de alguna manera, eso tan pequeño, nos formában responsabilidades para el futuro. La llamada de la madre al desayuno con arepa (pan de maíz) untada de mantequilla, huevos revueltos y fríjoles del día anterior calentados y revueltos con tomate y cebolla (ahogado u hogado), tasa de chocolate y...a comer se dijo. La noche anterior con los amigos se había acordado que después de cumplir con las faenas hogareñas, nos encontraríamos junto al puente a lo que nosotros llamábamos la "quebradita" para irnos por las vegas del río, unas veces, otras por las riveras de la quebrada Piedras Blancas, una más, por las arboledas de las fincas cercanas en busca de unos animalitos que único mal que hacen es brindar sonoros cantos o llenar de colores el paisaje. Sí. Todos a una, teníamos hechos criminales artefactos fabricados con cuatro líneas de caucho pegadas en una punta a dos ojaletes de cuero clavados en un trozo de madera que llamábamos horqueta y en la parte de atrás un cuero recortado que denominábamos zoche en lo que colocábamos las piedras que íbamos sacando de una taleguilla en la que teníamos por montones.


Y llegaba el triste momento. Cómo criminales al asecho mimetizados entre las ramas de los árboles esperábamos silenciosamente por largos momentos que llegaran los pajaritos: azulejos, pinches, torcazas, sangre toros y siriríes; estirábamos los cauchos hasta dónde nos diera la fuerza, apuntábamos bien y...era un ave que ya no se escuchaba más en el pentágrama musical de la naturaleza y que pasaba volando hasta caer en la maleza y nosotros quedamos marcados para siempre con un dolor de nostalgia que no se nos borrará.

miércoles, 9 de marzo de 2011

RECUERDOS DEL DEPORTE.



Bandera de Copacabana.

Por el año de 1949 la cancha de la Pedrera se llenaba de espectadores que querían ver a su equipo de fútbol ganar partidos contra los que venían de la ciudad de Medellín. Aquello era todo un espectáculo que interrumpía la tranquilidad del poblado. La cancha que era un tapetíco por lo bien engramada y porque en el subsuelo una arenilla la hacía más suave, ésta la dejaba el río en sus desbordamientos, pues el predio, estaba en la margen derecha. Estaba delineada en uno de sus costados por frondosos árboles de búcaros, que con sus sombras daba a los hinchas frescura; en ese lugar, se desvestían los jugadores, era pues como camerinos. La vestimenta la componía: camiseta blanca, amarilla y verde, pantaloneta blanca, medias amarillas y verdes; se jugaba al que más duro le diera al balón o al que más la elevara, se jugaba con los testículos, cómo ellos lo decían: "el fútbol, no es para maricas".

Mucho de los jugadores se ponían en la cabeza boinas, que para aquel tiempo era la moda. Había un jugador que no se ponía guayos, era Gustavo Puerta (galleto), quien sacaba arena del río, le pegaba duro al balón cómo nadie y se hacía unos golazos impresionantes; pero la cosa se ponía color de hormiga cuando el equipo perdía. La



Costado nor-oriental del viejo parque.

gente se le iba a los contrincantes con palos, piedras y hasta armas cortopunzantes y los visitantes como Dios los ayudaba recogían sus ropas y así se lanzaban al río para cruzarlo a nado logrando escapar sin que su humanidad fuera estropeada, éste acontecimiento llenaba de júbilo a la mayoría de los niños, que al día siguiente en la escuela, se paraban a contar lo bueno que habían pasado en la hermosa cancha de la Pedrera. De los jugadores de entonces se recuerda a: Jesús González (care crimen), Cese Cadavid, Hernán Graciano (mitigal), Gustavo Puerta (galleto), Rafael y Raúl Mejía, Pablo Villa, Alberto, Anibal y Guillermo Jimenez, Rafael Mesa (torrolo), Hernán y Jairo Arango, Iván Villa, Iván Córdoba (culeco), y otros que la memoria deja escapar. Por no pago del municipio al dueño de predio, la cancha se terminó y Encarnación Mora, continuo con su corral de bestias de engorde y amanzamiento.

miércoles, 2 de marzo de 2011

"LOS COLOMBIAS".


En el barrio la Asunción parte alta, la familia Gómez, tenía su asiento habitacional. Don Enrique y doña Lala, procrearon una buena cantidad de hijos que se distinguían por ser unos trabajadores eficientes y muy dedicados a lo que emprendían; en principio con el padre en las labores de la arriería, cargando caña de azúcar para los trapiches, algunos de su propiedad y, en días de molienda se veían en los ajetreos que


Maestras del antiguo Copacabana.
éste hermoso oficio demanda: introduciendo caña en el molino, haciendo lamentar las cañas que al sentirse oprimida, lloran con lágrimas dulces; encarrando el bagazo, atizando el horno, removiendo las pailas hasta darles la consistencia. Después se colocaron en distintas empresas, como la UNCO, donde Eduardo, uno de los mayores se colocó, en poco tiempo, aprendió a repujar el aluminio. En la parte de atrás de la casa de los padres construyó un pequeño local y comenzó a producir sus propios productos, tales cómo ollas, portacomidas, poncheras y de allí con su torno, en compañía de sus demás hermanos nació IMELDA.

Altar de la Virgen de la Asunción, patrona de Copacabana.
Eduardo, es un caso típico de la inteligencia natural que Dios da al hombre; no tenía estudio, no sabía leer ni escribir, los negocios los hacía por intuición, pero no perdía, casi siempre el ganador era él. Se fue haciendo imperiosa la necesidad de colocar más trabajadores, introducir nuevos turnos para dar cumplimiento a los clientes que cada día eran mayores, ya no sólo era el departamento, sino que otras regiones del país le hacían pedidos. Hoy por hoy, Eduardo, es un respetado industrial. Creo que éste caso es como muchos de la inteligencia o numen de una raza privilegiada, que cómo los magos, de la nada hacen salir un ramo de flores. Así nació esta empresa que en buena parte a llegado a contribuir con las gentes de Copacabana. También fue un hombre amante de los deportes, patrocinando clubes de balompié que dieron buenas satisfacciones ya que sus campañas no dejaron que desear. Les decían los "Colombias" por la manera de hablar, que no era otra que la que expresan los campesinos de Antioquia, con su forma fuerte de hacerlo.