MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿POR QUÉ?


Foto: AMV.



"Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos". (?)



Uno ve con tristeza el desaparecer de los periódicos, la radio y en las conversaciones normales de la gente, palabras que años atrás eran tan comunes; quedan rotuladas como arcaísmos. El leer, se ha convertido en algo dificultoso. Los escritos está llenos de abreviaturas, siglas y tantos otros recortes, qué el que no tenga un diccionario especializado en el tema, se queda -mamando-; claro está, que los mayores perjudicados son los viejos, ellos no han entrado en la moda de Chévere, continúan usando palabras castizas con las que nacieron y los maestros los educaron. Existen tantas preguntas en el socavón del cerebro que sólo sirven para acrecentar el dolor del tiempo pasado. Oír hablar a los jóvenes, es quedar perdido, no sé es capaz de entenderlos, pareciera que se está en otro país con diferente lengua a la de Cervantes.







Foto: AMV.




¿Por qué ya ni los vientos son iguales? En las montañas, valles, pueblos y ciudades pasaba acariciando la suave brisa los rostros de los niños y los ancianos absorbían el aroma de flores que traía desde las cordilleras; a cada cuadra, cambiaba de olor lo mismo que de frescura, era como sí quisiera darle gusto a todos.




Se han perdido las muñecas de las niñas, yacen inertes y empolvadas en el rincón más olvidado. ¿Eso para qué? ¡Ya son -madres-¡ El hijo no recibe la caricia tierna, se cambió por el golpe de lo indeseado y la frustración.




Caos, caos y...más caos. ¿Sí vamos evolucionando tal como lo gritan los que tienen la sartén por el mango? ¿O serán embustes con los que se quiere tapar la involución que nos está llevando de nuevo a la edad de los cavernícolas?




El poeta de la raza como se le conoce a Jorge Robledo Ortiz, dijo en su poema: Si quiera se murieron los abuelos:




(...) Si quiera se murieron los abuelos




creyendo en la blancura de los cisnes.




Hubo una Antioquia de himnos vertícales,




de azadas y clarines.




Un pueblo que veía en las estrellas




dorados espolines. (...)

















miércoles, 21 de septiembre de 2011

DON FORTUNATO.



Foto: AMV.
"la edad se apodera de nosotros por sorpresa, sin sentirla llegar". (Francis Bacon)


En el pueblo no existían panaderías en forma comercial; en algunas casas o tiendas se elaboraba de forma artesanal para el consumo del hogar. Por ejemplo don Zoilo, en su pequeña tienda vendía panes y bizcochos ¡Y qué bizcochos! eran pequeños, tostados y bien horneados, eso hacía que nunca le faltara clientela, sobre todo de niños que con su dentadura fina, hicieran volar al aire pedazos de la harina.

Un buen día, cerca de la fábrica IMUSA, llega una familia compuesta por cuatro personas, padres y dos hijos, venidos del norte del departamento y en su propio hogar le dieran vida a una panadería. Ya le habían puesto nombre: "La Reina". Sí, reina en sabor y variedad de productos. La fragancia se sentía a varias cuadras a la redonda. Cuando se salía de las aulas escolares, al llegar a La Reina, se realizaba una parada para comprar uno de los productos cual era un crocante pastel relleno de arequipe, que se llamaba "encarcelado", no creo que existiera un "preso" tan bueno en muchas leguas a la distancia.



Don Fortunato Muñoz, el dueño de aquella apetitosa mies, era un hombre robusto y de prominente papada, que cuando tenía sus aguardientes encima, cantaba entonado la melodía de Agustín Lara: Granada, en verdad qué lo hacía bien. La panadería se veía a diario llena de personas que compraban los productos para consumir a la hora de los desayunos o en las horas de la tarde en lo que en Antioquia se ha llamado el "algo"; pero la fila inmensa de compradores estaba compuesta por la chiquillería detrás de los endulzados coquetamente y que los dueños amable y diligentemente atendían con sonrisa en los labios, agregándole la frase: ¡Mijo, ahí le eché la encima!














miércoles, 14 de septiembre de 2011

"¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS"?





Foto: Mario Correa.
"Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer". ( Ruben Darío)



En los pueblos pequeños, todo el mundo se conoce. Desde el primer año de escuela se conforman amistades que perduran en el tiempo. Hay quienes logran encumbrarse y desaparecen del poblado, son carcomidos por la ingratitud hasta tal punto, que niegan el nacimiento en el pequeño villorrio; hay algunos que se cambian de nombre y jamás vuelven a transitar por las calles que los vio recorrer cargados de canicas, de trompo en la mano o jugando perinola en la esquina del hogar, Sacan de la memoria a la niña aquella que a la salida de la escuela le daba miraditas de soslayo que lo hacían enrojecer. Esos son para olvidar. Se habla de los que siempre son amigos en los momentos grandiosos que da la vida o en las bajadas inauditas que esconde la existencia. De aquellos que de cabeza cana, hijos y nietos, te brindan una sonrisa, que te invitan a pasar a la casa y te dicen: viejo cómo estás. Esos mismos que en el ayer recorrían trochas, veredas, qué se encaramaban a los árboles de naranjas y mangos para recoger los apreciados frutos; los que hacían clavados desde las piedras que circundaban la quebrada y salían a la superficie con vanidosa sonrisa; de esos mismos que fueron castigados por los maestros por una falta leve que los sacó de casillas; sí, de aquel que lloró, por no saber la tarea de aritmética y a quien el "educador" le dijo: ¡Burro! Son esos los que se han quedado habitando en el corazón y que no es raro qué en sueños estén presentes y en la realidad se amen.




Foto: AMV.
La lozanía de aquellos años primaverales se ha extinguido. Hoy, prominentes arrugas, cubren el rostro; los cabellos son copos de nieve o escasos; las manos son temblorosas, los ojos hacen esfuerzos para mirar el contorno y los pies se arrastran o necesitan un apoyo extra. ¡Todo ha cambiado! ¡ Se ha llegado a la cúspide de la vida!

En los viejos campanarios de las iglesias se agitan las campanas, el repique triste, es el que invita a los feligreses a acompañar el féretro de alguien que ya cansado, ha dejado de existir, llevándose consigo la experiencia acumulada por tantos años y qué, un minúsculo grupo de amigos le dicen adiós...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

LOS CAMBIOS QUE DA LA VIDA.



Foto: Alba Pineda.


"La madurez es la etapa de la vida en la cual ya ha pasado la tempestad...pero aún continua relampagueando". (Francisco Aramburo).


Cuando en el pasado se llegaba a la consumación del noviazgo, las parejas y los padres de éstas, se reunían en la casa de la novia para ultimar los detalles de la boda. Se comunicaban por teléfono con los parientes más cercanos y con las amistades. Algunas personas rimbombantes expedían tarjetas de invitación.


El día anterior a la boda, era costumbre que todos los invitados hicieran una fiesta de despedida en casa de quien sería la próxima esposa; ese momento se aprovechaba para llevar los regalos, abrazos, besos y buenas intenciones para una felicidad completa de la nueva pareja. Copita por aquí, algunos comestibles por allá; radiola que se enciende y el disco que empieza a sonar; caballeros que invitan a las damas a danzar. Se presenta a los qué no se conocían, se abrazan cómo sí hiciera muchos años se conocieran. Todo es cordialidad. Muchos de los vecinos se asoman por las ventanas a curiosear, hasta que una voz desde adentro los invita a pasar. La casa se llena y el calor se hace insoportable, pero eso no importa, es la primera hija que llevarán al altar y quieren que sea feliz. El día después el cura los hace marido y mujer; a la salida abrazos, llantos. Todo queda consumado. La nueva pareja vivirá por siempre juntos hasta que la muerte los separe.






Foto de Internet.
Hoy es indispensable para asistir a la boda, llámese familiar o amistad, una tarjeta esplendorosa (si no le ha llegado, jamás podrá ser parte de la fiesta), aunque usted sea allegado a los contrayentes. La tarjeta de invitación viene dentro de un estuche apergaminado de distintos colores (según el gusto). En la parte de abajo, a la derecha, las iniciales en alto relieve de la pareja. La esquela reza así: "Consagramos nuestro amor a Dios, y deseamos compartir la alegría de unirnos por el Sacramento de Matrimonio, invitándolos a las Ceremonias Religiosas que se celebrarán..., día, mes, hora, lugar y dirección. Punto de recepción en un sitio caché y abajo a la derecha, debe confirmar la asistencia. Lo más desconcertante de todo el asunto, es que en la parte de arriba del estuche pegado está un cartocito cuadrado que dice: LISTA DE REGALOS y te agrega dónde se deben de comprar. Sin más, te están cobrando la asistencia. ¿Cómo el matrimonio dura seis meses (si acaso), quien se queda con los regalos? ¡Qué sean muy felices!