MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de marzo de 2012

EL PICHIRILO.

Delantera del Deportes Copacabana año 1959.
"Un ganador escucha. Un perdedor interrumpe y habla costantemente. (?)

De genios y locos todos tenemos un poco. Eso, lo fue Carlos Fonnegra Gómez, en la añeja Copacabana, la llamada fundadora de pueblos.

En la década de los 60, nuestro hombre, que era un inquieto personaje, de intelecto fuera de lo normal, le dio por construir un automóvil; pero, la idea no se quedó en el tintero. Carlos, con alguno de sus amigos que tenían conocimiento en mecánica automotriz, empezó la labor en una casa grande cerca del sector de la Pedrera. En el patio central de la vivienda fueron apareciendo distintas piezas con las que armaría el vehículo. Como es costumbre en éstos casos, todos lo llamaban iluso. En las cantinas en sus bebatas de aguardiente, no podía faltar el parroquiano que le hiciera chanzas de mal gusto, que él, con su buen humor, refutaba y, en vez, de hacerle daño, pareciera que lo incitaba a continuar con más ahínco en la terminación de aquella idea que se había trazado.

Pasaban los días y los meses y del carro no se tenían noticias; se murmuraba que de la locura de Carlos, sólo saldría un fracaso; que había perdido tiempo y dinero. Pero llegó la hora y la bomba explotó. Entre tragos de licor, el Muelón, como lo apodaban, les dijo a los contertulios: mañana saldrá a la calle el 'Pichirilo', nombre con el que bautizó a su 'hijo' metálico y rodante.

Club Deportes Copacabana.
Muchas personas rodearon la antigua casa donde se hizo la construcción del aparato, a la espera de poder verlo; pero en la inteligencia del muelón, no estaba el de que lo construyó en el interior de la vivienda y que para sacarlo de allí, se tenía que tumbar medio paredón de la entrada principal; así, se tuvo que hacer, para que el pichirilo saliera conducido por Carlos por las principales calles, mostrando orgulloso su inmensa dentadura, con la que la vez se reía de los curiosos, que habían dudado de su inteligencia y dedicación.

miércoles, 21 de marzo de 2012

MAMA LUISA.

Costado nor-oriental del parque. Foto: Monografía de Copacabana.
"Si deseas ser feliz una hora embriágate; si deseas ser feliz una semana cásate; si deseas ser feliz toda una vida siembra un jardín" (?)

En principio del recuerdo, tenía su propiedad en la subida del cementerio. Una casa grande con chambrana; construcción en bahareque, un gran solar para encerrar el ganado y buenos ejemplares equinos. Lindaba por atrás, con la quebrada Piedras Blancas y los guayabales de Don Ramón Ríos (Ramoncito).

Doña Luisa, a quien todos llamaban "Mama Luisa", era a pesar de los años, una mujer agraciada, de caminar suelto y sensual. Con Don Octavio Sierra su esposo, procrearon varios hijos; las mujeres, sacaron de la madre el típico desenvolvimiento en el andar, como también, el ser de armas tomar.

A hijos y nietos, les enseñó a no perder el tiempo. A toda hora estaban trabajando en los menesteres hogareños. Cuidaban del aseo de los caballos, recogida y ordeño de las vacas; atentos en los partos de los animales; cada uno sabía del oficio que le correspondía. En el que eran todos acuciosos, era en el estar atentos a la carnicería, pues de ella, salía el dinero, con el que podían permitirse una vida holgada; así los conocían en el resto del poblado cuando exclamaban: ¡Esos, son ricos!
Los Alberto, locutores de Radio Copacabana. Foto: Monografía de Copacabana.
Era admiración verlos pasar a todos montados en sus cabalgaduras, los días festivos o domingos y tomar la vía que conduce al pueblo cercano, para llegar a los estaderos anclados a la orilla de la carretera. Todos y todas bailaban, trago de aguardiente en cada boca, menos en la de los niños, que tomaban refresco con salchichón. De regreso ya al anochecer, entraban al parque principal rastrillando las herraduras de los alazanes y sorbiendo licor en las cantinas, donde eran atendidos sin bajarse de los animales, con premura y respeto.

Hay de aquel que se atreviera a irrespetar a una de sus hijas o, mirar mal a su esposo. Mama Luisa, se envalentonaba y hacía el ademán de extraer el revolver que cargaba siempre para defender lo que tanto amaba.

miércoles, 14 de marzo de 2012

APARECIDO, LLENO DE ASTUCIA.

Foto: Monografía de Copacabana.
"La resignacion, es el talento de la impotencia" (Vargas Vila)

Se ha repetido, sobre la inmensa paz que se respiraba en el pueblo, por la década de los años 50. Cuando el reloj, allá en el campanario, daba armoniosamente las tres de la tarde, muy pocas personas caminaban por el parque principal. Alguna que otra anciana, desfilaba por el amplio atrio, ataviada pulcramente, para visitar la iglesia, después de saludar al párroco, que caminaba lentamente, puestos los ojos sobre el breviario.

Un día cualquiera, apareció un imberbe joven ¿de dónde y por qué llegó? ¿Nunca se supo! El caso, es que pronto se granjeó el aprecio de dos acaudalados dueños de negocios, separados por una cuadra de distancia. Uno de ellos, tenía una cantina bien surtida, a la cual no le faltaba clientela a pesar, ser de una carácter ácido cómo de limón; el otro, en su esquina poseía una tienda de abarrotes en la que vendía de todo, ya fuera por unidad o por cantidad.

Nuestro aparecido monzalbete, era utilizado para llevar o traer desde la tienda, cualquier artículo, que fuera necesario. Traía cigarrillos, tabacos, fósforos, cajas de cerveza y aquello que tanto se consumía en las cantinas ¡El aguardiente! Jamás decía no a nada y con una sonrisa entre los labios hacía el recorrido, llevando religiosamente el dinero que como pago le entregaban. Se había ganado la admiración y respeto por su conducta honorable.
Foto: Monografía de Copacabana.
Pasaron varios meses y todo marchaba bien. El joven por sus mandados ganaba para pagar su dormida y alimentación. Un día llegó hasta donde el dueño del negocio de abarrotes y le dijo que el señor de la cantina le mandaba a decir, que le enviara 10 botellas de aguardiente, que después se las pagaba, pero que esperara, que iba a ir dónde él, para que saliera a la puerta y se diera cuenta, que era verdad; llegó a la cantina y le dijo al dueño: que el propietario del abarrote, le mandaba a decir, que sí le podía prestar cierta suma de dinero y que para que constatara que era cierto, saliera a la puerta; ambos salieron y alzando los brazos se hicieron señas de aprobación. Todavía, nuestros hombres, lo están esperando...

miércoles, 7 de marzo de 2012

EL USURERO DEL PUEBLO.

Puente de Imusa sobre la quebrada Piedras Blancas.
El fin de la vida es adquirir capacidad para morir alegremente. (Fernando Gonzalez)

La usura es tan vieja como la humanidad y como tal, en el Sitio, no podía faltar un espécimen de tan oprobiosa calaña.
Después de quedar casi inválido debido a un accidente en la empresa a la que prestaba sus servicios, vio la manera de hacer rendir el dinero pagado por la compañía en el seguro de vida, a que tenía derecho. Se recorría todo el pueblo a la espera de encontrar una 'presa' fácil; aquella que por algún motivo estaba pasando por una necesidad. Era rápido y elocuente en el trato, esto lo hacía, que la víctima cayera en sus garras. Le prestaba el dinero a un poco menos de la mitad y con un tiempo corto de cubrir la deuda. Muchos para saldar el préstamo, le hipotecaban sus casas, algunas de ellas cayeron en sus garras.
Asistía a cuanta actividad social programada en la municipalidad: reinados de belleza, para adquirir fondos a instituciones que lo necesitaran; bailes que llevaban el mismo fin, sobre todo, los realizados por el Deportes copacabana, para la consecución de uniformes. Arreglos en el templo, ya fuera para las festividades del día de la patrona o, en el tiempo de Semana Santa. Se movía como pez en el agua. Sabía, que ese comportamiento, realzaba la imagen. La gente vería en él, a un hombre lleno de virtud y dedicado al servicio de los demás. 
 Grupo de teatro. Foto Monografía de Copacabana. 
Los fines de semana, empezando desde el viernes, las personas llenaban los establecimientos de cantina. Entraba en ésta; pasaba a la otra, hasta encontrar en alguna de ellas, a un buen grupo de contertulios, donde no podía faltar aquel, a quien el dinero, no le alcanzaba para seguir en la libación; era el momento en que nuestro hombre, se le ponía a sus órdenes: "te presto dinero hasta el viernes próximo y me pagas el doble" y...para colmos, corría taburete y se sentaba a tomarse todo el trago que más podía, hasta salir cómo una cuba.