MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 21 de marzo de 2012

MAMA LUISA.

Costado nor-oriental del parque. Foto: Monografía de Copacabana.
"Si deseas ser feliz una hora embriágate; si deseas ser feliz una semana cásate; si deseas ser feliz toda una vida siembra un jardín" (?)

En principio del recuerdo, tenía su propiedad en la subida del cementerio. Una casa grande con chambrana; construcción en bahareque, un gran solar para encerrar el ganado y buenos ejemplares equinos. Lindaba por atrás, con la quebrada Piedras Blancas y los guayabales de Don Ramón Ríos (Ramoncito).

Doña Luisa, a quien todos llamaban "Mama Luisa", era a pesar de los años, una mujer agraciada, de caminar suelto y sensual. Con Don Octavio Sierra su esposo, procrearon varios hijos; las mujeres, sacaron de la madre el típico desenvolvimiento en el andar, como también, el ser de armas tomar.

A hijos y nietos, les enseñó a no perder el tiempo. A toda hora estaban trabajando en los menesteres hogareños. Cuidaban del aseo de los caballos, recogida y ordeño de las vacas; atentos en los partos de los animales; cada uno sabía del oficio que le correspondía. En el que eran todos acuciosos, era en el estar atentos a la carnicería, pues de ella, salía el dinero, con el que podían permitirse una vida holgada; así los conocían en el resto del poblado cuando exclamaban: ¡Esos, son ricos!
Los Alberto, locutores de Radio Copacabana. Foto: Monografía de Copacabana.
Era admiración verlos pasar a todos montados en sus cabalgaduras, los días festivos o domingos y tomar la vía que conduce al pueblo cercano, para llegar a los estaderos anclados a la orilla de la carretera. Todos y todas bailaban, trago de aguardiente en cada boca, menos en la de los niños, que tomaban refresco con salchichón. De regreso ya al anochecer, entraban al parque principal rastrillando las herraduras de los alazanes y sorbiendo licor en las cantinas, donde eran atendidos sin bajarse de los animales, con premura y respeto.

Hay de aquel que se atreviera a irrespetar a una de sus hijas o, mirar mal a su esposo. Mama Luisa, se envalentonaba y hacía el ademán de extraer el revolver que cargaba siempre para defender lo que tanto amaba.

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