MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

lunes, 9 de marzo de 2009

Siempre en mi compañía.


En mi vida no ha podido faltar la compañía de un perro, como se ha dicho siempre es el mejor amigo del hombre y lo he creído así; de niño, tal vez por un sentimiento genético, porque desde que tengo uso de razón, recuerdo lo que sentía por ellos ( no quiero decirle animales).

En el barrio Manrique, a dónde llegamos a vivir, por las calendas de 1942, o sea que tenía dos añitos, me enamore perdidamente de una perrita de color amarillo, flacucha, de propiedad de un vecino, fue tanto mi amor, que un buen día y como el dueño lo dejó en la calle yo, sin pensar más nada, me la cargué para las casa y con el objeto de que no me la fueran a quitar, me metí con ella en la pieza de rebujo y más concretamente en medio de dos colchones que tenía una cama que era la que recibía a los visitantes que de vez en cuando llegaban a nuestro hogar, pero mí alegría duró poco, porque al dueño le contaron que el menor de los hijos de Don Francisco la tenía, fue mucho lo que lloré por mi amiguita, porque eso era lo que "Sultana" y yo fuimos. Tal vez por aquel detalle mi padre, cuando estábamos viviendo en Rionegro, un día cuando salimos a recibirlo, como de costumbre, a la llegada de Medellín de su trabajo y él, no dejába que nos le acercáramos a uno de los bolsillos del saco y cómo sería mi alegría al ver que de allí se asomaban unas orejas primero y después, un hocico que eran propiedad de mi nuevo perro. Era muy bonito, crespito, blanco, con un lunar negro en la cara, o sea, que media estaba negra y la otra blanca; en la parte negra, el ojo de aquel lado, no se veía; pero fue muy corta su estadía entre nosotros, debido a que al corto tiempo, se volvió agresivo, sólo a mi madre no la mordía, viendo ésto mi padre y para evitar algo malo en la familia, se lo regaló al señor que traía el bulto de carbón; el fin de "Regalo" mi perrito fue muy triste. Lo tuvo que matar, porque lo que producía su violencia era una sordera que lo hacía insensible a la realidad, cuando me lo contaron duré largo tiempo llorando a mi amiguito que tan ligero me había dejado. ¡Son los primeros dolores que nos da la vida!.







martes, 3 de marzo de 2009

¿Y por qué esos nombres?

Luis Antonio, un pequeño niño de ojos muy despiertos, con su pequeña melena revuelta, tirada desprevenidamente, cubría en parte su frente, en forma despreocupada pero a la vez firme, me preguntó cierto día: ¿Señor, a qué se debe mi nombre? La verdad, porque tus padres querían para ti una forma bonita para que te conocieran, o mejor aún, recordar con él hombres ilustres de la historia. o tal vez, siguiendo como norma, bautizándote según el día de tu nacimiento, con el nombre que aparece en los almanaques. El niño recogió sus juguetes y se fue no muy a gusto con mis explicaciones, pero más intranquilo quedé yo. Pensaba en tantos nombres que no hacen honor a quienes lo llevan, por ejemplo:
María, hace poco salía de un prostíbulo cargada de enfermedades venéreas. Magdalena, la superiora de una comunidad religiosa.
Justo, juez que vende sus veredictos y que condena a quien su pobreza no alcanza a comprar su libertad. Cuantos Jesúses abundan que matan en la oscuridad a sus indefensas víctimas.
Adanes conozco miles, que se dedican a criar perros, pues no tuvieron hijos en sus matrimonios.
Colón, también existen, que no han podido descubrir el camino de regreso a sus casas; de Auroras está el mundo lleno, pero cuantas de ellas no conocen el despertar de un nuevo día.
Socorros, conozco que jamás han estado en circunstancias difíciles; un Sandalio conocí, era oligarca, que jamás se apeó de sus automóviles.
Lázaros, abundan en el mundo que no han sabido de una gripe, ni un cementerio; Armando, es un loco que no dejó vidrio bueno en la ciudad.
Rosa es una mujer que trae morcilla a la casa y la llaman "espantapájaros". Blanca, brilla con el sol de puro negra.