MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de enero de 2015

DAÑO CRUEL


Aureola al amanecer
Siempre habrá la disyuntiva entre el pasado y el presente. Los que opinamos de lo hermoso del ayer y, quienes juzgan de las maravillas del hoy. Se nos llama cavernícolas por vivir añorando ese tiempo que se fue, llevándose en el transcurrir hasta el más mínimo de los instantes simples, que embellecían la existencia. Se quedaron colgados en el almanaque, los hogares establecidos bajo las leyes del amor sincero, la responsabilidad y el decoro. La unidad familiar, se fue muriendo de rodillas, apedreada por la ignominia y la degradación, matando el soporte de la sociedad quedando al garete, yendo sin rumbo fijo, sobre olas de crueldad, sin ancla, capitán y sin puerto.
Los bellos amaneceres con azul infinito, brisa respirable, el verdor de las montañas surcadas de árboles, embrión de nacimientos de aguas que serán quebradas y ríos, que darán profundidad al mar. Agua, creadora de vida. Los cielos inundados de aves, mariposas zigzagueantes de colores sobre la claridad del firmamento; fieras en las madrigueras amamantando las crías en la espesura. La naturaleza cumplía su mandato y el hombre acataba la soberanía. Llegó el momento en que las cabañuelas no encontraron sustento y los campesinos perdieron el rumbo para cosechar. El globo terráqueo sentía que estaba siendo herido por la descompensación y el bello azul que lo cubría iba desapareciendo.


Banquete para Gustavo

De las montañas, se esfumó el verdor para darle paso a tejas, ladrillos y cemento de urbanizadores voraces cambiadores de árboles por pesos, mientras la fauna retrocedía en desbandada; los surcos en cristales policromos de ventanales sin paisaje. La mar en fuertes oleajes, resoplaba airada por la contaminación de sus aguas, los ríos salen de cauce, para tomar venganza por la usurpación de sus riberas despojadas de vegetación. El rechazo de la naturaleza contra la avaricia del hombre, está anticipando el apocalipsis. El dinero no inflará las arcas de los bancos, rodará por la oscuridad del vacío. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Y...EL CURA SE NOJÓ


Los niños en la chambrana

Hasta la emisora RADIO COPACABANA, llegó un día la voz de que los ancianos botados al asilo, estaban pasando trabajos y, que la estadía allí, no era la mejor. Se inició de inmediato una campaña por sus ondas, para incentivar a la ciudadanía a que posara sus miradas hacia aquel lugar, a la que iban a terminar los viejitos lanzados por la ingratitud de familiares y de una sociedad perversa, que olvidan que ellos fueron los pilares de la extensión de la descendencia, que con su lucha, amor, honorabilidad, hicieron posible darles sustento.
La campaña dio frutos. Empresas del pueblo, lugares vecinos, personas del común, empezaron hacer llegar voces de estímulo, pues comprendían, que la vida degradante llevada por octogenarios, era un acto de villanía contra los derechos humanos y la sensibilidad no se hizo esperar. Hasta la junta administradora del asilo, legaban toda clase de obsequios, que mitigarían las necesidades de tan bellos seres, que su único pecado, era haber cumplido con el derrotero de llegar a viejos en un hogar vacío de sentimientos y desafección, que los abandonó en el declive de sus vidas. Alguien donó, una máquina de coser en que las mujeres, retomarían el espíritu de servicio y de utilidad, sus rostros se empaparon en lágrimas, pero, ésta vez, de alegría; sentían qué volvían a hacer útiles ante tanta soledad.


Una empanada para el colesterol

Al único que se le amargó la vida, por aquella campaña de solidaridad, fue al párroco, presidente de la junta administradora de unas paredes vacías de amor y comprensión, en que unos seres debilitados por los años, morían abrazados a la esperanza de un final digno. Se le oyó decir, que alzaría los brazos al cielo, para pedir la excomunión, para quienes se atrevieron a denunciar los atropellos contra un puñado de seres vivos, que la ingratitud lanzó al olvido. Él, con su panza llena, no sabía del dolor.    

 

miércoles, 14 de enero de 2015

LAS CARICIAS DEL TIEMPO


Amor por lo alto
Cuando se ha transitado mucho por el galimatías de la vida, es imposible, no estar colmado de recuerdos, que aunque no se quiera, piden salida del sarcófago del tiempo, revivir de las cenizas, igual que el ave Fénix trayendo en sus fuertes garras, el pasado de ilusiones hasta el hoy de realidad. Muchos, son delicados igual que brisa matutina, que refrescan el alma como un bálsamo paliativo, sobre los cuales se quisiera descargar la averiada caparazón del cuerpo y en un abrazo idílico, dormirse cual dos amantes en un éxtasis de amor. La contraparte son los instantes amargos igual que el ajenjo, al absorberlos en la copa de la vida, embriaga la existencia nebulizando las lágrimas, en finos cristales de amargura. Esos, son sepultados para siempre, para que la placidez de los años, no sea estropeada y pueda balancearse en la hamaca del reposo, en el atardecer cuando el sol declina en el horizonte.  
De los que vienen perfumados con esencias de ángeles, como aquel de la Primera Comunión; esperada con la melena revuelta, el bolsillo lleno de bolas de cristal, zapatos raspados por el trajín de juegos alocados, queda hirviendo en el túnel de la añoranza, la alegría al ver caer en mil pedazos la olla de barro de sorpresas, colgada de una viga de la que sólo quedaba el lazo, mientras por el suelo, rodaban los confites, carritos, muñecos y soldaditos de plomo de mil colores.


Perdí mi patica
Llegaban de los cuatro puntos cardinales, estampitas con el rostro de la Virgen, con leyendas alusivas al instante glorioso; envuelto con curia por manos delicadas, aparecían el dominó, las loterías, la pelota de números, con la respectiva leyenda de dedicatoria en una caligrafía hermosa de perfil y grueso, que parecía escrita con la mano de un querubín queriendo hacer parte de la festividad hogareña. 
Esos instantes sencillos vividos, son la brújula que marca el derrotero de la existencia, los que empapan el alma de fragancia y son pilares en que se apoya la vejez al percibir sus caricias.             


miércoles, 7 de enero de 2015

RECUERDO DE MIS PERROS


Pacho mi penultimo compañero

Fue algo cómo un signo con el que llegué al mundo el amar la naturaleza. Me encantaba el verdor de las cosas que rodeaban la vida, el olor a tierra, era un bálsamo a los sentidos; el correr del agua incitaba a empaparme en un echo de purificación. Absorbía mi mente la altura de las cordilleras con su majestuosidad, que hacía ver la pequeñez del hombre y gozaba viendo las casas de los campesinos con sus humeantes chimeneas, aferradas a las laderas, en su afán de no rodar al abismo. Se soñaba haciendo parte de la siembra y recolección del producto de los arados, compartir con ellos, las tardes frescas entonando bambucos mirando hacia la lontananza la separación del día, cuando la noche lo cubre con su manto, mientras van pasando la pepas del rosario. Se sentía atraído, por todo aquello que hacía parte de la estampa campesina con sus árboles atiborrados de frutos, descanso de aves que engalanaban de trinos sus ramas; se sentía enamorado de la belleza de las flores silvestres que recogidas paraban en las trenzas de la belleza ingenua de mujeres enamoradas del viento. Se extasiaba viendo el corretear de los caballos y la alegría de los conejos. Aquello, le expandía el alma.
Pero la máxima atracción a los sentidos, estaba en la gratitud de la amistad de los perros. Acaso tendría 3 años de edad, cuando le ‘robó’ a un vecino la mascota, lloraba para que no sé la quitaran.

Mis últimos grandes amigos

El padre conmovido por la angustia del hijo, se dio a la tarea de comprarle un cachorro. Cualquier día en el bolsillo del saco, llegó su primer canino; después de él, siguieron muchos convertidos en sus compañeros inseparables; sentía en cada una de las actitudes, el desbordamiento de un amor sin ventajas; ellos le pertenecían y él para ellos, en el oasis refrescante al que acudían para hallar recompensa. Uno tras otro fueron pasando, sin que ninguno fuera olvidado. En la memoria han quedado como el daguerrotipo de la gratitud, que el hombre, en su afán de poder a desconocido, para morir sin dar ni recibir amor.