MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL PELIGRO DE LA INGRATITUD.



Cementerio de Copacabana.
..."Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa" (Proverbio Árabe)

La calma estaba sembrada en todo los rincones del pueblo. Desde las montañas guardianas, se deslizaba la brisa pasando por encima de árboles y cultivos de los campesinos que con azadón en mano cultivaban alimento y paz.

A uno de los barrios un día cualquiera apareció un hombre que había emigrado de su tierra natal. Un ser bueno, imaginó lo difícil de la situación del extraño y le abrió la puertas del hogar conformado por la esposa y tres pequeños hijos. Le brindó cama para descansar, alimento para mitigar el hambre y por sí fuera poco, hizo qué en la empresa donde él trabajaba, lo acogieran. Las cosas marchaban de forma normal por algún tiempo. Cualquier día el extraño, empezó a aprovechar la ausencia del dueño de la casa, para galantear a la esposa; ella una mujer digna y fiel, evadía los requiebros del intruso, más, éste insistía. No sabía qué hacer. ¿Callar? Eso haría qué las cosas se acrecentaran y el hombre pensara, que ella, silenciosamente aprobaba. No. Se lo tenía que contar a su amado esposo. Así lo hizo.


Foto: Monografía de Copacabana.
El samaritano le dijo aquel ingrato que debía marcharse de su hogar a la menor brevedad. Desde ese momento el emigrante, inició la manera de vengarse. El día del Corpus Cristi venía atareado con un bulto de comida para la familia, cuando desde un matorral le salió aquel a quien él, le había brindado ayuda; de machete en mano, lo agredió de forma mortal; en el suelo gravemente herido y casi ya sin fuerzas, alcanzó desde el cinto a sacar su revolver, le apuntó a la cabeza y disparó dando en el blanco. Con un hilillo de sangre que brotaba de la frente, caminó unos pasos, cayendo muerto sobre el cuerpo inerte del que con amor, fuera su anfitrión en los momentos de soledad. ¡No es un invento; fue la realidad!

Un próspero año 2012 para todos los que de cualquier lugar del mundo han puesto sus ojos en éstas líneas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

HA...MARÍA (?)



Foto aérea de Copacabana.
"Las arrugas de tu cara es la historia de bondad escrita en fino pergamino". (?)

La Azulita, una cinta de carretera y camino transitado por personas que tenían sus casas aferradas a la montaña; eran a la vez un condominio de personas ligadas por la familiaridad.

Está situada detrás del cementerio a pocas cuadras del centro del pueblo. Por algún motivo ancestral, sus ocupantes, cada ocho días desde el viernes, se dejaban arrastrar por los placeres del dios Baco. Amantes a la música bailable. Formaban en uno de los hogares de un momento a otro, un encuentro de parejas que danzaban al compás del disco que giraba como loco en el tocadisco. Aparecía llevado por los hombres, botellas de licor que se iba ingiriendo ávidamente. Alzaban la copa para brindar por los dueños de la casa o por la pareja qué en el centro de la pieza, demostraba las mejores habilidades. Se escuchaban a varias cuadras a la redonda los gritos de alegría mientras se encontraban eufóricos, aún no se había llegado a la etapa del león; que es, cuando los etílicos, nublan la mente. Se pasa del jolgorio a la ira, odio y valentonada. Aquel qué no quería bailar por timidez, se convierte en el pirata Morgan.



Foto: Monografía de Copacabana.
Mujeres y hombres bebían por igual. Las parejas danzantes eran pocas en el salón; se constituían pequeños grupos en la cocina, la sala y las afueras. Se escuchaban voces altisonantes y un grito amenazante. Entre los contertulios se movía como pez en el agua, una pequeña mujer de trapo blanco que ceñía la cabeza a manera de turbante; tez morena y brillante; pies desnudos, ágiles y seguros. Con los rayos del sol relumbraban las peinillas (machete) en manos de un varón, que atrevido, se le enfrentó a la singular dama ¡Comenzaba el zafarrancho! Ésto es para qué aprendas malparido a respetar las mujeres. La afilada hoja del arma pasó cerca de la cabeza cercenando parte de la oreja; chorros de sangre mezclados con olor a licor, carreras en llevar al herido hasta la botica Nueva para que el doctor Correa estancara la hemorragia y...en el lugar de los hechos, la policía sin poder entrar. Mariíta se había atrincherado.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

SE LE FUE LA "PATA" AL VIEJO.





Foto: de Internet.
El viejo, qué para el caso, es el padre. Era orgulloso del ancestro campesino de donde provenía y como tal un hombre bueno, recto, cumplidor de las obligaciones, amante hasta el delirio de la familia y religioso, sin llegar al fanatismo.



En una temporada de diciembre, después de recibir el sueldo y la prima de navidad de su jubilación y de haber comprado los regalos acostumbrados para el hogar, entre los que venían secretamente escondidos los "traídos del Niño Dios", costumbre arraigada por éstos contornos; tomó camino al pueblo a reclamar a don Ramón, el carnicero, el encargo qué le había hecho desde meses atrás. Al verlo llegar los dos hijos salieron al encuentro, acción sagrada, pero se sorprendieron al verlo atareado con un bulto sobre su hombro que le aplastaba el ala del sombrero y por donde manaban unas pequeñas gotas de sangre. Cómo pudo el viejo descargó en el patio interior, cerca de la cocina, aquella incógnita para la madre y los hijos.




Foto: de Internet.
Sudoroso todavía, empezó a desamarrar. Los ojos del grupo se empezaron a desorbitar. Iba sacando como un prestidigitador toda clase de víceras del chancho, que había sido sacrificado para la alimentación de los habitantes del pueblo y qué el viejo compró cómo sí tuviera un negocio y no un pequeño hogar de cuatro personas.


Foto: de Internet.
Se llamó a doña Felisa, vecina que tenía alguna experiencia en esos menesteres. Todos ayudaban a rellenar tripas, a picar cebolla, tomates y ají para hacer chorizos y morcilla. Aquello era la hecatombe. El olor penetró hasta la paredes; por toda la casa, no se veía sino tripas rellenas colgadas en todas partes. ¿Quién podría comer todo y en cuánto tiempo? La solución salomónica del buen e inexperto padre qué, comprendió un poco tarde el error, fue: "repartan a todos los vecinos para que disfruten" ¡Diciembre, no existe si no uno en todo el año!











miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN DICIEMBRE DE LA ÉPOCA.



Foto: de Internet.
El chisme es el idioma del envidioso. (AMV)

Por aquel morro de majestad, guardián del pueblo, se veía salir en resplandor el astro rey. El cielo había mandado a pasear a las nubes para que permitiera a los moradores ver el azul de qué estaba revestido. Era muy temprano y a pesar de ello, cruzaban por el espacio globos multicolores que asustaban a las aves que revoloteaban por la inmensidad del contorno. Los que lo habían inflado por la candileja soplándolo con la tapa de la olla, esos que prendieron la mecha y al verlo con fuerza, lanzaron al infinito, madrugaron para qué en el cielo empujado por el viento se fuera volando a decir, que estábamos en el mes de la alegría, mes qué debe ser todo el año. El corazón vuelve a su estado natural. Olvida el rencor, es dadivoso, comprensivo y perdonador.


Foto: de un amigo.
La pobreza no era óbice para que de cada hogar saliera humo embriagando de olores que abrían el apetito al transeúnte furtivo. Se veía por los solares, en frente de las casas, en la basura y por los lugares más disímiles plumas de aves de corral. Se llevaba al fogón encendido, la gallina que todo el año había brindado sus huevos y ya clueca, engordaron para esa ocasión. Los gamonales en sus propiedades lujosas, no podían apagar el chillido del cerdo, que un baquiano iba tasajeando de la misma manera que un cirujano. En el solar, sobre tres piedras, estaba acomodada la paila con manteca hirviendo a donde iban a parar pedazos de carne o los desperdicios, qué a decir verdad, tienen mejor gusto. Los pobres y las aves de corto vuelo; los acaudalados y sus marranos, hacían llegar a sus vecinos porciones brindadas con mucho amor. De pronto, en medio de la humareda, una voz de niño gritaba: ¡Va a caer! Sí. En cualquiera de los patios, hacía su entrada el globo multicolor ya sin fuerza, que escogió el lugar para descansar lleno de hollín y de nostalgia.