Foto: de Internet.
El chisme es el idioma del envidioso. (AMV)
El chisme es el idioma del envidioso. (AMV)
Por aquel morro de majestad, guardián del pueblo, se veía salir en resplandor el astro rey. El cielo había mandado a pasear a las nubes para que permitiera a los moradores ver el azul de qué estaba revestido. Era muy temprano y a pesar de ello, cruzaban por el espacio globos multicolores que asustaban a las aves que revoloteaban por la inmensidad del contorno. Los que lo habían inflado por la candileja soplándolo con la tapa de la olla, esos que prendieron la mecha y al verlo con fuerza, lanzaron al infinito, madrugaron para qué en el cielo empujado por el viento se fuera volando a decir, que estábamos en el mes de la alegría, mes qué debe ser todo el año. El corazón vuelve a su estado natural. Olvida el rencor, es dadivoso, comprensivo y perdonador.
Foto: de un amigo.
La pobreza no era óbice para que de cada hogar saliera humo embriagando de olores que abrían el apetito al transeúnte furtivo. Se veía por los solares, en frente de las casas, en la basura y por los lugares más disímiles plumas de aves de corral. Se llevaba al fogón encendido, la gallina que todo el año había brindado sus huevos y ya clueca, engordaron para esa ocasión. Los gamonales en sus propiedades lujosas, no podían apagar el chillido del cerdo, que un baquiano iba tasajeando de la misma manera que un cirujano. En el solar, sobre tres piedras, estaba acomodada la paila con manteca hirviendo a donde iban a parar pedazos de carne o los desperdicios, qué a decir verdad, tienen mejor gusto. Los pobres y las aves de corto vuelo; los acaudalados y sus marranos, hacían llegar a sus vecinos porciones brindadas con mucho amor. De pronto, en medio de la humareda, una voz de niño gritaba: ¡Va a caer! Sí. En cualquiera de los patios, hacía su entrada el globo multicolor ya sin fuerza, que escogió el lugar para descansar lleno de hollín y de nostalgia.
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