MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

lunes, 28 de diciembre de 2009

¡CÓMO OLVIDAR!

Iglesia de Copacabana.
En tiempos pasados no se entraba a la escuela hasta no haber cumplido los 8
años. A mi me costó mucho trabajo el despegarme de mi madre para ir a aprender las primeras letras en la escuela Urbana de Varones como se llamaba para aquellos tiempos, pero con el correr de los días me fui amoldando y ya correteaba por los patios de recreo que era dónde más me amañaba. Cuando estaba en el salón de clases (que era inmenso y de ventanas altas), se escuchaba a eso de las tres de la tarde, siempre dos sonidos que se quedaron retumbando en mi memoria para siempre.
El pueblo era pequeño, de unos 5.000 habitantes. No había el retumbar de los motores de los carros, ni algarabías de los ciudadanos, todo era paz y tranquilidad en el poblado y sobre todo a esa hora en la que dicen que Cristo murió. A mis oídos llegaba desde muy lejos el repiquetear de los martillos de una fragua, en dónde unos hombres toscos, fuertes y mal hablados, construían herramientas para el trabajo del campo. Ese sonido era cómo una música que me adormecía de la cual salia cuando el maestro envalentonado gritaba: "¡Mejía, despierte que estamos en clase!" Sentía que cambiaba de colores, tiritaba cómo si estuviera en el polo y sólo esperaba que sonara la campana, para regresar a mi hogar y maldecía aquel martilleo que me había hecho regañar y ya no me importaba aprender a escribir mi nombre, ni 2+2=4, ni quería saber de religión; que va, era mejor estar en casa en brazos de mi mamá.

Cartilla en que se aprendía a leer.

El otro sonido que me perturba y que aún me pregunto: ¿Por qué lo hacía a la misma hora?, es aquel de un burro de uno de los hombres ricos del poblado, Don Ramón Arango Isaza, que tenía una finca en la parte alta del pueblo a la margen izquierda del río. El animal era cómo un reloj de gran exactitud. En el campanario de la Iglesia sonaba las tres campanadas y aquel animal empezaba a rebuznar tan fuerte que se escuchaba por todo el contorno. Las personas de todo el sitio sabían que eran las tres de la tarde y se preparaban para esperar a sus hijos que saldrían de las escuelas. Hoy me pregunto: ¿Por qué lo hacía y a la misma hora? ¿Qué lo inducía a ésto? ¿Cómo cogió el hábito de dar la hora? La vida es una cajita llena de sorpresas.

Estos son los instrumentos de una fragua.

El amor por el pasado no es una enfermedad de los viejos, es ligar el tiempo ido con el presente, para que los que lleguen conozcan que era el ayer y lo disfruten; porque la historia es primordial para encontrar soluciones en el hoy, que tanta falta está haciendo, para que el mundo sea más humano y no camine a la destrucción.

jueves, 3 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD.


Esta es una bella época para recordar. En mi niñez, pasábamos todo un año esperando los traídos del Niño Jesús. Eran cosas simples, como simple era la vida.
En los hogares de antaño se hacían todo tipo de viandas las que llenaban el comedor que quería reventar: presas de gallina olorosas que nos hacían salir las babas, chorizos colgados cómo mártires que mirábamos de reojo sin disimular el deseo de engullir; postres, natillas, buñuelos y no podían faltar los dulces hechos de cuanta fruta puso Dios en éste paraíso. Brevas, moras, duraznos y tantos otros que decoraban el comedor con sus diferentes colores, era una policromía de amor pintada en el hogar por las manos benditas de la madre.
De aquellos traídos de Niño, no se pueden olvidar fácilmente, los carritos de madera, las pelotas de números que aún rebotan en el corazón, los soldaditos de plomo, que jamás llegaron a disparar, porque no hicieron ninguna guerra. Esa noche del 24 de diciembre era muy difícil conciliar el sueño. Al día siguiente esperábamos la salida del sol, para tirarnos a la calle a disfrutar con los amiguitos de los regalos que intercambiábamos sin egoísmo.
El cielo se iluminaba con la luz de luna llena y relucientes estrellas que se nos confundían con los globos multicolores que surcaban el espacio y que nosotros seguíamos hasta que comenzaban a descender, corríamos como venados por cuanta manga encontrábamos al paso y ya capturado lo volvíamos a lanzar, no sin antes pegarles mensajes de navidad para aquellas personas que no conocíamos, pero que eran nuestras amigas pues no había odio en nuestros corazones.

Los mayores bailaban al compás de música que alegraba el ambiente y que uno sólo sentía envidia de ver a mujeres tan hermosas que deslizaban en los brazos de la pareja; uno decía para sus adentros ¿por qué no estaré yo grande? ¿será que me falta mucho tiempo? Se cantaba y bailaba, se repartía entre los vecinos todas aquellas apetitosas comidas y manjares, así también se recibían de otras casas, era el monopolio del amor que se daba a manos llenas. No siempre todo pasado fue mejor, pero si existen diferencias. En aquellos tiempos la fraternidad era la tecnología, tecnología que hoy nos separa.
En nuestra cultura reinaba para la época de navidad el pesebre que se hacía en unión de toda la familia. Los había de mucha pompa y aquellos sencillos, con José y María, el burro y el buey, las ovejas, patos, gallinas y hasta micos; lo que me parecía raro era que los personajes eran más grandes que las casas, pero que importaba eso, era ver al Niño Jesús recién nacido lo que llenaba nuestros corazones de felicidad. Nos pasábamos por todas las casas rezando la novena y cantando villancicos que acompanábamos con el trinar de unos pajaritos que vendían en el comercio que llenábamos de agua y emitía el mismo sonido. ¡Qué tiempos!

Hoy no quiero pasar esta oportunidad para desearles a todo aquel que lea esta página, una feliz navidad y año nuevo lleno de ventura, especialmente a mis grandes amigas: Venus, que desde su México natal ha seguido pendiente de mis RECUERDOS, a su hermosa hija y a toda su familia; a Lola, que desde la Madre Patria, le ha dado por embadurnarse de mis pensamientos que no quieren dejar morir el pasado, para su hijo y familia un estrecho abrazo y que sepan que en Colombia hay alguien que los quiere.
Alberto.

NAVIDAD EN PAZ.

jueves, 26 de noviembre de 2009

...QUE LAS HAY LAS HAY.


A uno le suceden muchas cosas en los bellos años de la juventud. Por allá en el año de 1961 en Copacabana el pueblito en que me crié, se vivía apaciblemente, todo era calma. Me gustaba mucho ir a ver películas al teatro Gloria. Se encontraba uno con sus amigos y se divertía de lo lindo. Una que otra mirada a aquella niña que le tocaba a uno el corazón, pero que sus padres cuidaban como un tesoro y cómo era de bello ver que ella con disimulo devolvía gentilmente el requiebro, el sentimiento es difícil explicar, pero de verdad que era todo un acontecimiento y que se quedó para siempre flotando en el recuerdo y que a mi edad, depara una que otra lágrima. Los viejos somos así.
De mi casa al teatro existen unas nueve cuadras, que tenía que recorrer después de terminada la función, no siempre las noches estaban acompañadas de fulgurante luna, algunas las tenía que emprender con alocada carrera para mojarme lo menos posible. No habían para aquel entonces atracos, se encontraba en cambio muchas personas que nos daban el saludo y uno que otro borrachito que sin conocernos nos deseaban las buenas noches; había armonía entre los hombres y el respeto mutuo reinaba en el ambiente. La película comenzaba a las 8 p.m y estaba uno saliendo 11 o un poco más tarde.
Una noche salí como de costumbre y tomé el camino a mi hogar, todo hasta allí iba muy bien. Abrí la puerta, llegué hasta mi alcoba y me acosté. De pronto sentí que me pasaba por encima de la cara un animal volando, por su aleteo parecía de gran tamaño, de inmediato encendí la luz y para mi sorpresa, no había nada. Me paré de la cama, miré por debajo y nada; por los rincones y lo mismo, ningún animal y era que no tenía porque existir, no tenía por donde pasar ni por dónde salir tan fácil y rápido. Estoy muy lejos de aquel in suceso que marcó mi vida y que no conté a nadie por el temor de que me dijeran que era un mentiroso embustero o que buscaba con eso. Hoy se lo he contado a mis hijos, esposa y nietos ¿y que he logrado? unas sonrisas y nada más. Cuando recuerdo este pasaje de mi vida, me estremezco y sigue aleteando en mi interior la duda. ¿Sería un animal o algo más?...

lunes, 9 de noviembre de 2009

DOLOROSO RECUERDO.



Panorámica de Copacabana


Estando estudiando en la escuela Urbana de Varones en el año de 1951 y como de costumbre se celebraba el día de la raza. Aquel día no asistiría en comunidad al desfile, porque estaba incapacitado. Además del descubrimiento de América, en esa fecha, en la escuela de niñas se inauguraría por el alcalde, el cura párroco, entidades políticas, policía y la sociedad civil, un busto del libertador Simón Bolívar en todo el centro del patio principal.
Todo se haría con la mayor pompa. Los alumnos llevarían antorchas de colores, el colegio San Luis marcharía por las calles al compás de los acordes de la banda marcial; el cura y el alcalde, se dirigirán a los asistentes haciendo una apología al prócer de la patria, pero antes de descubrir el busto, un agente de la policía con su fusil, hará una descarga para darle la majestuosidad que el echo se merece.
La tarde estaba tranquila y fresca y nada hacía presagiar que algo malo podría pasar en la tranquilidad del poblado.
Mis amiguitos Fabio y Miro Montoya (primos), llegaron hasta mi casa y juntos nos dirigimos al parque con el fin de ver pasar el desfile. La banda del pueblo tocaba música colombiana y nuestras melenas se movían al compás de la brisa que descendía de las montañas, sonreíamos inquietos y por entre los mayores nos fuimos colocando cerca de dónde se descubriría el busto de quien había luchado por darnos la libertad. Todo era normal hasta que sonó el disparo. Miraba como la gente corría, no entendía el porqué. Fue cosa de segundos. Asustado miraba como muy cerca caían personas, todo era confusión. Vi en mi susto cómo el joven que tocaba el bombo de la banda del colegio, Jesús María Quintero a quien todos llamaban colorete, por sus cachetes colorados, se iba callendo con su instrumento dando saltos. No entendía nada, pero comencé a correr y en mi alocada carrera tumbaba todo aquello que me encontraba en mi camino. El pueblo estaba a oscuras, se sentía un olor a carne chamuscada. Se oigan gritos de dolor y angustia. No sé cómo ni cuando desperté de la pesadilla arrodillado y rezando en el patio de una casa. Al asomarme a la puerta que daba a la calle mis ojos desorbitados veían entre sombras cómo alzaban personas a una volqueta para llevarlos a la ciudad de Medellín.
En mi casa me esperaban muerto y todo porque mis dos amiguitos habían sido electrocutados por la primaria que el policía había tronchado con el disparo. Hoy todavía no me explico como no quedé ni levemente herido o mejor dicho sí. Dios siempre me ha cuidado y me ha llevado por caminos seguros.
De aquel suceso trágico murieron 10 personas y otras tantas quedaron con defectos físicos. El entierro se realizó conjuntamente entre llantos de un pueblo que para aquella época sentía el dolor ajeno como propio y que jamás podrán olvidar.

martes, 8 de septiembre de 2009

¡QUE DOLOR!

MI PERRO PACHO.

A todos nos llega un día de partida y este 5 de de septiembre a las nueve y media de la mañana se fue apagando la existencia de mi gran amigo.Él me miraba fijamente en sus últimas instancias, mientras yo con besos lo quería retener, pero se fue llendo aunque él quería estar conmigo muchos años más. Ninguno de los dos pudimos hacer nada ante la realidad. Nos despedimos con lágrimas, como dos buenos amigos que se han amado mucho y que ya nunca se volverán a ver en lo tangible, pero que en el socavón del recuerdo durará por una eternidad. Se marchó como lo hacen los seres buenos, sin reproches, ni alaridos, más bien con la alegría del deber cumplido y el de haber sido fiel, cómo sólo ellos lo saben hacer.
Recuerdo cuando mi hijo Carlos Alberto un día hace trece años, lo trajo a nuestro hogar, era un bello cachorro de dos meses de nacido, de inmediato hubo empatía, me seguía por toda la casa y desde ese mismo instante nuestro amor se hizo profundo, nos amábamos como el mar con la playa a dónde van sus olas a juguetear. Hoy me siento intensamente triste. Ya no escucho sus ladridos de protección, tampoco se oye sus pisadas por el corredor al presentir mi llegada, es un silencio melancólico el que me abriga y que con llanto no mitigo.
Siempre he creído que sí la humanidad se comportara con el amor y la lealtad de éstos seres, la vida sería mucho más grata, se romperían las barreras del odio y sólo habría alegría y paz. Un perro es símbolo de gratitud, de fraternidad, de lealtad y amor, que es lo que al hombre le falta y que es el dolor de Dios, entonces, ¿cuales son en verdad los animales?.
La casa ha quedado muy sola. Todo amanecer es nebuloso auque el sol esté brillando en el firmamento y con sus rayos de vida ilumine el contorno. Se está solo, apesar de que se encuentre muchas personas alrededor, el trinar de aves en el árbol del vecino, hoy, no tienen el mismo sonido que alegraba mis oídos y mis muchos años se han puesto pesados.
Yo despido a Pacho, mi perro, con un hasta luego y con un beso tan grande como el infinito y le digo que no se preocupe, que siempre lo amaré y que lo guardaré en mi corazón, dónde quedará para siempre y allí lo defenderé del olvido.

lunes, 7 de septiembre de 2009

EL DESPERTAR DE LOS OLVIDADOS.

Todo aquel que desde su cuna ha sido visto con indiferencia y más que eso con antipatía por el círculo social, lleva en sus pasos, un rencor disimulado por apariencias, pero en verdad, en sus adentros, solo carga odios contra todo lo que lo rodea. Esa indiscriminación de las razas: India, negra; o la poca o casi nula oportunidad que tienen los que no gozan de poder económico han ido poco a poco buscando la manera de salirse de ese yugo que los ha atado desde tiempos inmemoriales. Una manera de lograrlo es culturizándose y hoy los vemos en las universidades a las que han llegado con esfuerzo y con la ayuda de los Estados, que quieren serrar la brecha que los separaba de un derecho que pertenece a todo ser humano, el de la educación. Pero esa lucha por el saber, lleva en su interior algo más. Es tomar cargos que les den formas para vengarse de todo aquel que los ha menospreciado por su etnia. La igualdad entre los seres humanos no debe ser una lucha de clases, tiene que ser así, porque Dios nos creo iguales a todos, pero el hombre no ha sabido respetar ésta ley divina.
Esta lucha de superación y de igualdad se ha venido viendo en los últimos tiempos, basta ver la cantidad de conflictos en diferentes países del mundo en los que están involucrados los olvidados y que reclaman con justicia sus derechos, pero el peligro está en que esas peticiones las aprovechan los frustrados, los guerrilleros, los comunistas y un sin número de politiqueros de mala muerte, que los utilizan para sus intenciones maléficas, sin importarles el reclamo justo de ellos por la igualdad entre todos los seres, sólo los incitan, llevándolos en muchos casos hasta la muerte, mientras ellos está detrás de bambalinas celebrando entre copas y libres de la acción de la justicia.
Igualdad sí, pero sin venganzas, de lo contrario, será echar fuego a la hoguera y sus justas peticiones perderán su verdadero valor, serán tomados por anarquistas y la represión no se hará esperar; las luchas, sudor, sangre y el tiempo, se evaporarán y de la esperanza de un futuro mejor para sus congéneres, sólo quedará un nuevo rencor.
La mejor manera de encontrar sus logros, será seguir preparándose académicamente y mostrar con hechos reales y justos sus progresos, de esta manera, serán bien vistos y aceptados por todo aquel que los rodea. No a la represión, sí a la democratización, que es un camino sin sangre que lleva a la libertad.

lunes, 10 de agosto de 2009

PEQUEÑAS OPINIONES.


Foto Andrés hurtado.

Desde hace mucho tiempo se realizan campañas para que la gente entienda que estamos acabando con lentitud, pero progresivamente con la naturaleza, el don hermoso que el Creador nos dio para que lo disfrutáramos a plenitud, pero sin exagerar; pasarnos de la medida es comenzar la destrucción y en estos pasos andamos ya hace mucho tiempo.
Muchas veces al caminar por la ciudad he observado que las calles del Medellín de antaño, son bellamente arborizadas, lo que conlleva a hacerme una reflexión: ¿En aquel entonces...acaso si se hablaba de ecología? O sería más bien, que era algo innato en ellos el saber que arborizar era conservar la naturaleza para un futuro mejor en bien de la sociedad y que ésto evitaría grandes tragedias o la destrucción del planeta. ¿En dónde puede estar la diferencia con las generaciones actuales?
Es crítica la situación que estamos viviendo. La prensa hablada, escrita y televisiva, no hace sino cantaletear lo que está aconteciendo en todas partes del universo con los intempestivos cambios del comportamiento climático que está generando desgracias que la tecnología no puede ni prevenir y mucho menos salvar. Las imágenes mostradas, son desgarradoras. Los países arden en voraces llamas o se ahogan en tormentosas aguas. ¿Acaso, lo dicho en libros Sagrados: "El hombre, acabará con el hombre", se ha iniciado ya? Es difícil llegar a decirlo.
Dios en su grandeza, nos dio su mejor regalo que lo es la naturaleza, no hay nada más perfecto. Está ligada cómo eslabones, que sí se revienta uno solo de ellos, los demás se desligan y su funcionamiento pierde su estructura, lo que causa descontrol. Las abejas necesitan de la flor; la flor necesita para su propagación de las abejas; es un simple ejemplo. ¡Todo es tan perfecto, que no existe algo, que no dependa del otro!
En las escuelas del pasado, los maestros "padres", se esmeraban para que los alumnos en las semanas tuvieran tardes de siembra de árboles, o cultivos de hortalizas; en pequeños lotes que llamaban "predios", con ello, inculcaban en los párvulos el amor a la naturaleza, que los niños llevarían por toda su vida, porque nunca olvidarían esos ratos agradables y sorprendentes al ver cómo una pequeña semilla, se convirtiera con el transcurrir del tiempo, en un frondoso árbol de almibarado fruto. ¿Qué pasa en la actualidad dónde se habla tanto de ecología, qué en instituciones educativas es una materia? Sé podrá decir: ¿Qué palabras sin ejemplos no conduce a nada? Puede que sea lo más cierto.
Desde hace un tiempo para acá que vivo divagando al ver cómo todo lo de antes ha ido cambiando de forma tan abrupta. La temperatura de las ciudades de Colombia son completamente diferentes a las de hace algunos años atrás; esto en lo casero, pero que decir de los polos. Han comenzado por el aumento de la temperatura, a ir lentamente descongelándose, esto conlleva a un aumento del caudal de las aguas de los ríos y por ende de los mares, ¿Entonces que pasará con ésta agua? Creo que el más bruto de los mortales sabrá imaginarse el resultado final. ¡O será que sí somos estúpidos!
Los grandes personajes del mundo que luchan por un hábitat mejor para la humanidad, han estado vaticinando que un fin no está lejano, porque los hombres no hemos querido entender la gravedad del problema. Existen personas que se pasan echando agua todo un día a su esplendoroso automóvil, porque dicen ellos: "Tenemos mucho dinero, para pagar las cuentas de los servicios", ¿Acaso sí será ésta una respuesta de una persona inteligente? Y como ellos muchos seres en la tierra, que sólo tienen cabeza para el sombrero.
Yo siento la nostalgia de ver que algo tan hermoso como la naturaleza que nos fue entregada por el Supremo Creador, se diluye como el sol en el poniente al terminar el día; que nuestros descendientes no verán la hermosura de una primavera, ni gozarán con la brisa en la pradera, ni escucharán del canto de los pájaros sobre la copa de los árboles, cómo tampoco podrán ver la luz de un nuevo amanecer.

viernes, 24 de julio de 2009

DE TODO UN POCO.

En el transcurso de la vida son muchos los acontecimientos que nos pasan. No enamoramos en el tiempo de la juventud y creemos que ese será nuestro primer amor y para siempre. Vaya locura.


Nuestra raza es un compendio de valor, trabajo y amor a la familia. Un antioqueño de pura sepa se recorre el mundo con su carriel y su labia, pero no deja de amar jamás a su tierra.

El mundo se enloquece con nuestro comportamiento indigno, es así cómo hemos acabado con lo hermoso del universo, es una lástima y la primera palada para su final.

martes, 21 de julio de 2009

CENIZAS.

Si la belleza es impèrfecta, la fealdad es la hermosura inconclusa.
Te elevaste a las alturas. (Descenderás.)
Recorrerás el valle verde
montado en una hoja desprendida
serpenteando en el río.
Fue tú última voluntad.
No quisiste morir
ni ser comida del gusano vil.
Quedarás viviendo en los ancestros
entre flores; te cubrirás de musgos
en las noches frías
y con luz de libélulas
leerás a Carrasquilla.
Cabalgarás por los aires
en compañía de Córdoba,
harán batallas armados de siete cueros
escudados en lápidas de linaje
y...cuándo preguntemos por ti,
¡ nos responderá el silencio !.
Dedicado después de la muerte de un hermano.

viernes, 10 de julio de 2009

¿CÓMO RECUERDO AQUEL DÍA?

En el Sitio de la Tasajera, como se llamaba Copacabana en sus tiempos remotos, era de magnitud las festividades de la Semana Santa. Pero había un día especial para los niños. Era el del jueves Santo cuando se hace el lavatorio de los pies. Jesús, para mostrar humildad a los apóstoles, lava y besa los pies a cada uno de ellos. En el pueblo se recordaba este pasaje, escogiendo a doce niños de la escuela para que representaran a los doce seguidores de Divino Maestro.
El rector de la escuela que era Don Jesús Molina visitaba los salones en busca de quienes para él, eran aptos para representar la institución en la festividad y los niños, a la espectativa, al verlo entrar por la puerta, con
sus gafas medio caídas, tiza en la mano y aquel peinado partido a la mitad de un cabello cano. El corazón se nos quería salir de la emoción a la espera del veredicto. Dos semanas antes se hacía la escogencia. Y tomé. Salí ganador. Cuando terminó la jornada de la mañana corrí como un antílope hasta mi casa a contarle a mi madre y ella como yo nos sentíamos orgullosos, pero lo que más deseaba de todo aquello, era que después de lavarnos los pies el padre, nos montaban en una anda, en la que recorríamos las principales calles a la vista de los mayores y a la envidia de la chiquillería que nos seguía paso a paso; al llegar a la iglesia nos esperaba otra sorpresa. El Señor cura, en compañía de las mojitas y


el sacristán nos tenían como regalo, una hermosa y provocativa ancheta de frutas frescas traída por los campesinos, escogidas para la ocasión.
Hoy después de tanto tiempo, recuerdo aquel instante con la misma alegría que sentí de niño, sólo me faltan mis padres para completar el cuadro, que permanece vivo en el recuerdo de las cosas gratas que nos brinda la existencia y que nos ayuda a recrear dignamente el paso de los años.
La segunda foto es la de mi padre. Un patriarca...

jueves, 2 de julio de 2009

LA LOCURA DE "CHEPO".

Hay algo peor que estar loco. Es estar... cuerdo y vivir la realidad.

En el siglo pasado cuando la juventud me acompañaba sucedió algo que aun recuerdo. Cerca del pueblo a una cuatro cuadras está el cementerio. Para aquel entonces, al iniciar el camino al Campo Santo, había una pequeña casa en dónde habitaban José Rivera y su anciana madre. A José, todos por cariño llamaban Chepo. Él se ganaba el dinero para la manutención, como fogonero o ayudante de los carros de escalera. Colaboraba a los pasajeros en lo tocante en subir a la parte de encima de vehículo la carga, cobraba el pasaje, pasando de banca en banca como un mico y diciendo: "oiga usted, el del rincón, no se haga el bobo", cuando la persona estaba distraída mirando el paisaje. Era de carácter alegre, andaba descalzo, pantalón de dril untados de grasa, pues cuando le tocaba arreglos en el carro, se metía debajo para alguna reparación.
Chepo, pasó un buen día a hacer de carácter huraño, no sonreía; se le veía por las noches subiendo al cementerio, del que bajaba tarde de la noche y al día siguiente más tarde y así continuaba alargando el tiempo de estadía en el camposanto.
En los primeros minutos de la alborada de un día cualquiera, un trabajador que bajaba del morro del cementerio a laborar, encontró a nuestro hombre enganchado en la raíz de un árbol, manos y piernas quebradas, lo mismo que varias costillas. Todos se preguntaban que había podido pasar. Chepo en el hospital terminó con la incógnita. Quería ser brujo, volar por todo el pueblo por las noches para ver sus luces desde arriba, mirar la casa de las mujeres bonitas y adentrase en sus sueños, dominar a sus enemigos, (que no eran pocos), conseguir comida para él y su madre sin esfuerzo. Pero lo malo es que Chepo no se levantó de aquel golpe y la brujería lo llevó a engrosar la lista de lápidas de personajes que nadie vuelve a recordar.

DUDA.



La humanidad se aroma de perfume para olvidar en algo el mal olor de la conciencia.
Nos sentimos insatisfechos por no ver físicamente a DIOS, pero, sí mirásemos la naturaleza, sí la contemplásemos; lo veríamos en las notas tiernas del pajarillo, en el cromos palpitante de las mariposas, en el volar artístico del ave, en el verde paz de la selva, en la claridad refrescante del agua. Lo podríamos admirar en el regazo tibio de la madre, en el lucero parpadeante de luz, en el lago dormido al arrullo de los peces, en la ternura de un abuelo, en el abrir a la vida de una flor.
Si quisiéramos escucharlo, bastaría con pararnos frente al mar ó adentrarnos en la selva y sí aguzáramos el oído, oiremos nuestro nombre traído por la tierna brisa matinal y escucharemos algo más: Un te amo, te estoy esperando.
No digas que no has visto a DIOS, lo que sucede es que andas con los ojos cerrados y cuando los abres es para no observar. ¡DETENTE! Míralo está enfrente de ti.

lunes, 22 de junio de 2009

LEJOS DE LA PATRIA.

NORWALK
Viví las cuatro estaciones:
Verano, otoño, invierno y primavera,
vi en tus cielos el volar de los halcones
y en tus mares embarcaciones remeras.
Tus calles acolchonadas de hojas,
las noches tachonadas de luceros,
nocturnos con lunas rojas
y delicados insomnios de boleros.
No te soñaba; fue sorpresa.
Eras como una estatua de cal
blanca en tu nieve espesa,
así te conocí lejana Norwalk
hoy desde mis recuerdos te miro
como el barquito de papel
de mi niñez, al hundirse al primer giro,
llevándose consigo al viejo timonel.
El mundo actual lleno de zozobra y próximo al hundimiento, es producto del temor amar, del no saber reír a carcajadas y el no observar la naturaleza.



lunes, 15 de junio de 2009

"UN BURRO-MAESTRE".



Iglesia de Copacabana, Antioquia, Colombia.


En la población se destacaban algunas personas por el amor cívico y deportivo, tales como: Francisco Meneses, Favio Arango, Francisco Tobón, Luis Correa y otros de quienes no recuerdo sus nombres. Un buen día unieron esfuerzos para lograr tener una cancha de fútbol con gradas e iluminada y con camarines. ¿Qué fue aquello? ¡La alegría de todo un pueblo! Los amantes al deporte, las familias, los estudiantes y jugadores habían encontrado un refugio para disiparse y gozar de buenos partidos entre El Deportes Copacabana y equipos de Bello y Medellín. Algunos compromisos eran clásicos como aquellos de Fabricato y Copacabana o con Pantex o el mismo Nacional de ascenso. La gente bien sentadas en las tribunas hechas en madera, pero que albergaban un buen número de personas que gritaban emocionadas el gol del equipo de su terruño. ¡Eso era mucha felicidad! La noche fresca, con esa brisa suave , que tenía olor a manzana, que hoy ya no es la misma brisa, se ha perdido detrás de las las chimeneas que envenenan el aire, las quebradas, los ríos y la vida. ¿Y qué pasó con aquel hermoso lugar lúdico y acogedor?...Llegó en mala hora un alcalde nombrado para aquel entonces por el gobierno departamental, retrogrado hasta los huesos, que hizo tumbar las graderías, las luminarias, con el lema: "que eso era un sinvergonzonería, 22 personas en calzoncillos corriendo como locos detrás de un balón". Aquel irresponsable y bruto con el correr de los días todo el pueblo, lo sacó de la localidad con pólvora y a gritos: ¡Fuera Don Aníl", sobre nombre que le habían puesto, pero lo malo fue que con él se llevó el encanto de la cancha Camilo Torres, nombre que se le había puesto en homenaje a un héroe de la patria.

domingo, 31 de mayo de 2009

AÑORANZAS DEL FERROCARRIL.





Fotos tomadas del periódico EL COLOMBIANO.

Somos muchos los ya entraditos en años que no podemos olvidar al tren del Ferrocarril de Antioquia. Fue una de las grandes obras de la ingeniería de su época, pero por desidia, malos manejos y errores políticos se fue al piso. Ya los que tuvimos la alegría de verlo serpentear elegantemente por rieles y polines, de escuchar a la entrada de la población el pito alegre o aquel de dolor, cuando por desgracia alguien había muerto bajo sus ruedas. Ver a lo lejos la estela de humo, que se asomaba por detrás de las cordilleras, eso llenaba de emoción a la chiquillada y daba ganancias a los mayores que se apostaban a la margen de la carrilera en la estación, para vender sus productos a los viajantes, que ávidos sacaban sus cuerpos por las ventanillas para comprar de lo ofrecido algo, ya sea para el recuerdo, para calmar el hambre o para llevar a sus familiares. El tren daba trabajo a muchas personas, como a la vez, era un medio de transporte económico, cómodo y gratificante.

Existía uno que se llamaba "el mixto", que era aquel que transportaba personas en coches de primera y segunda y al mismo tiempo llevaba carga: animales para la feria de ganado, bultos de arroz, maíz, fríjol, verduras, hortalizas y cuanto cachivache era menester transportar.

Era todo un espectáculo estar cerca de tan majestuoso vehículo. La maquina era enorme e infundía respeto y temor, sobre todo cuando el maquinista dejaba escapar el vapor, uno de niño le daba miedo y veía en ello algo cómo los monstruos de los libros de cuentos. Ese momento se quedó para siempre incrustado en el corazón y jamás dejaremos de culpar a quienes a mala hora, lo tiraron al olvido y le dieron entierro de tercera.

De aquel tiempo, queda en mi memoria un hecho doloroso. Muchos de los niños empleamos la costumbre de montarnos al tren a escondidas y viajar al municipio de Bello para ver cine y de regreso nos teníamos que arrojar del tren sin que éste parara, sólo disminuía su velocidad, lo que aprovechábamos, pero uno de mis amiguitos de escuela (Samuel Quintero), que no era muy experto, fue a caer debajo y quedó muerto en el acto. No todo en la vida es felicidad.

No quisiera morir sin verlo rodar nuevamente por entre las majestuosas montañas de Antioquia, bordeando con su cha cha cha, los ríos y, dejando en las estaciones de los pueblos capullos de rosas para que engalanen las risas de los niños y para que se acabe la nostalgia de los viejos.

jueves, 28 de mayo de 2009

ALGO SE HA PERDIDO...



CHISPAZOS.


Vivimos una época de desgreño moral. Unos folclóricamente acusan a otros, dicen estar exentos de culpabilidades; hay quienes en forma Mesiánica, expresan haber puesto en conocimiento con anterioridad el alud de desgracias que se venían encima. Se culpa a la juventud por su loca vida disipada. ¿ Serán acaso los gobiernos imperantes? Dirán tímidamente, pensadores de cafetines. Todos éstos círculos, podrán tener algo de verdad en sus comentarios y sí así fuere, quiere decir que, nadie por insignificante podrá estar fuera de culpa; tal como lo dijera Jesús: "Que tire la primera piedra, aquel que esté limpio de pecado".
No hace mucho tiempo, los profesores (cómo son denominados hoy), MAESTROS, llamados en aquellas calendas, no solo se dedicaban a abrir el entendimiento, si no, que se convertían con amor -los más importante-, en unos segundos padres. En las aulas, caminaban con parsimonia, armados de dos libritos, cuya filosofía era un gran compendio de la vida: Urbanidad de Carreño y el catecismo del Padre Astete.
Los niños, han sido y serán traviesos, pero antes, teníamos temor a Dios; la educación no nos permitía ser descorteses con los ancianos, ni con las damas y menos si estas estaban embarazadas. A Dios nos encomendábamos al iniciar el día y a Él y a la Santísima Virgen María le dedicábamos el Rosario en familia al terminar el alba. La familia se reunía en torno a la mesa a darle fin a suntuosa cena y hablar de las cosas que niños y mayores disfrutaban con una alegría no disimulada, era un contorno apasentado con amor.
Los policías, eran amigos de la cuadra, señores con respeto al ser humano, de extracción campesina, o sea, gente buena y confiable, a un pitazo suyo, huía el más peligroso de los "roba gallinas".
Aquella figura formidable, recta, intachable, que caminaba diariamente al trabajo, sin reproches, más bien, dibujada en su mirada una sonrisa, aquel dios del hogar; de ese Señor que esperábamos con ansiedad para buscar dentro de sus bolsillos algo que nos llenara de alegría el corazón, o sentarnos a escuchar sus cuentos antiguos como su rostro, surcado de caminos que conducen al señorío que dejaron los ancestros regados por pueblos y veredas. Esperábamos a ese señor que a gritos llamábamos papá, forjador de hogares y de raza, y ahora pregunto: ¿Dónde están los papás, qué se hicieron los maestros y dónde dejamos a Dios?.

domingo, 24 de mayo de 2009

PERTURBACIONES 3






la juventud es un derrochar la energía vital para con el tiempo tratar de recobrar en rezos.
A.M.V.
CONFLICTOS.
De tanto caminar queda lejos la partida,
mis sandalias comienzan a mostrar deterioro
y mi ilución ya no es la misma de la salida
cuando soñaba con selva de verde y oro.
La mocedad de fortaleza empedernida
cubrióme de ensueños los primeros pasos,
y era un ave volando sola y desprevenida
en la lontananza sin prever los zarpazos
de aguiluchos adiestrados fieramente en arremetida.
En el transcurso de la vida han quedado mis pasos
resonando como voz de hada consentida,
como canto dulce de trapiche en los ocasos,
como llanto de madre adolorida
que deja profunda huella en los primeros años.

LA MADRE DE LOS BLOG.



La muerte no es el olvido si hacemos de la vida un jardín abonado de bellos momentos, si damos de nosotros hasta el último instante lo mejor de nuestra existencia en compartir lo mejor del espíritu con los demás, de llevar enseñanzas de fraternidad a las nuevas generaciones para que ellas hagan del universo un campo abonado de paz. No podemos morir en el recuerdo de los seres vivos si hemos regado en el camino semillas: de trabajo, de honestidad, reconciliación, de lucha por la igualdad y sobre todo, AMOR. Existe la muerte física que es un proceso inevitable, por lo cual debe ser aceptado y visto como natural y cuando una persona como MARÍA AMELIA LÓPEZ, hermosa matrona que se ha ido a descansar en las alturas en dónde están las almas buenas que ocuparon estos valles, estos ríos, mares, montañas, que se fundieron con el trinar de los pájaros, que acariciaron los pétalos de la flor, que sufrieron con el dolor ajeno como propio, creo que es un pecado llorarla, más bien darle gracias a Dios, por dar al mundo personas como ella, que utilizó los medios de comunicación actuales siendo una mujer de avanzada edad, para contar sus experiencias en el transcurrir de los años que son como un brebaje dulce, para que la juventud mitigue su sed.
Dios en éstos momentos la está invitando a sentarse en su trono.

jueves, 21 de mayo de 2009

MEMO, EL QUE LE DABA LUZ AL PUEBLO.



Por allá en los años de 1945 se movía una figura pequeña como una arriera por todos los contornos del municipio. Él llevaba de los cafés cercanos, tintos, café con leche, empanadas y otros comestibles para los empleados del palacio municipal; del juzgado hacía llegar citaciones, emplazamientos; los domingos después del mercado, a él le correspondía barrer la plaza para dejarla limpia; muchas veces de la oficina de correo, se le veía salir a llevar correspondencia hasta lugares apartados. Bueno, de todo se untaba Guillermo Toro, a quien por cariño llamaban Memo el enano.
Todo aquello lo ejecutaba con suma seriedad, era su trabajo y había que cumplirlo. Era huraño, de mal genio, pero cumplidor de su deber y además no le decía no, a nada ni a nadie. La luz eléctrica para aquella época era deficiente en el poblado y se hacía iluminar las callejas y todo el entorno con unas cuchillas, que al juntarse prendían los bombillos. ¿ y quien era el encargado de éste oficio? Memo.
Cuando el sol empezaba a declinar en el poniente y las primeras sombras iban cubriendo de nostalgia los tejados de aquellos caserones y los corazones de sus habitantes, aparecía Memo con una vara de madera larga, con la que juntaba las cuchillas y la luz iluminaba tenuemente. Era simpático verlo caminar de esquina en esquina con la vara aferrada a su pequeña mano como si fuera la lanza de Don Quijote, un Quijote en miniatura.
Memo era enamoradizo y le encantaban todas las mujeres bonitas de la población y se enamoraba con facilidad, pero no le manifestaba a la agraciada sus sentimientos, era un amor de ojo o...¿Platónico?. Lo cierto era que por la mujer que le llenaba su corazón, se emborrachaba hasta quedar como una cuba, algo muy peligroso debido a que en los taburetes que se sentaba quedaba con las piernas muy lejos del suelo, a dónde casi siempre llegaba a parar. Al día siguiente se le observaba sus moretones, pero cumpliendo con sus tareas, como aquella de darle luz al pueblo y permitir que los niños jugáramos canicas hasta más tarde. ¡Gracias Memo!

lunes, 18 de mayo de 2009

EL TRANVÍA EN EL RECUERDO.






En 23 de enero de 1837 se le dio vida en la ciudad de Medellín al nuevo y moderno medio de transporte del Tranvía; para aquellas calendas fue toda una admiración en la ciudad. En sus inicios fue tirado por mulas, después en 1919 se iniciaron trabajos para extenderlo por varios lugares de la ciudad en forma eléctrica. Movieron 18.923 pasajeros por día, eso era mucha gente para una ciudad pequeña para esa época. El Tranvía fue motivador de grandes cambios en lo personal y colectivo de la Villa de la Candelaria, como también se llama a Medellín o la Tazita de Plata, por su aseo.

Mi padre, fue Motorista (que era como se le decía a quien lo conducía) vestido con quepis, que los diferenciaba y les daba un aire de elegancia. Una veces manejaba los coches rojos y otras los amarillos, que las personas llamaban los canarios. En octubre 7 de 1927 mi padre recibió de la Secretaría de Obras Públicas la aprobación para ingresar a hacer parte del nuevo transporte:

"Para su conocimiento tengo el gusto de comunicar a Ud. que por decreto No. 64 de fecha de hoy, ha sido nombrado en propiedad y desde la fecha, Motorista de 2a. clase de la Empresa del Tranvía.

Si acepta, antes de posesionarse sírvase pasar a la oficina del señor Secretario de Hacienda Municipal para convenir lo relativo a la fianza.

De Ud. atto. S.S. firma ilegible".

La patente de motorista tenía el Nro. 95 con la que manejó el Tranvía por barrios y calles de la ciudad por mucho tiempo, hasta que por cosas de la política como siempre sucede, desapareció algo tan hermoso e histórico como el Tranvía; mi padre quedó pensionado por dicha empresa hasta su muerte, sin dejar de añorar, sus coches, rieles y gentes, que llegaron a hacer sus amigos y una que otra vez confidentes.

sábado, 16 de mayo de 2009

PERTURBACIONES MENTALES 2


OTRA SOLEDAD.
No requiero del trauma de las gentes.
Necesito de la soledad
del airecillo que penetra por la ventana
del cuento de Blanca Nieves,
deseo la verdad del moribundo.
Amo el canto de las nubes
el corretear de los conejos
disfruto con tu ausencia.
El corazón se abre como una flor
al compás del amanecer,
me caliento con la tibieza de mi sangre.
No más mentira humana
que me perturba
con su calidoscópica falsedad.
Mira, me siento rey en casa humilde
cuando humildemente vivo
y trueno en un cielo quieto
y me desnudo ante la mar bravía.
¡Vete, está el sol en el poniente!
Todas estas locuras nacen de mis años mozos, cuando el sol estaba en el horizonte de la vida.

lunes, 11 de mayo de 2009

PERTURBACIONES MENTALES.



Es raro que los momentos de felicidad no traigan consigo el deleite de la poesía; solo la amargura y el dolor son inspiradores; ellos son los que perduran en nuestra memoria y los que nos maduran el carácter, pues nos acorazan el corazón para soportar el porvenir.

VIEJO

Voz cansada y minusválida
sueño cabalgante y furtivo,
arterias, huesos herrumbrosos,
cigarrillo apagado entre los dedos,
risa que solo queda en el recuerdo,
("niño") que es abuelo,
patriarca de la soledad,
caminante de sandalia rota,
tronco caído de frondoso árbol
que muere de putrefacción a la vera
de antañón sendero.
Buscador repetitivo de Cristo,
ocultador de felonías
en cajas empolvadas
tras el arrugado rostro.
Mirada inconfundible de soledad,
ojo que mira desde el balcón del recuerdo,
sexo que muere de rodillas
cataléptico de añoranzas.
Ya el amor te dice adiós...
Todos te llaman viejo.

lunes, 4 de mayo de 2009

¿A DÓNDE SE IRÍAN?
















Enclavado entre dos grandes montañas de la región antioqueña se encuentra Copacabana, sitio que le dio albergue a las travesuras de la niñez. El corazón palpita acelerado al recordar aquellas salidas estrepitosas por las puertas de la escuela a eso de las 3 y media de la tarde, sólo con el fin de que los carros de bestia, nos evitaran la larga caminada al hogar.
Los dueños de este transporte, eran todos de una misma familia. Los Montoyas. A ninguno de ellos les gustaba cargar "chinches" (niños). Cuando tratábamos de montarnos, ellos, con una soga, querían golpearnos. Pero, a un párbulo jamás se le puede derrotar. ¿Qué se hacía? En el eje que unía las dos ruedas, nos acomodábamos tres y cuatro niños que marchábamos en la misma dirección; ésto era fácil cuando el caballo marchaba a paso lento, pero si el dueño se daba cuenta y aceleraba, algunos nos caíamos y en la caída rompíamos ropa, maleta de útiles y nuestras rodillas. El cochero al vernos en el suelo, exclamaba: ¡Ahí estás bueno pendejo! Pero sí lográbamos pasar inadvertidos, eso era mucha felicidad llegar a la casa, sin maltratarnos y en poco tiempo.
Estos carros de bestia eran usados para traer la carga desde la ciudad de Medellín. No siempre eran caballos, también mulas y machos a los que sobrecargaban de manera lastimosa con bultos de papa, arroz, panela, maíz, frijol y otros comestibles de nuestra usanza. De aquellos Montoyas dueños de ese transporte, que muchos llamaban graciosamente "flota cagajón", recuerdo algunos nombres: Avaro, Félix, Zacarías, Segundo, Ramón, Germán ; todos ellos de pie descalzo, de zurriago en mano para agilizar al animal y de mulera, para evitar estropear la ropa, tampoco podía faltar el carriel, dónde guardaban el dinero ganado en su dura labor y que gastaban los domingos en las cantinas del pueblo. De aquello, sólo queda el recuerdo, que es lo único que nos acompaña y que seguirá acompañándonos como un fiel amigo y que nos dice: ¿Dónde quedó todo aquello?