MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 22 de febrero de 2017

TROTE


PAISA A LA FUERZA
Aquello era quietud, soledad con revuelo de palomas, interrumpido por la sonoridad de las campanas. Una plaza inmensa rodeada de frondosos árboles de mangos, un algarrobo y una buena cantidad de mostradores de cantinas en el lado nororiental. Por el inmenso atrio se veía a mujeres embozadas en mantones negros rodeados de flecos, que bailaban al caminar de la garbosa dama; el silencio se llenaba de repiques de tacones, reclinatorios, de agua brotada de dentro de los patos de la fontana, del sacudir por los fogoneros irreverentes los árboles para que el fruto callera de bruces al pavimento, se percibía el eco de algún tango trasnochado o un bolero sentimental desde el kiosco  y de camándulas inspiradoras de piedad. La estampa se repetía días, meses y años. Copacabana estaba construida en crisoles de historia. Aún se escuchan el paso de las cabalgaduras enjaezadas de escudos, señorío y estirpe.    
Quizás de allende de las fronteras o seguro, de genes de aborígenes Niquios, o casi sin equivocación, de la mezcla de aquellos y el negro, un zambo; deambulaba por las calles de Copacabana, rectilíneo espécimen, dedicado desde temprana edad a los ajetreos de la albañilería, ejercida en compañía del dios Baco. Cabello ensortijado, ojos saltones de malicia, piernas extremadamente largas y pies callosos libres de atavíos de cuero, maltratadores como una penitencia. Fue Trote, todo un personaje que no sólo fue distinguido en el menester de embaldosar, sino, que, en la tienda que fue primero de Juan Sánchez y después de Juan Fonnegra a la entrada del Cabuyal; en un rincón esperaba a los clientes huérfanos de amor o, a los expertos en los requiebros pasionales, para escribirles estelas colmadas de versos, para la Dulcineas de turno. Mijo: si quiere que siga, cómpreme uno doble.

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miércoles, 15 de febrero de 2017

A POQUITOS


ANTIGÜEDAD
SE NOS OLVIDARON.
Moisés se fue por las Tablas de la Ley. Diez mandamientos. Regresó y estaba el ambiente plagado de erotismo. La historia tiende a repetirse; los cambios de esa sorpresa del venerable patriarca, se vive hoy con puntos y señales. Se han creado los ‘dioses’ del dinero y la sexualidad, fuera de ellos, la humanidad no encuentra otra alternativa.
¿Qué se hicieron los sentimientos, la honestidad, la fidelidad de los hogares, el respeto por la vida, el dar sin esperar recompensa? ¿Qué camino erróneo tomaron? Se buscaron atajos, que precipitan al abismo. Una vez más Dios, quebrará las Tablas sobre los acantilados y pensará que el hombre, es el punto negro de la creación.

ESO NO PESA.
Aquella vibración armónica a cada paso entre caderas y busto de las hembras, mostraba a la legua la autenticidad del regalo divino. Los bebes en la lactancia disfrutaban de la leche materna sin componentes químicos. En los devaneos eróticos nadie se sentía engañado y las prendas de vestir se acomodaban fácilmente a aquel encanto natural. Ya existen las de tipo balón de básquet, bombas de helio; las más ‘recatadas’ las rebajan hasta pelota de números. El escote al no acomodarse con ellas, las deja salir atemorizado ante alguna explosión; parecen cuñadas con la barbilla y son observadas por incrédulos fanáticos de la perversión, a quienes son dirigidas las obras de vanidad de los cirujanos plásticos. Son cuidadas con tanto esmero, que los hijos al nacer, no tienen el refugio sublime y amoroso por aquel entorno. La duda ¿Eso pesa?

Se dio el salto del pueblo a la ciudad. Tejados ennegrecidos por el tiempo; verdes los campos, aire con olor a flor. Listo para la larga caminata. En el umbral de la alameda, unas manos arrugadas decían adiós; a la vera del camino, rostros de amigo se fueron destiñendo al margen opuesto, cabellos de hermosas mujeres impregnados de aromas seductores, se derretían; el camino se convertía en tortuoso sendero en que los poetas, no hallaban las musas y el parnaso quedó solo.





miércoles, 8 de febrero de 2017

FUEGO OLIMPICO


UN BOSQUEJO

Ella es vieja, data de tiempos más allá de la edad de hielo, la traída de la Llama Olímpica, al pueblo que se quedó engarzado en el corazón. La inquieta memoria, le da sin permiso, irse a vagamundear por cuanto recodo, le dio a uno por meterse en aquella juventud tan ‘paticontenta’. El pueblo desde temprano el 20 de julio, se ponía a revoletear cómo cualquier abeja que se respete; por las ventanas arrodilladas, estaba colocada la bandera, algunas llenas de fragancia y colorido, no faltaba cualquiera puesta al revés y con unos colores que pareciera que era la pobre de otro país, pero hervía el amor patrio. Se recuerda con nostalgia a su más ferviente participante: Iván Córdoba, cívico, soñador y amigo, que aún la porta, por allá en las altura.
Si me equivoco en fecha, para que voy a pedir perdón; por allá en…1958, nos alejamos del Sito, fuimos a dar a los dominios de don Tomás Carrasquilla. Se partió trepados en el capacete de un carro de escalera de la flota La Esmeralda acompañados de deportistas, concejales y uno que otro pegado; se llevaba con cierto orgullo la antorcha ahumada del pasado año, mientras en la parte de abajo, se escuchaba cánticos de moda y una que otra grosería, era el ambiente natural de una pléyade de cofrades de la hidalguía en busca de la paz. Palabras de despedida del alcalde anfitrión, en que se usaron párrafos de cuentos de don Tomás, en que sobresalió Peralta y la humildad de su espíritu. Cerca del pueblo una familia de campesinos que venía a vender sus productos, que no conocían aquello del Fuego Olímpico, se arrodillaron llenos de devoción, cuando alguien grito: “Todos al suelo. ¡De rodillas! ¡Hincarse pidiendo perdón!  Se perdieron a la vuelta, no se volvieron a ver. La risa sigue resonando por el túnel del recuerdo. 



miércoles, 1 de febrero de 2017

HUBO UN TIEMPO


GRAFITI

Corría el meridiano del siglo pasado, el acontecer exhalaba otro ambiente. Los hogares, seguían los ritmos de una batuta que ejecutaba los movimientos, con el saber del corazón y la responsabilidad. Existían escuelas y colegios en que se enseñaba primero la honradez, que a contar el dinero, el respeto antes del poder. Las aves trinaban sin asfixia, el verde de los campos era el color natural, la nieve era perpetua, el agua corría a raudales; los niños jugaban ingenuamente por la cornisa de la imaginación. Las reuniones familiares, eran un festín de aprendizaje en donde los lazos de amistad, se ligaban hasta el pretérito. Para aquel entonces, las fincas enchambranadas eran sagrario de la heredad, reposo del carriel, ruana, machete y dados que rodaban lanzados por las manos callosas del campesino labrador de sueños e ilusiones, hoy, convertidas en lupanares de orgías promiscuas irrespetuosas del abolengo.  
Por las calles se caminaba con la cabeza en alto, llevando siempre una sonrisa al encuentro del trabajo honesto, sin negar un saludo a quien en la travesía se cruzaba. Simple gesto de urbanidad. Los asilos, eran lugares casi ociosos, pues las familias adoraban a sus ancianos ellos, representaban la hidalguía acumulada en el venerable patriarca, de caminar lento atiborrado de historia, que al narrarlas quedaban marcadas en el alma.
La niñez, correteaba alegremente fuera de temores, sin encontrar al paso libidinoso hambriento que mancillara la castidad de los sueños y borrara por siempre, la expresión de alegría en la faz angelical. Era satisfactorio, llegar al hogar perenne en que irradiaba el amor encasillado sobre el ejemplo y ser recibido en los instantes de angustia, por unos brazos de comprensión, prestos irrestrictamente a brindar ayuda. Hermosa y despampanante la lozanía de la mujer, maquillada por el poder de la naturaleza e irreprochable el donaire con que matizaba la pulcritud de su dignidad.