ANTIGÜEDAD
SE NOS OLVIDARON.
Moisés se fue por las Tablas de la Ley. Diez mandamientos. Regresó y estaba
el ambiente plagado de erotismo. La historia tiende a repetirse; los cambios de
esa sorpresa del venerable patriarca, se vive hoy con puntos y señales. Se han
creado los ‘dioses’ del dinero y la sexualidad, fuera de ellos, la humanidad no
encuentra otra alternativa.
¿Qué se hicieron los sentimientos, la honestidad, la fidelidad de los hogares, el respeto por la vida, el dar sin esperar recompensa? ¿Qué camino erróneo tomaron? Se buscaron atajos, que precipitan al abismo. Una vez más Dios, quebrará las Tablas sobre los acantilados y pensará que el hombre, es el punto negro de la creación.
¿Qué se hicieron los sentimientos, la honestidad, la fidelidad de los hogares, el respeto por la vida, el dar sin esperar recompensa? ¿Qué camino erróneo tomaron? Se buscaron atajos, que precipitan al abismo. Una vez más Dios, quebrará las Tablas sobre los acantilados y pensará que el hombre, es el punto negro de la creación.
ESO NO PESA.
Aquella vibración armónica a cada paso
entre caderas y busto de las hembras, mostraba a la legua la autenticidad del
regalo divino. Los bebes en la lactancia disfrutaban de la leche materna sin
componentes químicos. En los devaneos eróticos nadie se sentía engañado y las
prendas de vestir se acomodaban fácilmente a aquel encanto natural. Ya existen
las de tipo balón de básquet, bombas de helio; las más ‘recatadas’ las rebajan
hasta pelota de números. El escote al no acomodarse con ellas, las deja
salir atemorizado ante alguna explosión; parecen cuñadas con la barbilla y son
observadas por incrédulos fanáticos de la perversión, a quienes son dirigidas
las obras de vanidad de los cirujanos plásticos. Son cuidadas con tanto esmero,
que los hijos al nacer, no tienen el refugio sublime y amoroso por aquel
entorno. La duda ¿Eso pesa?
Se dio el salto del pueblo a la ciudad. Tejados
ennegrecidos por el tiempo; verdes los campos, aire con olor a flor. Listo para
la larga caminata. En el umbral de la alameda, unas manos arrugadas decían
adiós; a la vera del camino, rostros de amigo se fueron destiñendo al margen
opuesto, cabellos de hermosas mujeres impregnados de aromas seductores, se
derretían; el camino se convertía en tortuoso sendero en que los poetas, no
hallaban las musas y el parnaso quedó solo.
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