"Una persona que no arriesga nada por sus ideas, no valen nada sus ideas, o no vale nada la persona" Platón.
El viento sopló sin que nadie lo esperara. De frondoso árbol la hojita que vivía contenta en una de las ramas, a pesar de su esfuerzo, no pudo contenerse y cayó en un manantial que estaba dando inicio a la vida en la cima de la montaña; miraba hacia arriba y veía que su desprendimiento pudo haber sido fatal, pero aquel espacio de agua le amortiguó la caída y continuaba viva. Del manantial se formaba una pequeña corriente que la invitó a que se fueran juntas a recorrer. Sabía que en el transcurso del viaje podría encontrar muchas dificultades, que encontaría en el recorrido cosas diferentes algunas llenas de encanto, pero, otras, de seguro, le hicieran daño. ¿Qué hacer? Miró el tronco fuerte en dónde había vivido, que por allí subía desde la raíces el alimento del que ella se nutrió; sintió dolor, pero pudo más su curiosidad y le respondió: ¡Hagamos juntas el viaje! En principio se golpeaba en pequeñas piedrecillas que estaban a la orilla; de un momento a otro, la corriente se hacía mucho más fuerte. Sintió miedo y quiso regresar, pero se le hizo imposible. Ya la corriente se fue transformando en quebrada, los golpes eran contra piedras grandes que la rebotaban contra otras; estaba mareada de ir de un lado a otro, quería llorar por el error de no haberse quedado sirviendo a la tierra en su fecundación, pero ya no existía remedio, debía continuar. Vio a un costado que otras hojas nacidas en otras ramas de árboles estaban en las mismas condiciones; estas le dijeron muchas cosas y diferentes que ella, se confundió aun más, no percibía cual tenía la razón. Se dijo: seguiré hasta el final, la corriente que ha estado a mi lado me ayudará a encontrar la meta que juntos nos trazamos.
De pronto, las aguas se hicieron majestuosas. Sí. Estaban en los brazos del caudaloso río; miraba atónita la belleza del paisaje. árboles inmensos atiborrados de aves que llegaban en inmigración desde lejanos países buscando lugar seguro para descansar. Veía cielos claros con un azul diferente al suyo, la mirada la posaba en llanuras verdes que se perdían en el horizonte; estaba feliz de ver que había logrado sortear obstáculos cómo aquel en que cayó de una cascada que por poco la destruye o aquella, que un pez inmenso quería comérsela.
Dime amiga corriente qué me haz brindado tu amistad y ayuda en todo momento: ¿ha dónde llegaremos? Hojita, estamos cerca de llegar al mar. Hemos triunfado al saber atravesar las dificultades del recorrido que nos brindó el día y la noche: las adversidades, la ignorancia, la incultura y la falta de amor. ¡ Mira, allí está el mar! ¡Nos hemos salvado!
Wooow Dn Alberto..!!! Qe hermoso escrito... me sentí por un momento una hojita indefensa y aterrada ante el golpeteo de la corriente... Y así es... cada día hay que luchar para algún día, llegar al omnipotente oceano!
ResponderEliminarSaludos y abrazos!!!