ROSTRO CAMPESINO
Los días traen a cada instante
hermosas postales, para verlas se debe andar con los ojos bien abiertos y haber
dejado detrás de la puerta, odios, resquemores, celos, angustias y envidias. La
hermosura está junto a ti.
Hay quienes se internan en la espesura
del monte buscando el paisaje; otros se adentran en la profundidad del mar para
encontrar lo que sus aguas esconden. ¿Será qué cuenta las flores lleno de
admiración? ¿O hará con sus manos temblorosas limpieza y poda? No es nada raro
que el aroma, lo transporte al pasado, cuando con el corazón henchido de amor,
llevara ramillete, acompañado de guitarras y tiples, a la mujer que colmaba
todo el ser, sin que quedara espacio para nada más.
Puede ser, que la angustia de la
mirada, sea de saber que falta tan poco, para abandonar las alegrías del pasado
o el amor de seres queridos. No es raro, que busque entre palomas y flores la
compañía, para contar historias que en su casa ya nadie quiere escuchar; él lo
supo, cuando lo mandaron a dormir a la última pieza junto al crucifijo, que lo
acompaña desde antes de la procreación de los hijos.
La naturaleza, el amor y la paz, la
encuentra en lugares prestados. Nada rima en sus palabras, ni su voz enamora la
vida material. Sólo la flor escucha su monosílabo carrasposo: ¡Ingratitud!
Alberto.
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