AFERRADOS A LA MONTAÑA
El sol caía casi vertical. La sombra
estaba bajo el cuerpo y del pavimento exhalaba vapores por evaporación.
La economía ambulante de miles de
personas, era lo único con lo que podía contar para la subsistencia. Se había colocado
estratégicamente, tal como lo hacen las grandes compañías del espectáculo,
cuando con publicidad invitan a llenar los estrados de imponentes teatros.
A la guitarra se le habían encontrado
los mejores acordes. La ‘taquilla’ terrestre al alcance de la mano; el tinto y
el agua, para aclarar la voz y el mejor amigo en primera fila, para que ayudara
a no perder la fe que a veces lo abandonaba.
La lucha contra la adversidad, había
formado en él, un espíritu guerrero.Todo lo podía perder en un instante, pero
jamás, la compañía de su perro, sería como extirparle el alma. Para él,
‘surrunguiaba’ las 6 cuerdas en armonía; por él, sus esfuerzos por vencer las
dificultades climáticas y para él, su existencia.
La mascota sabía sobre su amo, que
también tuvo veinte años; ambos estaban seguros, de que el amor existe más allá
del sexo.
Alberto.
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