LA NUEVA GENERACIÓN
Aquí se ha llegado al paroxismo. El
manjar de los dioses. En España, los llaman judías, ¿será por qué los hebreos
parece ser, han sido comelones del fruto de esta planta leguminosa? Valla uno a
saber. Pero parece que la cuna es la de los ‘manitos’ en México.
Por estas breñas de don Tomás
carrasquilla, es el plato que no puede faltar en la mesa del más
encopetado o en la humilde casa de
chimenea humeante. Según la alcurnia, se les denomina. Fríjol, frísol, frijol
etc. Pero la auténtica que viene desde la montaña arriba, son frisoles con
coles o, con plátano verde ‘picao’; muchos los prefieren con cidra, todo va en
gusto o la región de donde provenga el comensal. Los hay liborinos; se
encuentran grandes, pequeños, rojos, amarillo y hasta negros, pero los que
mejor se ven en el plato ante los ojos y el gusto son los cargamanto, ya sean
rojos o blancos a quienes se les ha echado garra de marrano criollo. No puede
faltar a esa vianda extraída de las cercanías del cielo, el ‘hogao’, que le
hace juego al apetitoso manjar.
Cuando se juntan los frisoles, la
arepa, aguacate, chicharrón de 7 patas y la mazamorra en la culinaria maicera,
se ha llegado al momento culminante de chuparse los dedos; ‘aloye’ mi don.
Cómaselos ‘jirviendo’ con su carne en ‘polvo’, pa’ que le sepa ‘gueno’.
Ah…los que le sobraron, se comen al
desayuno del día después en ‘calentao’, con arepa delgada o ‘tela’, dorada en
el fogón y no olvide la tajada de quesito hecho con leche de vaca negra.
Se dice de alguien que vivió un tiempo
en el extranjero y cuando anunció el regreso, la madre le preparó un buen plato
de frisoles para sorprenderlo; al sentarse a la mesa, le dijo a la progenitora:
¿vieja, que clase de frutillas son esas?
Alberto.
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