En mi vida no ha podido faltar la compañía de un perro, como se ha dicho siempre es el mejor amigo del hombre y lo he creído así; de niño, tal vez por un sentimiento genético, porque desde que tengo uso de razón, recuerdo lo que sentía por ellos ( no quiero decirle animales).
En el barrio Manrique, a dónde llegamos a vivir, por las calendas de 1942, o sea que tenía dos añitos, me enamore perdidamente de una perrita de color amarillo, flacucha, de propiedad de un vecino, fue tanto mi amor, que un buen día y como el dueño lo dejó en la calle yo, sin pensar más nada, me la cargué para las casa y con el objeto de que no me la fueran a quitar, me metí con ella en la pieza de rebujo y más concretamente en medio de dos colchones que tenía una cama que era la que recibía a los visitantes que de vez en cuando llegaban a nuestro hogar, pero mí alegría duró poco, porque al dueño le contaron que el menor de los hijos de Don Francisco la tenía, fue mucho lo que lloré por mi amiguita, porque eso era lo que "Sultana" y yo fuimos. Tal vez por aquel detalle mi padre, cuando estábamos viviendo en Rionegro, un día cuando salimos a recibirlo, como de costumbre, a la llegada de Medellín de su trabajo y él, no dejába que nos le acercáramos a uno de los bolsillos del saco y cómo sería mi alegría al ver que de allí se asomaban unas orejas primero y después, un hocico que eran propiedad de mi nuevo perro. Era muy bonito, crespito, blanco, con un lunar negro en la cara, o sea, que media estaba negra y la otra blanca; en la parte negra, el ojo de aquel lado, no se veía; pero fue muy corta su estadía entre nosotros, debido a que al corto tiempo, se volvió agresivo, sólo a mi madre no la mordía, viendo ésto mi padre y para evitar algo malo en la familia, se lo regaló al señor que traía el bulto de carbón; el fin de "Regalo" mi perrito fue muy triste. Lo tuvo que matar, porque lo que producía su violencia era una sordera que lo hacía insensible a la realidad, cuando me lo contaron duré largo tiempo llorando a mi amiguito que tan ligero me había dejado. ¡Son los primeros dolores que nos da la vida!.