MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

viernes, 19 de febrero de 2010

¡CUIDADO CON LA PIEDRA!

Foto de Memo Vasquez.
Por allá en los años de 1949 en el pueblo se hacía el mercado en el parque principal que es bellamente adornado de árboles y palmeras. Se engalanaba con blancos toldos en los que los mercaderes exhibían sus mercancías, las personas salían de misa derecho a hacer sus compras. Por el costado nor-oriental, se colocaban los toldos en que se vendía la carne. Era la encargada de sacar las carpas y todo su andamiaje una viejita de pequeña estatura, delgada cómo uno de los huesos que los matarifes dejaban pelados, era más gorda un suspiro. Ella se echaba encima de la cabeza grandes bateas en donde estaba la carne y que ella haciendo uso de un equilibrio supremo, transportaba hasta el mercado. Tenía una fuerza rara para su complexión diminuta y ausente de una buena alimentación. Jamás se le vio conversar con alguien, sola llegaba a hacer su oficio dominical, sola regresaba a su casa después de laborar.
Así como era de trabajadora era de muy mal humor. No se de donde sale el sobrenombre con que toda la población la identificaba a lo que a ella la sacaba de casillas, se volvía una energúmena y no le importaba matar a alguien para tomar desquite de quien se atreviera a insultarla. ¡Bendita alma de Dios! No se que poder la ayudaba en el momento de agredir a quien se decidiera a llamarla por su apodo, su defensa, eran las piedras. El bribón que le decía Babey y ya nuestra mujer tenía varias piedras en la mano y con gran rapidez las lanzaba a los aires buscando la cabeza del inoportuno que la había irrespetado, no sin antes haberle dicho toda clase de vulgaridades que las tenía a flor de boca con lo que la gente gozaba y que hoy después de tantos años yo, siento tristeza.
Lo peor era cuando los párvulos salíamos de la escuela de Don Jesús y por desgracia estaba por los alrededores. Babey por aquí, Babey por allá; la piedra zumbaba por nuestras cabezas y por el temor de ser heridos por los bólidos que salían de sus descarnadas manos, nos refugiábamos en lo primero que encontrábamos. Lo que recuerdo con dolor, era cuando se iba con los ojos encharcados en lágrimas buscando ella también cobijo en su casa. ¡los niños a veces son crueles!
Creo que el nombre de nuestra viejita era: Isabel Rodríguez, que se fue dejando morir para no ver tanta impiedad de la que está formado el mundo.

2 comentarios:

  1. Ay Don Alberto ahora si me arrebató muchos sentimientos, por que es muy cierto... Y no solo los niños, a veces las mismas personas mayores llegamos a ser demasiado crueles con los demás sin darnos cuenta el profundo daño que llegamos a causar. Daño profundo e irreparable...

    Saluditos Señor mio!

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  2. Los niños, los adultos, diferentes formas de ser crueles, pero ahi estaba ella defendiendose como una leona,como no iba a tener el carácter agrio.
    Estoy un poco perdida, ocupada en otros menesteres, pero de vez en cuando aparezco por aqui para leerte. gracias de nuevo por tus recuerdos.

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