Se hace la vida llena de alegría al recordar con amor, todo aquello bello que ha trascurrido durante nuestra existencia. Sí me recuerdas, es porque me haz amado. ¡Cuan grande es recordar y que triste es el olvido!
lunes, 30 de octubre de 2017
miércoles, 18 de octubre de 2017
FELICIDAD, ERA AQUELLO
A pesar de que todo infante es
dormilón, él se revolcaba en la cama cuando se aproximaba la fiesta del niño;
el almanaque era consultado constantemente y aprovechaba para echarle una
miradita a la hermosa mujer escasita de ropas que lo iluminaba; se formaban
corrillos de condiscípulos comentado la forma en que se lo gozarían, alguno que
se cría el ‘berraco’ de guaca, comentaba que él subiría la vara de premios,
pues se había inventado la manera de evitar resbalarse. Y por fin llegaba ese
momento que a la chiquillada mantenía durante mucho en vilo. Varios llegaban a
la escuela disfrazados, aparecía la muerte (tan tétrica), los gitanos, el
pordiosero y muchos con trajes típicos; la cosa se iba poniendo buena. Escogían
a unos 10, les entregaban costales introduciendo sus cuerpos en ellos,
arrancaban a correr. Mil caídas, risas, gritos y uno llegaba triunfador
¡Regalos! Desde una casa habían traído una olla tan grande, que parecía la de
un cuartel del ejército, la llenaban de melaza, echaban monedas de centavo, dos
y cinco al fondo, el que quisiera sacarlas debía ser con la boca, el primero y
nada, otro y tampoco, por fin uno sacaba una monedita, todos a la pila a
quitarse el pegote eran pequeños monstros cafés. Risas a granel. Una guadua
derecha cómo viejo paisa, se llenaba de grasa, regalos. Muchos intentaba pero
el cansancio los vencía de tanto subir y resbalar; el astuto, esperaba hasta
que la vara fuera menos resbalosa y dele mijo, todos los cachivaches le
pertenecían, la chiquillería detrás de él suplicando que compartiera. Era la
felicidad completa hasta que todo cambió. Los mayores lo volvieron carnaval,
borrachera, perdida de virginidades y ya no es el día del niño es día de las
bruja o Halloween.A pesar de que todo infante es
dormilón, él se revolcaba en la cama cuando se aproximaba la fiesta del niño;
el almanaque era consultado constantemente y aprovechaba para echarle una
miradita a la hermosa mujer escasita de ropas que lo iluminaba; se formaban
corrillos de condiscípulos comentado la forma en que se lo gozarían, alguno que
se cría el ‘berraco’ de guaca, comentaba que él subiría la vara de premios,
pues se había inventado la manera de evitar resbalarse. Y por fin llegaba ese
momento que a la chiquillada mantenía durante mucho en vilo. Varios llegaban a
la escuela disfrazados, aparecía la muerte (tan tétrica), los gitanos, el
pordiosero y muchos con trajes típicos; la cosa se iba poniendo buena. Escogían
a unos 10, les entregaban costales introduciendo sus cuerpos en ellos,
arrancaban a correr. Mil caídas, risas, gritos y uno llegaba triunfador
¡Regalos! Desde una casa habían traído una olla tan grande, que parecía la de
un cuartel del ejército, la llenaban de melaza, echaban monedas de centavo, dos
y cinco al fondo, el que quisiera sacarlas debía ser con la boca, el primero y
nada, otro y tampoco, por fin uno sacaba una monedita, todos a la pila a
quitarse el pegote eran pequeños monstros cafés. Risas a granel. Una guadua
derecha cómo viejo paisa, se llenaba de grasa, regalos. Muchos intentaba pero
el cansancio los vencía de tanto subir y resbalar; el astuto, esperaba hasta
que la vara fuera menos resbalosa y dele mijo, todos los cachivaches le
pertenecían, la chiquillería detrás de él suplicando que compartiera. Era la
felicidad completa hasta que todo cambió. Los mayores lo volvieron carnaval,
borrachera, perdida de virginidades y ya no es el día del niño es día de las
bruja o Halloween.
miércoles, 11 de octubre de 2017
LA MUERTE DE LA UNIDAD FAMILIAR
AÚN JUNTOS
Uno mira con infinita tristeza hacia
la lontananza, aprecia sólo nubarrones que enturbian el devenir de la
humanidad.
No es necesario ser adivinador o
extraño personaje descubridor de enigmas, para darse cuenta que el camino al
futuro lo podrán caminar las bestias, echas morfológicamente para transitar por
andurriales; los seres, inadecuados para ello, terminarán enlodados en el
barrizal sin encontrar la salida.
Cuando los mayores, nos alejamos por
esnobismo de las enseñanzas de los ancestros y no nos importó el calor de
hogar, el día que implantamos a los ‘dioses’ sexo y dinero; el amanecer que
trajo el mal entendido feminismo, la noche que los padres aflojaron la rienda
para ‘liberalizarse’ y el horrible momento en que Dios pasó a segundo plano; el
absurdo instante en que el cirujano plástico creó las muñecas de silicona,
cuando los maestros le dieron paso a los profesores, que permisivamente
olvidaron la educación entrelazada con la cultura, se fue enfermando la
sociedad, de hastío y soledad. Se hizo el sendero llano para la entronización
de la droga, el irrespeto, el desamor y el crimen.
Los hogares, dejaron de serlo y se
convirtieron en casas de lenocinio. La batuta de los padres se doblegó, como
esperma en el fuego, el caos no se hizo esperar y brotó la anarquía. Es bazofia
los llantos, buscar culpables, pedir perdón, cuando todos saben que mataron de
un tajo la unidad familiar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)