MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 7 de julio de 2010

LA TÍA BENILDA.


La preclara ciudad de Ríonegro Antioquia Colombia.

Ríonegro está ubicado en el bello, tranquilo y acogedor Valle de San Nicolás y uno de los lugares de su geografía, es LLANOGRANDE. Allí hace mucho tiempo en la historia nace una niña menuda,vivaracha, de unos ojos encantadoramente azules; con el correr de los años es ya una campesina que ama entrañablemente todo lo tocante con sus ancestros, su ciudad natal, su familia y sus hijos, que después de despegar de sus senos los va llevando por los caminos del respeto, cobijándolos con rezos, dándoles pedacitos de luz de luna que les irá aclarando el sendero que tendrán que andar en el transcurrir de sus vidas. Haciendo montoncitos de experiencia la encuentra la madrugada. Ese conocimiento, lo va entregando con mucho amor a esos seres nacidos de sus entrañas y que le hace sentir, que los suyos, serán personas sin tacha y su conciencia no la podrá censurar por no haber cumplido con su deber de madre.




Llanogrande, tierra de amor y paz.

Cuando ya estaba cansada, su rostro enmarcado por las arrugas con las que el inexorable tiempo dibuja su transcurrir, conocí la casa por las que sus pies deambulaban en las horas de inefable dicha o, las nostálgicas que deparan instantes amargos. Ni las unas ni las otras, le hicieron perder su compostura. Era pequeña, limpia y acogedora. Sobresalía el frente lleno de matas colgantes llenas de flores de todos los colores que imitaban al arco iris, ese frente encerrado por la chambrana de "macanas", para que los animales domésticos no incursionaran al interior y que también servían de apoyo a los hombres cuando llegaban de sus labores y era allí igualmente dónde ponían sus sombreros, el carriel, la ruana y hasta la guitarra, esperando que les fuera traído algo fresco para beber.
En ese mismo frente de la casa al llegar la noche y después de comer, se sentaban en el tarimón, a contar las andanzas del día o aquellos cuentos de espanto, que hacían poner los pelos de punta, que era tan normal en toda casa campesina del ayer. Hoy, se ve TV. La música autóctona se fue de las fondas, se ha remplazado por sonidos extranjeros que ya no hablan de amor, ni de flores, menos de paisajes y...de nada.




La tía Benilda...así, bella.
A ese manojito de ternura que mi corazón no olvida y que se fue apagando aferrada a su recatón con el que hacía surcos para sembrar sus flores, es la que queda aquí coronada de besos y respeto por alguien que se siente orgulloso de ser su descendiente y de recordar, cómo, con la avidez de quien quiere saber, se leía cuanto periódico le llegaba a sus manos...

1 comentario:

  1. Don Alberto, buen día, ya ando de regreso por aquí después de tantisimo trabajo.

    Me encantaron las lineas del primer parrafo, ese detalle con el que describe lo más parecido al don preciado de ser UNA MADRE.

    Así como la describe supongo que la tía Benilda ha de ver sido de esas viejecitas a quien todos por respeto les llaman "Madrecita".

    Hermoso texto como siempre..

    Saludos!

    ResponderEliminar