MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 5 de octubre de 2011

OTRO RECUERDO...



Foto: AMV.
"Ningún hombre sabio ha querido nunca ser más joven" (Jonathnan Swift)

Hace largos años en la conmemoración de la Semana Santa en el Sitio de la Tasajera (antiguo nombre de Copacabana), los habitantes se entregaban de lleno a los oficios religiosos que se llevaban a cabo en el templo de Nuestra Señora de la Asunción. El niño observaba con extrañeza que después del miércoles todos los santos que engalanaban el templo eran tapados con un tela morada, siempre le impresiono esa costumbre religiosa y algo de miedo había en ello. Le gustaba sí, que desde ese mismo día, ya no sonaban las vibrantes campanas allá en la elevada torre; se cambiaba por la matraca que llamaba a la feligresía con notas apagadas en las manos del viejo y obeso sacristán Marcos, a quien todos por el caminar arrastrado, le decían "chencha", sobrenombre adquirido de aquel disco que estuvo de moda: "canina como chencha..." La chiquillería rodeaba aquel anciano con el fin de que el viejo gruñón les prestara por un momento el aparato para hacerlo sonar antes del sermón de las siete palabras. Todo iba bien, hasta qué por la puerta principal, aparecía la figura rectilínea del padre Sanín y nos hacía abandonar el instante, que para nosotros no tenía nada de religioso y sí mucho de juego; pero lo peor, era cuando llegaban los fogoneros ( ayudantes de los carros de escalera), ellos, nos arrebataban el instrumento tirándonos al suelo.


Foto: AMV.
Las cantinas del marco de la plaza en aquellos días santos, estaban llenas de gente libando licor, especialmente campesinos llegados de las veredas, que de sombrero, ruana, carriel y peinilla, llenaban las mesas de envases de cerveza o se pavoneaban por las puertas de botella en mano, para que su amor que se encontraba en las bancas del parque los vieran.

Cañitas, personaje típico, aprovechaba para pedir a los contertulios de las cantinas, café con leche y pan, diciéndole al elegido: "tan lindo éste maldito culicagao". Él se fue con su saco inmenso (era más grande el muerto) lleno de panes, a vivir sobre las nubes.

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