MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 21 de mayo de 2014

LAS ILUSIONES


los nietos
“¿Qué tienes alma que gritas a tu manera y sin voz? Los caminos de la
Vida no llevan a donde yo voy” (Alfonso Reyes)

Cuando se va alejando de los juegos infantiles, como aquellos: pelota envenenada, cauchera, trompo, perinola, la “chucha”, canicas de bellos colores y tantos otros más, es porque nos adentramos escurridizos por el túnel inclemente de la realidad. Se ha llegado a la etapa de no hombre y tampoco se es niño. Se avergüenza de los juegos que antes hacían las delicias por comenzar a labrar ilusiones que la mayoría son fantasías que revotan ante la realidad. El destino es cruel y se ensaña al ir destruyendo implacablemente cada una, dejando esparcidas por el sendero de la vida migajas de ensoñación.
Llega el instante en que no se mira a la niña por sus cabellos despeinados por la brisa, ni el colorido del vestido, se busca la mujer de figura seductora, de amplios pechos y caderas anchas que ruborizan el pensamiento. Ya no atraen las cosas simples. Son poderosos los llamados del sexo. Los sueños con ángeles montados sobre nubes en el cielo azul, pasan al cesto del olvido dándole cabida a la ambición de dinero, para adquirir todo lo que se ha querido obtener: propiedades, vehículos, comidas suculentas y momentos de bacanales rodeado de mujeres espectaculares, bajo la mirada corrosiva de la envidia. El panorama lo hace posible con la llegada de la pubertad. Cuando alguien encuentra normal la transición, logra hallar el camino llano, libre de pedruscos que hieran los sentimientos y las acciones son diáfanas, libres de incertidumbre, por lo tanto, será el vencedor al final de la jornada. Ha logrado salir victorioso sobre las tentaciones innatas al género humano; es cuando, puede ir formando no un concepto o imagen ilusoria, ni un engaño de los sentidos, ve con limpieza más allá del horizonte, irá fabricando un futuro real y tangible, para que su porvenir no tenga crespones de luto que entristezcan las añoranzas formadas cuando apenas despertaba ingenuo, al batallar inclemente.


Cecilia y Verónica
Esas dos actitudes diferentes, hacen el contraste de quien toma las vías de la irresponsabilidad, dejándose deslumbrar por la vida sibarita, llena de excesos, caprichos insulsos y pasos falsos que conducen a la frustración, desconcierto y la incoherencia; en cambio, el que ha sabido sortear el límite con paciencia e inteligencia, es el ganador de la jornada abrupta y áspera del trasegar de la vida. Éste, ha sabido cambiar la “delicias” de lo material, por la belleza de los mandatos del espíritu, del dar sin esperar recompensa.     


miércoles, 14 de mayo de 2014

AQUEL ACCIDENTE


Mantequillera
“Lo importante no es lo que nos hace el destino, sino lo que nosotros hacemos de él.” (Florence Nightingale)

Creía que con aquel tercero de bachillerato en el colegio San Luis, era lo necesario para enfrentarse a las zancadillas de la vida y le dijo adiós a los estudios. Algo de aquel instante aún perturba su recuerdo. Fueron aquellas dos lágrimas escapadas de los ojos verdosos del padre, ante aquella noticia ¿Qué será de tu vida? La juventud no entiende razones. Don Abrahán Espinal administrador de la fábrica Imusa, amigo del progenitor, le aceptó emplearlo a pesar de la corta edad del retoño. Aquello era como capando leprosos, solo había que sacudirlos. Al lunes siguiente, se dirigía a la empresa listo para laborar.
Los años transcurrieron en un santiamén y manejaba las máquinas de plástico como la palma de su mano. Logró que los compañeros le tomaran simpatía y compartían los alimentos cuando el turno era el de la noche, sobre todo con Carlos Mario, quien también, jugaba fútbol en el equipo del pueblo con él. La compañía adquirió en México varios aparatos que innovarían la producción de elementos del hogar en que estaba especializada la empresa. Después del montaje a cargo de los mecánicos, le fue adjudicada una de inmensas proporciones con  tonelada de presión y 450 de temperatura en el torpedo que derrite el plástico hasta llevarlo al molde, en que estaba diseñado una coca que serviría a las familias para almacenar la mantequilla, de ahí, el nombre de mantequillera. Las semanas pasaba normalmente sin presagios. En la torre de la iglesia, el reloj daba la última campanada de la seis de la tarde (tiempo nostálgico); se marcó la tarjeta de ingreso a la factoría y cada uno a sus puestos habituales. En principio notó que la maquina no estaba funcionando normal, echó varios vistazos y continuó la labor al no encontrar la causa. Alcanzó a escuchar el llamado de Carlos Mario para que hiciera un alto y compartir las comidas empacada por las madres. Le faltaba extraer una pieza entre el torpedo y el molde.


Tranquilidad de la antigua Copacabana
No supo cómo ni cuándo el engranaje falló. Sintió la mano derecha le quedaba aprisionada y como si le llegara un soplo divino, con la rapidez de felino, devolvió el seguro antes que le aplastara la extremidad y el líquido hirviente se depositara. El monstruo de hierro respondió a la acción de la reacción y con suavidad sacó la mano hecha una plasta y quemada. La mirada se posó en el escalofriante momento; mil cosas pasaron por la mente con la velocidad del rayo y se escapó un grito que retumbó por todo el salón del plástico. Las viandas se quedaron servidas y la angustia de los compañeros se adhirió a la escena.
El cirujano plástico, recobró lo perdido y todo con el tiempo regresó a la normalidad.    


miércoles, 7 de mayo de 2014

LOS MAESTROS


Vendedor de 'tinto' (café) ambulante 
¡MAESTRO! Hermosa palabra que encierra tantas cosas: Jesús, el divino maestro; persona, hombre o mujer, que se entrega con amor y devoción a la hermosa tarea de enseñar, transmitiendo conocimientos a seres nuevos y encausarlos por el camino que los hará gentes de bien, honestas y responsables ante una sociedad ávida de fraternidad, decoro y paz. Ningún pensante, puede olvidar el paso por la escuela en que aprendió a garrapatear su nombre, menos, dejar de lado, aquel olor característico emanado del aula por donde entraba el aire libremente en la mañana o tardes calurosas del agosto de cometas. Pecado es, no recordar, la figura de un hombre, de libro en mano, anteojos pulcros, una tiza entre los dedos, que iba dejando en el negro tablero pedazos de su alma a cada trazo. Esa figura bonachona se movía serpenteante entre los pupitres repitiendo: ¿han entendido? Al escuchar sólo el silencio, reiniciaba el tema hasta notar, que por fin se había captado. Estaban hechos de paciencia y de amor, por la labor sacra de formar, lo que se constituía en la mejor recompensa.
No solo era instruir en el conocimiento básico, era mucho más. Era fundamental, continuar con lo que los niños traían desde sus hogares, respeto por los demás; insistiendo en el cuidado por los ancianos, los padres, protección a la mujer embarazada y en amar la naturaleza. No fue en vano su constante disertación sobre temas de cultura. De los educando no todos llegaban a hacer profesionales, pero sí, hombres de reconocida respetabilidad entre la sociedad. Los maestros, veían en ello, el mejor reconocimiento a su abnegada tarea, se sentían orgullosos al hallar en el futuro aquel niño ya hombre, desempeñándose en su oficio con dignidad, amor y honradez. Lo importante no lo fue el estrato económico que llegaran alcanzar, sino la altura espiritual lograda del alumno, a quien amó igual que su propio hijo. Nada le brindó más alegrías que verlos realizados ante el duro batallar de la existencia, con voluntad férrea y altruista. Eso fueron los MAESTROS, educadores y padres que caminaron por las escuelas con la frente en alto.


Albañiles
Esos iconos patriarcales del saber, se fueron perdiendo entre las nebulosas de una vida manejada por la sociedad de consumo, en que los valores morales son carcomidos vorazmente por el egoísmo y relegados por la ambición al timbre de la moneda. El entierro, no alcanzó siquiera a ser de tercera y al féretro asistieron los que ya ancianos, los recuerdan con amor y gratitud. No es raro, verlos asomar por entre las nubes con llanto en los ojos exhalando rayos de ira, al ver la promiscuidad de la educación y la muelle actitud de quienes descansan sobre tapetes de dinero…