PASOS CANSADOS
Sin saber llegó
al país principio de un continente, el asombro lo paralizó de tal manera, que
quedó cómo aquellas estatuas de héroes olvidados. Constató que allí, los que hacían
las leyes, creaban la trampa para esquivarlas y quienes los elegían sabían de
la procedencia, pero aquello lo convirtieron en un juego en que se entretenían
cada cuatro años: elegían, después querer tumbar, era la felicidad masoquista acostumbrada
al dolor. Absorto estaba al oír la muerte de niños asesinados por la
desnutrición en dónde todo anda 100% por 100%, prometiendo mejorar mucho
todavía, anteponiendo al bla bla el himno nacional. No existía en aquel tapete
verde la equidad en los profesionales brotados por la universidad, esperándolos
estaba la frustración, vínculo directo a la rebeldía. Al salir de los dos
mares, en donde estaba el depósito de todo lo inservible se encuentra el
desperdicio del pudiente, mendrugo de satisfacción del hambriento castrado de
escrúpulo, que engulle hasta el hartazgo. Más arriba en el vericueto de ranchos de lata, la niña
famélica sale dispuesta a encontrarse con la depravación de ‘protectores’
camuflados, para atravesar el portón de la penuria, descorriendo el velo de
vírgenes hambrientas.
El recorrido y
visto lo tenía a punto de repugnancia, flaqueaban las extremidades, el cielo
arriba era gris, todo daba vueltas. Aquel ambienta de música, acordeones,
bailes de carnes morenas, risas, chascarrillos, era una mascarada patrocinada
en las altas supremacías fraguadas en estancias de acaudalados terratenientes,
para que la continuidad de desesperación, siguiera poniendo números a las
cuentas bancarias.
No era necesario
estar alineado al de allá ni al de aquí, para ver, sentir y palpar que era un
pueblo subyugado, al que no debía haber buscado para retraer el dolor de un
mundo acechado por las desventuras, producto de la desigualdad.
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