NO PUEDE SER
La actitud actual, de cualquier
transeúnte que desfila por la pasarela de la vida, está edificada en la doble
moral, el engaño; es una farsa, comedia o drama, muchas mal representadas y
peor aún, sin siquiera un trasfondo con algo que se parezca a la verdad. Eso,
hace que el castillo construido sobre arena movediza, al pasar del tiempo,
empiece a mostrar pequeñas tajaduras signo irremediable que la imaginaria
estructura, ha empezado a fallar y que el idealismo apócrifo sustentado en
putrefactos billetes, que no llenan los porqués de la criatura ávida de calor,
amor y sosiego, empieza a derrumbarse ante los ojos atónicos de los lisonjeros
de oficio.
Cuando la “fortaleza o
reducto” ficticio postrado en tierra, permite ver la plenitud del espacio que
antes permanencia eclipsada por el sainete, se columbra en las calles la
dolorosa realidad: imberbes que clamaban cariño en un punto vacío, adormecidos
en el espasmo de la ficción; aquel dinero comprador de acolitantes serviles
jamás podrá comprar las cepas de la
unidad familiar, esa pirámide altruista se logra con el amor, palabra exenta de
devaneos sexuales, expresión brotada del corazón al igual que aquellas flores que
germinan en campo verde silvestre, al amparo de la brisa y el calor del sol.
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