PASAPORTE PAISA
Desde hacía tiempo notaba que algo no
estaba bien. Al despertarse sentía que la alegría de otros tiempos, no era la
misma. Una fatiga le acompañaba aún sin salir el sol. Toda la noche la pasaba
revolcándose sin poder conciliar el sueño, queriendo que la mente se
estabilizara en algo fijo; le achacaba esa perturbación a la compulsión de ver
los noticieros de la noche llenos de malas noticias, atiborrados de crímenes,
desalojos, violaciones; eso lo hacía sentir en carne propia, el dolor de los
personajes centrales de la barbarie de un mundo embrutecido, con el que él
nunca soñó.
Un amanecer lluvioso, sintió que algo
le incomodaba la espalda para recostarla sobre el colchón. Palpó con sus manos
y se llenó de pánico. Se enderezó de un salto. A los lados de los pulmones,
estaban saliendo unas alas fuertes iguales a las de un cóndor. En principio,
sintió miedo, pero se calmó y se dijo: las voy a aprovechar para hacer un
recorrido por el espacio y ver desde allí, lo que abajo es rutina.
Aguzaba la mirada sobre los barrios
pobres y veía como la gente corría a la desbandada y detrás, hombres vestidos de
negro con armas; recorrió unos metros y pudo ver moteles lujosos atestados de
criaturas dejando su honra a alguien que acababa de salir del templo y a la
dama encopetada infiel, que estaba harta del esposo. Vio también en el
recorrido, que detrás del palacio de justicia, los jueces recibían los sobornos
de los criminales. No quiso ver más bajezas; el espectáculo desde lo alto, era
todavía más cruel. Cerró las alas…
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