A LOS MIL ATARRAYASOS UNA.
Si la memoria no falla, creo que fue presidente de la SMP,
indestronable y en su larga estadía, veía llegar diferentes curas párrocos y
sus coadjutores, en esas ocasiones de transición, manifestaba don Alberto
Giraldo Fonnegra: “El curita que llegó nuevo, tiene estampa por menos de
obispo”. Pasaron y pasaron levitas y nuestro hombre cívico no acertaba. No sé
supo nunca, que podía sentir por dentro ante tanto fracaso de adivinador,
“brujo” o soñador de entelequias y alucinaciones de ir creando santos donde no
podían existir. Todo pueblo es encaminado bajo la batuta de tres jerarquías:
(1)-la gubernamental, (2)-Los educadores y (3) Los religiosos; estos voltean a
su voluntad el conglomerado de parroquianos, que sentían temor hasta de
saludarlos, más bien agachaban la cerviz en signo de respeto y los que usaban
sombrero se lo quitaban mientras pasaban ¡Eso era mucho la urbanidad de
Carreño! El templo en todos los pueblos, villorrios, caseríos y veredas, es el
centro de todas las actividades, en ellos, en sumo secreto se guardan pinturas
religiosas históricas, alhajas de valor incalculable; del pasado se atesoran
documentos secretos y hasta armas de criollos y españoles con que se selló la
libertad de la república, esa que todavía andamos buscando. Existen esos santuarios
religiosos para ser admirados por su belleza arquitectónica, la hermosura de
sus esplendorosas joyas religiosas, altares decorados por cortinones de bellos
coloridos y engalanados en oro (en algunos casos) y en su mayoría con
imitaciones que deslumbran la mirada. Las enormes torres con sus campanarios,
se convierten en guía del visitante, al observarlas desde lejos…la morada de la
Virgen de la Asunción, ha sido uno de ellos, al ser cripta de 480 años de historia.
Entre los elegidos por don Alberto, fue aquel sumo orador religioso que, desde
el púlpito, estremecía a los parroquianos, en especial a las viejecitas
camanduleras y a uno que otro hombre lleno de fanatismo. El padre Bernal (así a
secas lo llamaban) era el orgullo en pasta, más quedó flotando en el ambiente
sítiense por haber dejado el monumento de la cruz.
Otro de la camada del buen hombre de augurios, lo fue Mario Escobar, de complexión fuerte, demostrando su vitalidad y carácter; cuando llegó, se sentía que le iba a dar tremendo revolcón a la Fundadora de Pueblos, en lo que sí acertó don Alberto, pues fue obispo de Palmira. A él, en el tiempo de curato, le tocó la ingrata desaparición de la capillita de San Francisco fundada en 1897, uno de los incendios de Nuestra Señora de la Asunción en que desaparecieron santos, documentos, pinturas y ornamentos históricos; esos hechos conmovieron la religiosidad de los habitantes y quedaron flotando en el aire muchas preguntas…
Alberto.
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