MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

lunes, 13 de septiembre de 2021



RECUERDOS QUE LASTIMAN

Estaba entrando la noche y el sueño no aparecía, queriendo romper la oscuridad la mirada, se fue internando en la evocación, la escaramuza del insomnio se tornó en un sopor tranquilizante, que eran como unas bellas manos que lo iban trasladando por un espacio limpio de una azul armónico que lo dejaba observar lo que ocurría varias decenas de años atrás. Aun estando abstraído por el encanto del viaje tan tierno, sintió cuando lo descargaban en el atrio, al frente de portón principal del templo de la Asunción. Era una atalaya. Se divisaba sin obstáculo los movimientos de los pobladores de la señorial Copacabana. Había llegado un día cualquiera, de un mes igual, el año sí era por allá... Se sentó en frente de la iglesia en una de esas bancas de cemento, mientras veía pasar especímenes de la nueva generación, esos que seguramente son descendientes de aquellos amigos qué no volvió a ver; se le vino a la melancolía del instante esas tragedias que enlutaron el conglomerado del antañón villorrio, lo recordaba todos apenados con interrogante en la mirada, cantinas de puertas cerradas por respeto al paso del sarcófago y a sus duelos, aunque, el duelo era de todos. Se habían abierto heridas en el centro del corazón de un pueblo que sabía llorar por sus hijos. La reminiscencia se largó a deshebrar aquel cruento dolor del aciago, infausto, funesto y azaroso instante de la tragedia de Cuatro Esquinas. Él, contaba el cuento, porque el día no era el suyo para alejarse de los mundanales placeres y vanidades. Lloramos todos y la historia lo supo.  

Eran más que amigos, se convirtieron en una cofradía en el deporte, los goces del dios Baco, las alegrías de hermanar los pueblos por medio de la llama olímpica, estaban en los coros gregorianos de Semana Santa. Hernando Rivera en el brocal del atrio, le dio vida al café El Deportista, lugar pequeño, pero acogedor. Con el tiempo “Memo Gueso” tomó la administración. Se sellaba el formulario del 5 y 6, haciendo fuerza y amortiguándolo con espirituosos brindis de “guaro”; sonaba el jit del momento: Era Marta la Reina. Guillermo Jiménez (Novillo), era alérgico a la policía. Ellos llegaron y de una empezaron a darle garrote en las piernas; el que hace este recuerdo, se inmiscuye en altercado y recibe bolillazo en la cabeza quedando grogui; afuera siguió el conflicto, novillo cayó muerto en el kiosco y herido Francisco Agudelo (Cuchifero). En un santiamén el pueblo estaba militarizado, tentativa de asonada. Un tiempo más allá, aconteció otro dolor; Eduardo Fonnegra Mejía, ese domingo bautizó a su último hijo. En tienda de Juan Sánchez, principiando la subida al Chispero, se reunieron a celebrar el bello acontecimiento. Risas a los chascarrillos, una copa más y como un fantasma entró uno de los gamonales del pueblo, Eduardo trató de calmarlo y se escuchó el disparo y un cállate negro hijo deputa; la palidez decía que se había desangrado, murió en el acto, mientras Fabio Arango trataba de levantarse, no podía, estaba cuadripléjico. Esos malhadados acontecimientos, golpearon el alma, matriz de la sensibilidad del pueblo. ¡Yo aún lloro mis muertos!  

 

Alberto.





 

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