MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL VETERINARIO DEL PUEBLO.


Foto de Internet.
Donde principiaba la entrada al barrio la Azulita existía una casa grande, parada en pilares y su construcción en tapia. En la parte de abajo tenía su manga cercada, la que se llamaba, "la manga del padre", allí se echaba una que otra res de propiedad de la parroquia; en su alrededor había sembrados de: guayabos, búcaros, carboneros y otros arbustos que lindaban con una pequeña quebrada donde revoloteaban iguanas de buen tamaño. La casa estaba habitada por la familia Calad. Don Francisco, era en el pueblo el veterinario. Hombre de genio disparejo, de andar pausado y siempre con

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un rejo colgado en la mano derecha, el que usaba para maniatar a los animales cuando los vacunaba, para desgusanar, castrar, en fin, para las tareas correspondientes a su oficio. La esposa, doña Inés, le dio cinco hijos, digo cinco, cuando eran seis, pues uno de ellos, era paralítico, que jamás se levantó de la cama y no recuerdo su sexo. Los hijos mayores heredaron de su padre el amor por los animales, sobre todo chalanear las bestias, que aunque fueran escuálidas, tenían buen paso; las sacaban los domingos al pueblo y se creían los dueños del Sitio. Tomaban aguardiente de cantina en cantina buscando camorra pues eran bastante pendencieros. A don Francisco no le faltaba la ruana terciada al hombro y su sombrero puesto al estilo de Gardel, creo, no equivocarme, jamás le vi una sonrisa asomar a la cara; montado en su yegua se recorría campos y veredas para atender el llamado que le hacían en virtud de sus servicios. Es bueno anotar que a un costado

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de dicha casa, había una piececita dónde vivían dos hermanos, a él, le decían "Pacho Lira" seguramente porque era cazador de pájaros: turpiales, sinsontes, canarios y cuanta ave fuera de buen trino. Siempre se le veía con una jaula en las manos y, su hermana, era la que le arreglaba la ropa y le hacía el alimento, pero más adelante hablaremos de éstos personajes. Don Francisco Calad, será otro de los personajes que quedan en mí para siempre y se, que en el pueblo muy pocos lo recuerdan, se fue como se van los perfumes con el tiempo y la distancia.

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