MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 5 de enero de 2011

¡CÓMO ERAN DE SIMPÁTICOS!


Campesinos de Copacabana en día de mercado.
Se creé que Copacabana era rica en bobos o personajes simpáticos, llegaban sin anunciarse o como brotados de la tierra. Un día cualquiera, cuando la brisa soplaba de norte a sur, esa brisa que sólo es nuestra, apareció un viejito semi barbado, con sombrerito arrugado, saco largo, al estilo del humorista Mexicano "Clavillazo", pantalones muy anchos y largos, encorvado y hablantinoso, a pedir una limosna. ¿De dónde llegó?, no se supo, lo que sí fue cierto, es que las gentes le tomaron cariño y del bueno. Lo apodaron "Cañitas" y él, quedó muy contento con su apelativo. Se instaló en el asilo que manejaba, Celia Correa Fernández y de allí empezaba todos los días a recorrer las calles semi vacías en busca de personas que le dieran unas limosna que él agradecía con simpatía y con su característico: "Lindo éste maldito culicagao".

Susanita, otra de la camada.
Caminaba rápidito cómo sí la vida se le fuera apagar y no tendría tiempo de llegar a las tiendas donde le daban un pan y que él disfrutaba comiéndoselo en el anchuroso atrio de la iglesia. Como se dijo, era pacífico, pero de vez en cuando se ponía intransigente y bravo, pero más cuando la chusma de fogoneros o ayudantes de los carros le hacían maldades y lo ponían hasta llorar de la rabia. Las personas caritativas lo llamaban para que les hiciera algún mandado y le daban sus monedas, las que de inmediato echaba en los enormes bolsillos de su saco y salía contento como un bebé.
Cañitas, sentía un gran amor por los niños con los que quería compartir sus "ganancias", pero los muchachitos le sacaban el cuerpo, quizá por miedo o porque sus padres les prohibían las relaciones con alguien que no conocían; la verdad es que éste personaje jamás perjudicó a nadie, auque llevó siempre una vida miserable, pero digna; alguna vez lo pescó una gripa y por haberla cuidado en mala forma, se fue poniendo grave, pálido se le veía y ya sin los ánimos de otrora, poco a poco, marchaba al infinito con su figura tal vez risible para los mortales, más no así para su creador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario