"la inconveniencia de la adolescencia es no saber lo que se quiere, y sin embargo quererlo a toda costa" (?)
La emisora cultural había calado entre los habitantes del pueblo; así mismo, por municipios vecinos. De algunas partes, llegaban cartas de felicitación por la variada programación: música de antaño, bailable, romántica, tangos; el rosario desde la iglesia en horas de la tarde; se destacaba la audiencia, por la dramatización de cuentos costumbristas de connotados escritores vernáculos.
Cualquier día, notaron que se podía hacer campañas sociales. Fue así, que nació la idea, de LA PEQUEÑA SONRISA. En los diciembres, la mayoría de los niños salían a la calles los 25, a jugar con los traídos de Niño Dios: carritos de madera qué se llenaban de tierra o arena; pelotas de caucho qué rebotaban por las mangas; triciclos llenos de colorido; pistolas de plástico se utilizaban para imitar las películas de vaqueros; otros salían a mostrar con orgullo, la ropa nueva, qué habían encontrado debajo de la almohada. Todo era una fiesta. Allí cerca, estaban también, caritas tristes y llenas de envidia. El Niño Dios, no había dejado nada en sus hogares.
Foto: Monografía de Copacabana. La flecha señala el lugar de la Emisora.
Dos de los locutores, imitavan las voces de ancianos cómo sí fueran abuelitos, concientizando a los oyentes, para que de forma caritativa, hicieran llegar juguetes, que serían entregados a los padres inscritos en la emisora por medio de cartas. Se colocó como fondo de la promoción el tango, El Basar de los Juguetes, cantado por Alberto Podestá.
Aquello, tocó el corazón y despertó la conciencia. Todos los días llegaban obsequios inspirados por la bondad de un pueblo sano y altruista; de la misma forma, en los estudios, recibían esquelas de familias que querían ver a sus hijos sonreír. Aquel diciembre, entró en todos los corazones, una noche de paz.
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