Delantera del Deportes Copacabana año 1959.
"Un ganador escucha. Un perdedor interrumpe y habla costantemente. (?)
De genios y locos todos tenemos un poco. Eso, lo fue Carlos Fonnegra Gómez, en la añeja Copacabana, la llamada fundadora de pueblos.
En la década de los 60, nuestro hombre, que era un inquieto personaje, de intelecto fuera de lo normal, le dio por construir un automóvil; pero, la idea no se quedó en el tintero. Carlos, con alguno de sus amigos que tenían conocimiento en mecánica automotriz, empezó la labor en una casa grande cerca del sector de la Pedrera. En el patio central de la vivienda fueron apareciendo distintas piezas con las que armaría el vehículo. Como es costumbre en éstos casos, todos lo llamaban iluso. En las cantinas en sus bebatas de aguardiente, no podía faltar el parroquiano que le hiciera chanzas de mal gusto, que él, con su buen humor, refutaba y, en vez, de hacerle daño, pareciera que lo incitaba a continuar con más ahínco en la terminación de aquella idea que se había trazado.
Pasaban los días y los meses y del carro no se tenían noticias; se murmuraba que de la locura de Carlos, sólo saldría un fracaso; que había perdido tiempo y dinero. Pero llegó la hora y la bomba explotó. Entre tragos de licor, el Muelón, como lo apodaban, les dijo a los contertulios: mañana saldrá a la calle el 'Pichirilo', nombre con el que bautizó a su 'hijo' metálico y rodante.
Club Deportes Copacabana.
Muchas personas rodearon la antigua casa donde se hizo la construcción del aparato, a la espera de poder verlo; pero en la inteligencia del muelón, no estaba el de que lo construyó en el interior de la vivienda y que para sacarlo de allí, se tenía que tumbar medio paredón de la entrada principal; así, se tuvo que hacer, para que el pichirilo saliera conducido por Carlos por las principales calles, mostrando orgulloso su inmensa dentadura, con la que la vez se reía de los curiosos, que habían dudado de su inteligencia y dedicación.