Maquina manual despulpadora de café.
"Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar." (Ernest Hemingway).
En el pueblo eran muy escasas la diversiones de los habitantes. Las idas al teatro Gloria, lugar donde pasaban en su gran mayoría, cintas mexicanas de la vida cotidiana de aquel país; lucha libre con el enmascarado de plata; muchas de humor: Cantinflas, Tin Tan, Clavillazo y resortes, también algunas de vaqueros americanos. Otro punto en que la gente pasaba largo rato estaban en ir a la cancha Camilo Torres en compañía de sus hijos, para disfrutar de buenos encuentros del equipo local con escuadras venidas de pueblos cercanos o de Medellín, capital del departamento de Antioquia. Era insignificante lugares de entretenimiento, eso hacía, que los hombres buscaran en las cantinas, una salida a las tensiones dejadas por una semana de trabajo fatigante; aquello ponía los pelos de punta a esposas y novias; la chiquillería en cambio gozaba de lo lindo con un hermano o padre ebrio, pues, aprovechaban la amplitud que en algunos casos da el licor, para recoger un pocos centavos, que iban a parar a la panadería La Mejor, llena de tentaciones dulces como: galleta 'negra', 'encarcelado', tortas de chocolate, mojicones, todos impregnados de azúcar o compraban confites y velitas 'tirudas' (que estiran) en las tiendas.
Antiguas pesas.
Pero las cosas dieron un vuelco de 180 grados. Por la década de 1954, en el mes de junio, Rojas Pinilla, para aquel entonces presidente de Colombia, entró en el país la televisión. No eran muchas las familias que tenían el poder económico para darse el lujo. Por el tejado de unas cuantas casas, sobresalían las antenas de tipo universal, dirigidas hacia algún cerro cercano, pero ni aún así, la imagen tenía nitidez; la escalera vivía siempre con alguien trepado moviéndola; desde abajo, alguien gritaba: "déjala ahí". La aglomeración no era solo de niños, estaban familias enteras, detrás de la pantalla chica; la casa se llenaba y se escuchaban gritos de felicidad cuando desaparecía la 'llovizna' y se observaba un animador o veían el primer gol de un partido de fútbol. La romería era diaria y el dolor de cabeza del propietario del inmueble, no desaparecía hasta que la señal daba por terminada la transmisión.
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