MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

DESEMPOLVANDO RECUERDOS.

Foto de recuerdos de juventud.

"Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde." (Sir Francis Bacon)

No es peso, el paso de los años, cuando se han disfrutado a cada momento con alegría y, sin odios o rencores que maltratan, al pasar las hojas del calendario. Horrible es encunetarse en un rincón a morder frustraciones que asesinan el alma y destrozan la convivencia. Crueldad es adelantar la decrepitud, con el fin de ganar 'amores', basados en lástima de quienes nos rodean, para usufructuar prebendas; es todo lo contrario del que lucha con dignidad y ama la etapa de su vejez; del que recoge durante horas y días por el camino de la vida, la tan nombrada experiencia, esa misma, que va entregando con amor, a quienes son su prolongación o a cualquiera que se arrime a su lado, en busca de una insinuación, ya que los consejos los dan los sabios. El que ha vivido su caminar, alejado de la envidia, la intriga, odio y la pasión desmedida al dinero, encuentra belleza en la cúspide otoñal, al mirar una foto en que aparece disfrutando de fuerza vital; ríe de los cambios urbanísticos, la transformación personal de los amigos, en especial, a aquella niña hermosa, que en los albores de la juventud le llenaba de romantícismo el corazón y que hoy, se encuentra rodeada de nietos ya no, con incitante negra cabellera, sí, con la blancura de la dignidad. 


Los pasos que no retornaron.

Recordar en los momentos de ocio, alejado de trivial melancolía, es revivir el pasado con amor; fortaleciéndolo y haciendo que éste, alimente el presente, creando un mundo de satisfacción, para recrearse al ver que los que te rodean, están felices de tener un patriarca acomodado muellemente en la silla del recuerdo. Es infinitamente acogedor, mirar retratos amarillados de eras pasadas, en que sonrientes están los padres posando para una 'máquina de retratar' y que se guardan delicadamente en el álbum de la memoria. Por eso y tantas cosas más, es que es bueno rebujar en escaparates tan antañones como uno, a la espera de encontrar cartas apolilladas cruzadas entre el ayer y el hoy; fotos que divagan enjaezadas sobre la cabalgadura del recuerdo, sin el temor de que pronto se apearán al llegar al final del recorrido de la existencia. No se debe temer a la llegada de los años, son tan bellos o más, que una juventud alocada.

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