MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

PRIMER VIAJE A LA LUNA.

La noche ha llegado.

"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota" (Madre Teresa de Calcuta).

Aquel día 16 de julio de 1969, el mundo estaba a la expectativa. La luna siempre fue mirada, como símbolo de romanticismo por los poetas y más si estaba estrellada la noche. En el parnaso se encuentran diseminadas, Bellas poesías que hablan de amor entre el hombre y la mujer bajo la tenue luz del satélite natural de la tierra. Besos apasionados, caricias llameantes de sexualidad, las ha hecho despertar una luna llena, que se apodera de espacio dejado a la partida del sol. Era para la humanidad, una niña mimada que ha llegado a ser emblema del cariño, la ternura y la paz. Era, se dice, porque después de aquel año, la cara mimada del astro, fue perdiendo en la poesía el preponderante lugar en los versos, la rima y los bardos. Se miraba, al igual que a una joven bella aún no violada, que conserva dignamente la castidad, que era, la 'pandemia' de tiempos pasados; hoy, mirada como estigma y ridiculez.




Flores sobre la poesía.

En las ciudades, los televisores y radios estaban encendidos; en las lejanas aldeas y los campos, nada sabían del acontecimiento. En las salas de los hogares las familias se reunían llenos de incredulidad. Nada podía ser cierto. Seguro era un engaño o la reproducción de una película de fantasía, creada por el hombre para atrapar bobos. Cuando menos se pensó, el Apolo 11, fue impulsado por el cohete Saturno V, desde su plataforma a la 10:32 minutos. Subía y subía hasta llegar al lugar predeterminado, que no era otro, que a la placidez noctámbula de los poetas y los amantes. El astro de los enamorados alcanzó a ver un hombre que sin permiso y a la fuerza, venía a violarla. Neil A. Armstrong, como buen humano, sólo buscaba su triunfo personal; no le importó que con sus pies, destrozara su virginidad de Venus y desflorarla, sacándola del parnaso y de las miradas contemplativas de los apasionados, que vieron caer desde el espacio una gota purpurina.


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