MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS GAMONALES.

Curiosiando armada de silletas.

"El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida" (Gustavo Le Bon)


Para el caso, no importan nombres ni apellidos. Está incrustado en el devenir del hombre, querer ser el más influyente, el que todo lo puede, la mejor familia e intocable. Casi siempre ese brote, está basado en el poder económico. Esa actitud malsana y peligrosa encuentra tierra abonada en las más disimiles fronteras de la vida. Puede salir del campo, el barrio, el pueblo o la ciudad. Caminan de la mano de las autoridades, del cura; están en toda reunión social y pertenecen a las asociaciones de ‘caridad’. Son los que cargan el palio durante las oficios religiosos, los primeros en entrar a misa, los que hacen echar alcaldes y párrocos. Se recorren el pueblo con actitud superiora chalaneando brioso caballo. Son los que manifiestan quien es bueno y que mujeres honorables. Es aquel, que las borracheras son cuidadas por la policía.
El viejo Sitio de Copacabana, fue cuna de un prototipo elevado a la máxima potencia, desde el padre hasta el último de los hijos, eran ‘superiores’ al resto del conglomerado. El dinero y la blancura de la piel, les daba el poder, para que nada se hiciera sin su consentimiento. A pesar de la baja estatura del padre, los hijos fueron altos, robustos, complexión hecha para demeritar a quien tuviera el valor de enfrentárseles; fuera en los negocios, la vida cuotidiana o en aquella en la que fueron por largos años, caciques políticos. Cada hijo, partía del solariego pueblo en busca de aventuras. No era raro, que al poco tiempo llegara la noticia de que era el gamonal del lugar en que había descargado su petulancia, ambición y sectarismo. El último de ellos, no siguió los pasos de los mayores. Él quería ser el ‘omnipotente’ en su tierra natal, para ello, contaba con las riquezas del padre y su aprobación. Hacía manifestaciones en contra de los acuerdos del concejo llevando la vocería a unos cuantos seguidores, recogidos con prebendas.

Familia en Santa Elena armando silleta.


Pasó de todo por su existencia. Compraba votos en tiempo de elecciones para ser elegido presidente del cabildo; el dinero lo perseguía al igual que una plaga. Adquiría residencias a bajos precios, poco faltó para hacer suya la iglesia. Al montar ebrio sobre el soberbio caballo, las gentes no disimulaban el temor, estaba acostumbrado a golpear con el zurriago al que no era bien visto o a los contarios de su partido. Untó de sangre sus manos. Una familia quedó llorando la desaparición del ser querido, el ‘dolor’ de ellos, lo aplacó con dádivas y aquel gamonal, llegó a ser, “tan pobre, que lo único que tenía era dinero”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario