MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 13 de marzo de 2013

PARA NO OLVIDAR.

Consumidor de carroña.

"El primer paso de la ignorancia es presumir de saber" (Baltasar Gracián".


L
a candidez del pueblo y sus gentes, lo hacía que fuera tranquilo y casi que olvidado por el resto del departamento. Los habitantes de la ciudad capital, los nombraban peyorativamente: montañeros, por la usanza en el vocabulario de palabras casi que olvidadas de un español antiguo; por su vestimenta, compuesta por ruana, carriel y sombrero y muchos de ellos, de pie descalzo. Las mujeres usaban mantillas, moña en la cabeza, sin escotes, vestido hasta más abajo de las rodillas y mangas al tope de la mano; ellas, sí, la mayoría usaban zapatos. La virtud, estaba enseñoreada en cada una, eso hacía que los hogares, fueran compuestos para tiempo indefinido.  
Las escuelas, se llenaban de niños y niñas, que querían aprender lo que sus padres no quisieron o no pudieron. Al salir de las aulas, ya fuera en la mañana o la tarde, el parque principal se veía atiborrado de escueleros que marchaban a sus hogares en locas carreras, dejando caer en el afán, reglas, cuadernos, lápices y borradores; hacía parte de aquel éxodo, el tropezón en el dedo gordo del pie desnudo, en alguna piedra con la que estaba compuesta la calle.
Muy pocos de los educandos de la escuela, pasaba al Instituto San Luis, Alma Mater; de los que llegaban a tercero de bachillerato, último curso con que contaba, pasaban por el colador una ínfima parte. La mayoría, terminaban ahí; solo unos cuatro o cinco, seguían a alguna de la universidades de Medellín para hacer  carrera, lo que hacía que toda la familia se trasladara de la población a la que nunca volvían y olvidaban por completo su pasado; la mayoría, cambiaban
sus nombres extraídos del almanaque, vieja usanza, para adaptar, las de hombres del celuloide americano.
                                                                             Naturaleza en mi hogar,


A
lguno de esos, conseguía título, que lo acreditaba para hacerse digno de un empleo bien remunerado y que le daba imagen dentro de la sociedad. Por casualidad se encontró con un condiscípulo de la vieja escuela. Éste, lo llama por el verdadero nombre y le dice: Jesús, ¿vos ‘sos’ el que nació en la calle del Comercio de Copacabana? Está equivocado. No me llamó Jesús, sino, Henry y, no sé dónde queda ese pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario