Amor al apellido
Después de las 6 de la
tarde, en cualquiera de las bancas del parque de la senil Copacabana, eran el
sitio de encuentro del grupo de amigos, para departir las comidillas del día,
de las cosas más triviales. Se llenaba el ocaso de cuentos, chascarrillos,
anécdotas, comentarios de partidos de fútbol y chanzas pesadas contra alguno de
los concurrentes, que muchas ocasiones, perturbaba el ambiente, pero, por
fortuna, duraba poco y el coloquio regresaba a la normalidad. Aquellas
enrevistas se volvieron indispensables, para de alguna manera contrarrestar la
pasividad del poblado, que siempre permanecía adormilado encasquetado sobre las
costumbres.
Ya la época, había
hecho más de la mitad del recorrido. En 1958 en Estados Unidos, se creó la
NASA, con el fin de pensar en la conveniencia de encontrar dentro del espacio,
un lugar habitable. Fue entonces, cuando después de varios viajes no
tripulados, el cohete Apolo Xl, conducido por Neil Armstrong, dejó posar sus
botas, sobre lo que antes era inspiración de los poetas. La luna fue violentada
en toda su belleza, por el hombre. Aquel inverosímil espectáculo de la ciencia,
llegaba como anillo al dedo, para los contertulios pueblerinos, que incrédulos
disertaban aceptando o refutando la veracidad del hecho. Ya no se comentaba la
trivialidad del movimiento del entorno. No. Era la galaxia, la estratósfera. El
infinito. Las conjeturas saltaban por encanto del grupo heterogéneo; unos se
dejaban arrastrar igual que hojas en la borrasca, por apasionamientos sin sentido,
otros, recitaban lo ya expresado en cuartillas de periódicos y algunos más,
dejaban volar la imaginación, que lo hacía ver un futuro confuso.
Casa de mi padre en Copacabana 1952
Una tarde llena de
arreboles, que enrojecían las tapias de cementerio y los rostros del grupo, el
soñador de aventuras espaciales, fue creando una imagen de lo que llegaría a
ser en el futuro del sueño de las potencias. Decía: “sé llenará el espacio de
naves espaciales, que tendrán puntos de acondicionamiento para ir avanzando
hasta encontrar el lugar en que el hombre pueda vivir con agua y oxígeno. No
importa, la ciencia. Es el poder. La nación que logre la hazaña, irá creando su
imperio fuera de la tierra y ya constituido, hará la guerra con el poder
avasallador de un amo cruento.” Todos quedaron callados. Hoy todavía, los
cohetes surcan el espacio llevando escondido el verdadero propósito.
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