Mula compañía de arrieros foto Daniel Mejía
Es el barrio Pedregal
de Copacabana, cuna de uno de los apellidos apreciados del pueblo, aunque
desconozco el génisis verdadero de él en Antioquia. Haciendo acopio de la memoria,
comienzo por recordar, de los que nos ocupa, se distinguían por su amor
indomable por el trabajo, la honradez, el inquebrantable amor por la familia,
el gusto por el etílico los fines de semana y esa imperturbable forma de pensar,
que se debe mantener la limpieza de la casta, eso hacía, que los matrimonios se
ejecutara entre el clan familiar.
En el vagabundear de la
añoranza, se recapitula, que fueron ellos los amos y señores en los albores del
poblado para el transporte de carga. Varios, se hicieron a caballos o mulas que
alaban un planchón empotrado sobre enormes ruedas, para ser menos cruenta la
labor de los dóciles animales, que desde la ciudad capital traían bultos de
granos, enceres y cuanta cosa brillara en la escasez del pueblo, mitigando así,
las penurias de un conglomerado que aunque pobre, esperaba disfrutar de lo
elemental para vivir dignamente. Muchos de aquellos carreros, no fueron
dechados de sonrisas quizás por el cansancio de la travesía, el hambre y el
sol, amortiguado por el sombrero encasquetado en la cabeza. De las entrañas de
aquel condominio los domingos, hacía la aparición un Montoya de baja estatura y
rechoncho.
Aún estoy esperando
Éste no sabía en
transporte de carga; se entregó de lleno a la industria, en la que elaboraba de
asalariado con la furia de toro salvaje en busca de una pensión, que le
asegurara un porvenir sin sobresaltos junto a los suyos, que eran la razón del
vivir. Pasaba en compañía de un asno que como él, conocía el camino que los
llevaría al parque para hacer las compras del mercado. Cargaba el jumento con
bultos repartidos equitativamente para que no se ladearan y emprendía el
regreso saludando a los parroquianos encontrados con una venia; un golpe con el
fuete en el ancla al animal, una escupa lanzada a la cuneta y una maldición por
el recalentamiento de los pies descalzos sobre el pavimento. Todo quedó gravado
en la mente del niño…
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