Atrio con calles empedradas de Copacabana
La montaña de años ya
establecidos, se llenan de nostalgia, cuando sacando un ratico y antes que el
sueño llegue, se emprende la correría por el túnel del tiempo. Allá al umbral
de la vida, en la placidez de la antañona Copacabana cuando por el parque
cubierto de grama, correteaban libremente los animales caseros, también la paz,
salía a disfrutar de los arreboles, del aire fresco y la sonoridad de las
campanas, que el regordete viejo Marcos, sacristán del templo, hacía sonar
halando las sogas debajo de la agreste torre, ocultando el cacorrísismo en un
mato de religiosidad engañosa. Se recuerda con aflicción el paso vigilante del
policía con el machete envainado en la cartuchera de 35 ramales, desprovisto de
armas de fuego, tomando café en casa de los protegidos. Vive aún en la memoria,
el rectilíneo cura párroco Julián Sanín con su misa de 9, llena de campesinos y
niños dormidos en el regazo materno; era larga, llena de reprensión y castigos
divinos que las viejas amortiguaban escondida la cara con el pañolón
santiguándose, mientras los hombres se lanzaban miradas marrulleras
cantoneándose la ruana.
Regresa de ese pasado
ingenuo, la admiración por los integrantes de la Banda Marcial, del colegio San
Luis, cuando surcaban las inmaculadas calles en la procesión del día de la
patrona. Las jovencitas, ocultamente, se sentían atraídas y el rubor coloreaba
las mejillas.
Banda marcial del San Luis
Algo igual, sucedía con
mujeres de más recorrido, en que el deseo por el gallardo postín de los
componentes, trajeados de colorines, con el quepis escondiendo la pubertad
avasalladora en que caían sobre la visera los hilos plateados de la borla, la
ocultaban recorriendo con los dedos delicados, las cuentas del rosario,
mientras a cada paso, suspiros entrecortados eran exhalados desde la
profundidad del erotismo controlado por las leyes de la sobriedad. Aquellas
cosas simples del pretérito por las que se deambuló, no existen; es una
ingenuidad siquiera recordarlas. ¿Regresar? Motivo de angustia y de lágrimas.
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