MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 4 de marzo de 2015

¿REGRESAR?


Atrio con calles empedradas de Copacabana
La montaña de años ya establecidos, se llenan de nostalgia, cuando sacando un ratico y antes que el sueño llegue, se emprende la correría por el túnel del tiempo. Allá al umbral de la vida, en la placidez de la antañona Copacabana cuando por el parque cubierto de grama, correteaban libremente los animales caseros, también la paz, salía a disfrutar de los arreboles, del aire fresco y la sonoridad de las campanas, que el regordete viejo Marcos, sacristán del templo, hacía sonar halando las sogas debajo de la agreste torre, ocultando el cacorrísismo en un mato de religiosidad engañosa. Se recuerda con aflicción el paso vigilante del policía con el machete envainado en la cartuchera de 35 ramales, desprovisto de armas de fuego, tomando café en casa de los protegidos. Vive aún en la memoria, el rectilíneo cura párroco Julián Sanín con su misa de 9, llena de campesinos y niños dormidos en el regazo materno; era larga, llena de reprensión y castigos divinos que las viejas amortiguaban escondida la cara con el pañolón santiguándose, mientras los hombres se lanzaban miradas marrulleras cantoneándose la ruana.
Regresa de ese pasado ingenuo, la admiración por los integrantes de la Banda Marcial, del colegio San Luis, cuando surcaban las inmaculadas calles en la procesión del día de la patrona. Las jovencitas, ocultamente, se sentían atraídas y el rubor coloreaba las mejillas.


Banda marcial del San Luis

Algo igual, sucedía con mujeres de más recorrido, en que el deseo por el gallardo postín de los componentes, trajeados de colorines, con el quepis escondiendo la pubertad avasalladora en que caían sobre la visera los hilos plateados de la borla, la ocultaban recorriendo con los dedos delicados, las cuentas del rosario, mientras a cada paso, suspiros entrecortados eran exhalados desde la profundidad del erotismo controlado por las leyes de la sobriedad. Aquellas cosas simples del pretérito por las que se deambuló, no existen; es una ingenuidad siquiera recordarlas. ¿Regresar? Motivo de angustia y de lágrimas.         

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