LA CIUDAD POR SOBRE LOS TEJADOS.
Esas creencias ancestrales, venían
arraigadas igual que lunar de familia; creo que sin quererlo, seguían el
mandato hereditario de la trilogía de que estamos compuestos, unos pequeños
rescoldos de brujería. Se le contaba a alguna vecina sobre un mal que aquejaba
y sin pensarlo dos veces, se descargaba de remedios caseros extraídos de la
naturaleza, de esas ‘matronas’ las más avezada, daban consejos con toques
paranormales o invocando muchas ocasiones al más allá. Se recuerda con cierto
recelo aquellos paqueticos lo más de bien prensados, eran en ocasiones en
bolsas de papel vejiga en que venían los recortes de la Noel, otras, en
pequeños envoltorios de periódico; la curiosidad es la madre de la pendejada,
por creer era plata perdida por alguna anciana, se habría creyendo encontrar al
final, unos centavos que garantizara la entrada a matiné doble el domingo. No.
El hallazgo eran unas piedrecillas por cada una de las verrugas de quien las
padecía y que quedaba curado cuando el entremetido las ponía al descubierto,
haciéndose éste, propietario de tan incómodos y feos abultamientos en la piel.
¡Hoy sábado día de la virgen!
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