BUTACA EN DESUSO
"El
hombre de bien exige todo de sí mismo; el hombre mediocre espera todo de los
otros". (Confucio).
La madre naturaleza
(tan fregadita ella), incorporó bellas y grandes montañas a aquel lugar.
Copacabana con sus tejados enmohecidos por el tiempo y copados de historia se
divisaban desde las alturas. Todo pueblo que se respete tiene su leyenda que es
arrullada desde la cuna de los niños, que crecen maravillados por los relatos
de los viejos que de tabaco en boca la narran con vehemencia. En un monte hacia
el norte, que parte el valle para dar paso al río, nace la historia que, a los
habitantes, en especial a los niños, mantiene en vilo y que expectantes,
quisieran descubrir la realidad. La historia oral viene de generación en
generación y muchos han llegado a comentar que ellos han visto con sus propios
ojos, pero que la aparición les hizo perder el conocimiento y no recuerdan qué
pasó después.
El caso es: Que hace
muchísimos años en Copacabana, alguien que merodeaba por el lugar en busca de
leña para el fogón, de una piedra medio tapada por la maleza, salió una gallina
con sus pollitos, cuando nuestro hombre miró el nido, encontró para su asombro
unos huevos de oro, que, al querer cogerlos, éstos desaparecieron. Se comenta,
qué sólo logrará hacerlos suyos aquella persona limpia de corazón, que no posea
envidia, ni egoísmo y ame a los más necesitados. ¿Será qué, el mundo es tan
malo, que, hasta el presente, la gallina sigue merodeando con sus hijos por la
cima del Ancón y los huevos de oro en el sitio en que los vieron por primera
vez? Se ha dicho que son muchos los que se han embarcado en la aventura y no
encontraron nada, sólo el cansancio de la subida hasta la cima o el
"guayabo" dejado por la ingesta de "tapetusa" (licor de
contrabando), destilado en la región.
Alberto.
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