Era dicho popular de llamar la Escuela Urbana de
Varones, así simplemente: Escuela de don Jesús. Pues bien. Ahí en ese castillo
de las primeras letras, en las aulas, se iba formando un murmullo entre
temeroso, todos esperaban que al rector se le conmoviera el corazón y dijera:
Mañana iremos a caminada; aquello constaba de la ida de todos los educandos a
media tarde de asuetos a la cancha de la Pedrera o de Encarnación Mora como
también se le conocía. Esa fue la primera cancha de futbol que existió; como
era bordeada por el río Aburrá cuando éste se crecía dejaba un sedimento de
arenilla que cubría el césped, allí jugaban el Antonio Nariño y el Imusa, se usaba
jugar de boina y la admiración de la chiquillería y el común de las gentes era
Gustavo “galleto “porque era el que más elevaba el balón. Aquel encanto de
distracción fue pedido por su dueño Manolo Sierra y se quedaron allá la
frescura de los búcaros con sus enormes iguanas, las ramas de pringamoza y los
muletos para amansar. En el barrio de la Asunción de propiedad de la fábrica
Imusa quedaba un lote a orillas del río, lo cedió a la administración, la
comunidad deportiva en convites lo adecuaron y volvió con todo su esplendor el
futbol; las manos de don Francisco Meneses a la margen del caudaloso afluente
la embelleció de rectilíneos sauces en que descargaban las aves sus trinos y
para confort de los asistentes se hicieron graderías en madera tratada, faltaba
el espectáculo mayor ¡Futbol nocturno! Alfonso Carbajal instaló luminarias
alrededor del campo elaboradas en la empresa de la familia Hernández.
Inauguración con reina, la señorita Oliva Gómez y el partidazo de fondo entre
Fabricato y el Deportes Copacabana.
Todo marchaba de las mil maravillas, la gente feliz
colmaba las graderías, en los partidos nocturnos las familias se solazaban,
divertían y alegraban siguiendo las piruetas de los 22 jugadores cuando el
balompié era una distracción y no, un problema matemático. No podía durar tanta
belleza, llegó a la población un burgomaestre recalcitrante, energúmeno y
estúpido que acabó con todo: “Qué acabaran con tanta alcahuetería. Que era una
estupidez 22 hombres en calzoncillos detrás de una pelota.” Y dicho y hecho, destruyeron
las luminarias (se cree que era la primera cancha iluminada del país) y el
abandono terminó con las graderías. Se siguió jugando por mucho tiempo hasta la
fábrica dueña del terreno, lo pidió para seguir construyendo casas para sus trabajadores.
Por un tiempo se jugaba en canchas prestadas, fue cuando don Yayo Medina cedió
un terreno entre el Chuscal y el Tablazo que se adecuó para jugar, pero la
lejanía creo conflictos en los equipos visitantes y también en los comarcanos
hinchas del pueblo, fue allí, que nace la cancha en frente de don Ramón Tobón
(Calabazo); el tradicional Deportes Copacabana con su uniforme rojo y blanco se
diluyó y apareció con una juventud avasalladora el juventus, once muchachos que
dejaron huella, por su técnica depurada. Cuando ésta, también desapareció para
darle cabida a más viviendas en el barrio la Asunción, aparecieron las Unidades
Deportivas para darle la estabilidad a las actividades atléticas en el poblado,
sin que los luchadores de antaño por sacar adelante el deporte, vieran que sus
anhelos han llegado a la cumbre.
Alberto.
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