MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

EL CIRCO NOS SACABA DE LA RUTINA.


El pueblo se convertía en un hormiguero cuando en un destartalado carro, con altavoces se iba anunciando la llegada del circo "Tawer", con sus malabaristas, acróbatas, trapecistas y aquellos payasos, con los que reíamos a mandíbula batiente después de cada travesura. "Retazo" y "Charuto", todos los días de permanencia se robaban el espectáculo en aquel pequeño circo, con su carpa desteñida y llena de retazos, que en poco beneficiaban a los concurrentes. En aquellas tardes frescas de antaño cuando después de salir de la escuela, corríamos con nuestras maletas terciadas al hombro, para llegar al punto en dónde las directivas habían situado aquel redondel de alegría, que siempre lo fue una manga que existía en la "Pedrera". Las miradas nuestras se dirigían por debajo de la carpa, buscando a la trapecista que nos tenía alelados, con su batica corta y colorida; aquellos escotes pronunciados y atrevidos, que nunca veíamos en nuestras mujeres y que algunos vigilantes tiraba por la borda al descubrirnos y decirnos la palabra que a ningún niño de esos momentos le caía bien: "DESPARPAJEN", salíamos a la carrera antes de que de pronto le dijeran a la policía, pero al rato nos pasaba el susto y regresabamos por otro lado para tratar de descubrir los misterios que dentro de aquella lona verde existían.


Foto de Erica de la Vega.
En lo más alto de mástil central, se colocaba el infantable parlante, que entre disco y disco iba apareciendo una voz amena que invitaba a toda la ciudadanía a que se hiciera presente en las funciones de vespertina y noche y, los sábados y domingos, _que era cuando nos dejaban ir_, presentaban, matiné, vespertina y noche, muchos de esos festivos nos triplicábamos, es decir, asistíamos a las tres funciones y gozábamos de lo lindo montados sobre aquellas tablas impuras que nos "mordían" las piernas o que alguna astilla se nos introdujera en las manos, pero eso que podía importar, si estábamos completamente radiantes. De aquel alto parlante salían empujadas por el viento las más hermosas notas, cómo las sentimentales de un bolero de Nestor Chaires o de un ritmo bailable cómo aquel que decía: "El vaquero va cantando su tonada y la tarde va muriéndose en el río". En las casas y en la escuela nos pasábamos haciendo planes para no perdernos ni una sola de las funciones y más, cuando decían qué estaban próximos a terminar la estadía, ofreciendo entradas de "gancho", amenazando con irse, se demoraban un largo tiempo sin que se ruborizaran de tanto mentir.

Foto María Ovejero.
Pero cualquier día que corríamos a mirar...ya no quedaba más que el rastro vacío revuelto con cajetillas desocupadas de cigarrillos "Pielroja", cajas de fósforos el "Rey", bolsas de "recortes", una sombra redonda en la grama, unos huecos en circunferencia y un pedazo de nuestro corazón, pues se habían llevado con ellos la alegría de todo un pueblo, el que regresaba a su tranquilidad habitual a las filas en la taquilla del teatro Gloria, para asistir a una película de David Silva y María Antonieta Pons en dónde se cometían unos atracos de "raca mandaca", que terminaban en un elegante bar, con bailes de danzonetes y beso prolongado.

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