Foto: de Internet.
"Cada persona es del tamaño de aquello que se atreve a hacer".
"Cada persona es del tamaño de aquello que se atreve a hacer".
Ya los padres habían regresado con las libretas de calificaciones. Unos niños se encontraban felices, claro pasaron al curso siguiente, pero estaban otros que derramaban lágrimas, quedaron reprobados. Aquel acontecimiento concordaba con el mes de las luces, la alegría, duces y el traído del Niño Dios. Era diciembre.
El sistema climático no había llegado a la descompensación. El mes doce estaba siempre abrazado por frescas mañanas que el aire llegado del norte le proporcionaba. El cielo azulado de nubes, le extendía la mano al sol, que desde el horizonte hacía su entrada triunfal que, mirando hacia abajo, observaba la alegría que su presencia efectuaba en los niños. Las noches no eran diferentes en belleza atmosférica; se cambiaba el astro rey por la coqueta y pálida luna; el azul del día, por el manto oscuro de la noche engalanada de luceros. La refrescante brisa seguía llegando desde el norte y se hacía cómplice de los juegos: esconde la correa, botellón, pelota envenenada, "chucha" o de las primeras miradas furtivas de amores platónicos; todas las actividades eran con el beneplácito de los padres, por ser el mes de los párvulos.
Foto: AMV.
Esas noches acariciadoras estaban hechas para correr por el tapete verde del césped cruzando alambrados, trepando pequeñas colinas, atravesando quebradas o subiendo a techos de casas para atrapar el globo que ya sin fuerzas y con la "mecha" apagada, se entregaba aún caliente a las manos tiernas del niño apaciblemente. Se le sacaba el humo que todavía le quedaba por entre la candileja, se planchaba en cuatro, ya acomodado debajo del brazo y después de haber gritado la chiquillería la exclamación del triunfo cómo quien acaba de ganar una batalla, iban a una de las casas para construir la nueva mecha, soplar con una tapa de olla para inflarlo, ponerle tarjetas de navidad para quien lo agarrara próximamente, encenderla, esperar que tomara fuerza y...al cielo limpio para juntarse con el titilar de las estrellas.