MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 29 de junio de 2011

LOS GLOBOS, ERAN NAVIDAD.



Foto: de Internet.
"Cada persona es del tamaño de aquello que se atreve a hacer".


Ya los padres habían regresado con las libretas de calificaciones. Unos niños se encontraban felices, claro pasaron al curso siguiente, pero estaban otros que derramaban lágrimas, quedaron reprobados. Aquel acontecimiento concordaba con el mes de las luces, la alegría, duces y el traído del Niño Dios. Era diciembre.

El sistema climático no había llegado a la descompensación. El mes doce estaba siempre abrazado por frescas mañanas que el aire llegado del norte le proporcionaba. El cielo azulado de nubes, le extendía la mano al sol, que desde el horizonte hacía su entrada triunfal que, mirando hacia abajo, observaba la alegría que su presencia efectuaba en los niños. Las noches no eran diferentes en belleza atmosférica; se cambiaba el astro rey por la coqueta y pálida luna; el azul del día, por el manto oscuro de la noche engalanada de luceros. La refrescante brisa seguía llegando desde el norte y se hacía cómplice de los juegos: esconde la correa, botellón, pelota envenenada, "chucha" o de las primeras miradas furtivas de amores platónicos; todas las actividades eran con el beneplácito de los padres, por ser el mes de los párvulos.


Foto: AMV.
Esas noches acariciadoras estaban hechas para correr por el tapete verde del césped cruzando alambrados, trepando pequeñas colinas, atravesando quebradas o subiendo a techos de casas para atrapar el globo que ya sin fuerzas y con la "mecha" apagada, se entregaba aún caliente a las manos tiernas del niño apaciblemente. Se le sacaba el humo que todavía le quedaba por entre la candileja, se planchaba en cuatro, ya acomodado debajo del brazo y después de haber gritado la chiquillería la exclamación del triunfo cómo quien acaba de ganar una batalla, iban a una de las casas para construir la nueva mecha, soplar con una tapa de olla para inflarlo, ponerle tarjetas de navidad para quien lo agarrara próximamente, encenderla, esperar que tomara fuerza y...al cielo limpio para juntarse con el titilar de las estrellas.

miércoles, 22 de junio de 2011

LA DEMOLICIÓN DEL AYER.



Foto: AMV.
Con el correr de los años cómo una maldición, lo que ayer era maravilloso hoy es estorbo. Seres que lucharon con tesón por un porvenir digno, honesto y venturoso, los vemos hoy recluidos en asilos porque para sus familiares se convirtieron por los implacables años en personajes incomprendidos y obsoletos. No quieren saber más de ellos porque afean con su presencia el contorno; su música es pasada de moda; las creencias mandadas a recoger; los gustos estrafalarios. Sí tose, no deja dormir. Por eso y por mucho más, se da el primer paso de enviarlo a la última habitación, pero piensan a una qué eso no mejora nada, es cuando lo confinan a una casa de ancianos esperando que otros se hagan cargo de ellos, de ellos que les dieron la vida y lo que son. Mundo hipócrita y traidor.

Un mueble antiguo tiene más valor qué un ser humano. A aquel lo retocan y es mostrado con orgullo ante sus visitantes, exagerando la procedencia llegando a decir que perteneció a un Duque o un Barón qué era un pariente lejano, mientras el padre o el abuelo cercano, llora de soledad, amargura e ingratitud en un tétrico ancianato.


Foto: AMV.
Las ciudades no están lejos de parecerse al acontecer de los "hogares". Esas casas antiguas llenas de espacios por donde se entraba el aire a borbollones, el sol caminaba por los rincones libremente depositando resplandor en los jardines para darle vida la las flores y a las almas, se van tirando al suelo por despiadados "constructores" que olvidan el confort de la vida y lo cambian por el dinero que producen las celdas que ellos llaman casas. Los patriarcas que formaron historia y yacen en sus tumbas, lloran desconsoladamente de ver la idiotez de una generación sin pasado y sin alma.

miércoles, 15 de junio de 2011

¿POR QUÉ DESAPARECIERON?



foto: José Pedro Gutierrez.
Las épocas indefectiblemente traen sus cambios, nada se queda estancado, de no ser así, de seguro que la monotonía, daría al traste con las alternativas de las nuevas generaciones. Pero existen algunas cosas del ayer que deberían no desaparecer del contorno para que el avance no se vuelva traumático, desolador y anárquico.

Cortesía, comedimiento, atención y buen modo, es urbanidad. Los niños de antes, sin importar el extracto social o económico eran adiestrados casi desde la cuna en el respeto por los semejantes, llámense ancianos, señoras en embarazo, padres, maestros y autoridad. Se les inculcaba normas de comportamiento ante la sociedad y aquello tan bello de amar la naturaleza. Ese proceder era innato en el hogar campesino o en las encumbradas mansiones de la ciudad.


Foto: AMV.
¿Por qué dejar desaparecer la unidad familiar? Es allí donde se construye la fortaleza de toda una vida. Era bello ver alrededor de la mesa de comedor en horas de comida todos los integrantes esperando que el padre cabeza visible, se sentara primero para dar inicio a la ingestión de los alimentos y entre cucharada escuchar historias de los mayores contadas con agrado y orgullo; se daba gracias a Dios por el alimento, se esperaba que el padre se levantara para los demás hacerlo.

Al amanecer, cada uno se daba los buenos días; si se llegaba a una casa ajena se golpeaba tres veces la puerta; se le brindaba la mano a los ancianos para ayudarlos a cruzar una calle y, se daban las gracias por un favor recibido. Se respetaba el dolor de los demás como propio. Sí. Todo cambia. Pero no es malo recordar...

miércoles, 8 de junio de 2011

ATRAVESAR LA MONTAÑA.



Foto: AMV.
"Sólo quien puede ver lo invisible puede hacer lo imposible" Frank Gaines.

Sentados en una banca del parque los cinco amigos viendo la majestad de la montañas que guardaban la tranquilidad del poblado, se propusieron escalarla y llegar hasta el pueblo que estaba al otro lado. La juventud que los acompañaba, esos fogosos músculos, la intrepidez, las ansias de conocer les dijeron qué eran capaces. Todo se planeo y llegó el día. La meta era ir hasta San Pedro de los Milagros, solo lo conocían por noticias en la radio o por el periódico que a diario vendía en su tienda don Moisés.

Echaron mano a los morrales que las madres les habían llenado de comestibles, unos hechos y otros para hacer en la jornada. Bendiciones y el consabido ¡Cuídense mucho!

El día quería viajar con ellos. Estaba azul, el sol se desarrugaba después de haber dormido el día anterior y empezaron a trepar por la falda de la montaña. La felicidad los llevaba de la mano. Cantos, chistes les mitigaba el cansancio. Sin darse cuenta la tarde se les vino encima, el astro rey se iba escondiendo detrás de las nubes para empiyamarse antes de entregarse en brazos de Morfeo. En el transcurso del camino se habían engullido los alimentos preparados y algunas frutas, tocaba entonces preparar la comida. Junto a un riachuelo se apostaron. Unos preparaban las carnes, otros, las verduras, juntos arreglaron el fogón con tres piedras y con ramas secas prendieron fuego, se inició la cocción. Muy entrada la noche estaban devorando el alimento. Durmieron poco por el frío que arriba en la cima hacía.


Foto: AMV.
Pasaron una montaña, abajo se apreciaban casas humildes de campesinos honestos y buenos que les dieron de beber, pero no se divisaba el pueblo. Pasaron otra y sucedía lo mismo, estaban descorazonados y las viandas eran pocas ¿Qué hacer? De improviso salió de la espesura un hombre a caballo con su sombrero alón, ruana, carriel y peinilla, que les preguntó: ¿Para donde van? A una le respondieron: ¡A San Pedro! ¿nos falta mucho para llegar? Muchachos, pasan ese morro y de allí se ve la cúpula de la iglesia, son dos horas a pie y, así fue. Cuando llegaron estaba entrando la noche, no tenían donde dormir y la policía no les permitió hacerlo en las bancas del parque, alguien les insinuó hablar con el párroco para que los acomodara en la casa campesina. Durmieron a pierna suelta a pesar de las heridas causadas por el viaje que se pudo hacer cuando en los campos no había violencia.

miércoles, 1 de junio de 2011

LA DESIGUALDAD.



Foto: AMV.
¿Qué nos ha pasado? Se dice desde tiempos remotos " que todo tiempo pasado fue mejor", muchos aceptan con alegría la exclamación; otros, se ríen manifestando que son obsoletos soñadores los que de esta manera piensan y hay algunos que les importa un carajo si fue bueno el ayer comparado con el hoy.

Había comenzado las vacaciones escolares. La mañana que apenas iniciaba estaba llena de frescura, el cielo parecía un inmenso tapete azul. El aire era fresco y no hacía llorar los ojos, no se sentían malos olores. Las puertas de las casas vecinas estaban abiertas de par en par para que por allí entrara todo aquel que lo necesitara. La quebrada de aguas claras se despeñaba desde las verdes montañas por entre cañadulzales, piñuelas, moras, árboles de guayabas, pinos y sauces. Los niños jugaban empleando la imaginación con cometas, trompos, perinolas, carritos de madera y lata, todos corrían detrás de la pelota de caucho; se trepaban a los árboles en procura de naranjas, mangos y mandarinas antes de que cayeran al suelo para pudrirse. Existían mangas por doquier que los invitaban al juego de botellón, "mataculín", pelota envenenada y a apuestas de carrera al que llegara primero a determinado lugar, pero en llegando la voz de los padres hacía que todo acabara y regresaran a casa, todos a una emprendían veloz carrera a cumplir con el mandato.


Foto: AMV.
No se veía por las calles niños tirados en el suelo llenos de frustración, sólo se veían caras felices esperando con anhelo el amanecer de un nuevo día. La "droga" que los motivaba a derrochar energía e irradiar felicidad, estaba en que vivían en hogares llenos de amor y respeto, que ellos aprendía para depositar en el mañana. Eran auténticos de conciencia, de retos, de amor. Soñadores, respetuosos y felices. En una palabra: ¡Eran niños! Niños del ayer. ¿Será qué hoy se puede decir lo mismo?