MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

PRINCIPIO TIENEN LAS COSAS...



Foto: Luis Fernando Mejía."No hay más muertos que los llevados dentro por los vivos" (Pío Baroja)

Se llegaba de la escuela al colegio San Luis, aún con el olor a santidad, pues éramos niños instruídos en el temor de Dios por los anteriores maestros, que nos advertían en el aula, el pecado de la lujuria. Al entrar al Alma Mater de Copacabana y encontrar que en los grupos superiores, se hallaban estudiantes casi hombres, nos inspiró angustia. Muchos poseían bigotes iguales a los de Bienvenido Granda; voz enronquecida y metro con ochenta de estatura y, algo más. En el patio de recreo junto al palo de mango, donde fumaban cigarrillo a escondidas, se reunían a contar aventuras de pasados encuentros carnales con alguien qué ellos llamaban "la vieja". A nosotros los recién llegados, se nos creo la curiosidad de conocer a la damisela que les había quitado la inocencia.


Foto: Alex Pérez.Siempre qué contaban sus historias amorosas, entraban en carcajadas al decir qué cambiaban el placer, por medio litro de leche, pues nuestra cortesana, era mujer de escasos recursos ecónomicos y con abundante prole, y...llegó la noche en que uno de nuestros condiscípulos avezado en la aventura, fue llevando al grupo primíparo por callejuelas iluminadas por la luna llena hasta el frente de la humilde casa. Tres golpes en la puerta desvencijada; una "señora" de más de cincuenta años, sale; Pálida, patizamba, que con voz desabrida, dijo: "de a uno, mis niños". Se escucha un tropel de hombres que corrían. ¡Es la autoridad! El grupo se desintegró en menos que se persigna un cura ñato; sólo quedó por el lugar, una mancha blanca dejada por la leche derramada.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

RADIO COPACABANA.





Montaje: ALMEVÉ.
Fracaso: no significa que hemos perdido nuestra vida: significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.



Por la época de la década de 1950 al 60 a dos visionarios se les metió llevar las ondas radioelétricas al Sitio de la Tasajera (antiguo nombre de Copacabana). General Tobón y Alberto Giraldo, hombres cívicos y con visión al futuro, iniciaron la ardua lucha por conectar a sus habitantes con una emisora propia que llevara cultura, entretenimiento y crear conciencia de amor al terruño. Nació Radio Copacabana en los 1560 kilociclos del dial. General, era antiguo radio aficionado y tenía conocimientos en la creación de equipos, los mismos que sirvieron para dar inicio a la primera transmisión y Alberto, apasionado por la cultura, el civismo y las buenas costumbres en su tierra natal. Era poco el alcance que en principio tenía; pero con el correr del tiempo, todo iba mejorando y los parroquianos empezaron a tomarle cariño a la insipiente emisora. ¿Qué necesitaba para mejorar? A alguien qué escribiera libretos, hiciera montajes, le diera organización. Apareció Miguel Cuenca. Los tres se entregaron con dedicación y amor a la primípara que ya se escuchaba en muchos hogares llevados por la música antigua y el Rosario, transmitido desde el templo de Nuestra Señora de la Asunción la patrona.




Montaje: almevé
Algunos jóvenes los fue tentando la curiosidad y se hicieron partícipes en el elenco de planta. Llevaron otro tipo de música, aportaron temas de envergadura y su vocalización y estilo eran diferentes. Las cosas fueron cambiando y la audiencia lo mismo.

Un día Miguel, incorporó un grupo de personas de ambos sexos y nació el grupo de teatro. Por las hertzianas se escuchaban cuentos de Tomás Carrasquilla adaptados para la radio por Miguel Ángel o de otros cuentistas costumbristas antioqueños, lo que creó en las gentes admiración y respeto, a la vez que unía a las familias en torno al receptor de tubos; sentados en la comodidad de la sala con muebles Luis XV, con plato de fríjoles en una mano y en la otra ya casi llegando a la boca, un chicharrón de varias patas.










miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL VIEJO CABALLO.



Foto: Monografía de Copacabana.
"Fracaso no significa que somos inferiores: significa que no somos perfectos.

Siempre que iban al cine al Teatro Gloria, lo hacían juntos los buenos amigos. Cualquier noche vieron estacionado a un viejo caballo de color barro de ese mismo que él pisaba días enteros en el tejar de los Zapatas para ganarse manojo de hierba y porción de melaza. Cuando sus dueños empezaban la quema de ladrillo y teja, lo soltaban, para que la libertad la disfrutara a sus anchas. Era humilde, lo que lo hacía un ser pasivo y de ningún peligro para la monta. Eso lo comprendieron y enjaezaron con la correa de uno de ellos al animal y de un solo brinco se montaron en el lomo pelao. Quieto se quedó Pinto (así lo bautizaron recordando el caballo de Zorro, compañero de aventuras del Enmascarado de Plata). Aquella noche llegaron montados en la dócil cabalgadura hasta sus hogares. Ésta escena se repitió por mucho tiempo.


Foto: Monografía de Copacabana.
Aquella noche, sólo había ido al teatro y camino a su casa notó la presencia de pinto a la vera del camino. Se aflojó la correa y la puso como de costumbre en el cuello; brincó y se acomodó en el lomo. El caballo no salió al trote igual que siempre; emprendió veloz carrera por la carretera. Asustado y lleno de pánico, se le colgó del pescuezo e hizo que detuviera la marcha un poco, logrando tirarse a la orilla mientras el jamelgo, corría y se perdía en las tinieblas llevándose su correa engarzada en el cuello. Sentado sobre una piedra y aún tiritando de miedo, se dio cuenta que se había equivocado de cabalgadura.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

UN MAESTRO DE VERDAD.






Foto: Monografía de Copacabana.
Fracaso, no significa que no hemos logrado nada; significa que hemos aprendido algo.


¿Cómo hace uno para no amar aquello qué lo marcó para siempre?



En la paz conventual del pueblo sobresalía la algarabía de los niños al entrar y salir de la majestuosa escuela Urbana de Niños. Un lugar amable, amplio y acogedor, en la que se aprendieron las primeras letras y se socializó. Aulas anchas de techos elevados, puertas y ventanas que sobre pasaban la imaginación para dejarla volar. Corredores engalanados de verdes matas con policromía y colgantes helechos.




Foto: Monografía de Copacabana.
Al lado sur occidental, estaba siempre el año cuarto, del que siempre fue su maestro don Jesús Tapias. Un hombre exquisito en el vestir, el hablar, en su corrección y dedicación en la bella profesión de formar hombres para el futuro. Al tocar la campana para hacer la fila, cada grupo iba entrando al salón en completo orden. El mayor recuerdo de aquel institutor, queda plasmado en sus frases. Cuando llamaba a sus educandos para que le dieran la tarea y ninguno la sabía, él, subiéndose con los codos la pretina de la correa, decía: "Ésta molienda, es con yeguas amarillas". O, aquella, cuando explicaba una materia y preguntaba: "¿Todos entendieron? Miraba por debajo de los limpios cristales de las gafas y al vernos todos sentados haciendo movimientos de aceptación con la cabeza, exclamaba: "Sepulcros blanqueados". Pero la que nos ponía el corazón arrugado, era aquella sentencia que nos enrostraba, cuando se iba terminando el año y veía que eramos muchos los qué no marchábamos bien. Pasaba la mirada por los pupitres, la detenía un poco en el rostro de quienes sabía qué andaban mal y con la tiza en una mano y en la otra el borrador del tablero, la lanzaba con cierta sorna: "El día de la quema, se verá el humo"; nos daba la espalda para continuar escribiendo en el amplio y negro tablero la tarea para el día siguiente...



























miércoles, 2 de noviembre de 2011

PEPE...




Foto: AMV.
"Condecoración: una medallita que le cuelgan a uno para cambiarlo de puesto. (Alfonso Giraldo).




Las aves trinaban por entre las arboledas. La cordillera se veía azul desde la distancia. El agua de la quebrada bajaba desde la cima dándose golpes entre las piedras formando charcos para el deleite de los niños y desde los guayabales caían a su cauce frutos maduros que eran empujados por la corriente hasta el río. Desde el campanario se escuchaba el repique sonoro invitando a la feligresía a los oficios religiosos; damas vestidas de negro con su pañolón cubriendo la cabeza; hombres ataviados con sus mejores prendas y jóvenes respetuosos colmaban las naves del templo.





Foto: AMV.
Don "Rafa", el tendero, le dijo al mayor de los hijos: "Cuídalo porqué aún está pequeño, no ha sido destetado". Salieron rumbo al hogar con quien haría parte desde ahora de la familia. Sí. A ellos les habían enseñado desde pequeños, que se tenía que respetar la naturaleza y que los animales eran seres que merecían amor y respeto. El gatito crecía vertiginosamente y pronto se convirtió en la admiración de vecinos y transeúntes que pasaban ocasionalmente por frente a la ventana, en donde él, placidamente dormía. No era un ángel. De vez en cuando, se le escuchaba por las noches el maullido característico de un macho en celo y el chillido después de la consumación del acto sobre el tejado. Pepe, un día desapareció. El niño de la casa, lloraba y buscaba. Otro día sin su gato, el que lo enredaba con su cola para decirle que ahí estaba para que le diera una migaja de su comida. Se amaban. Por la parte de atrás en un lote vacío percibió un montículo de piedras. Aquello lo extrañó. Fue retirando una por una. Sí, ahí estaba su hermoso animal con la cabeza destrozada por los perdigones que un grupo de desadaptados había utilizado cómo tiro al blanco. El llanto se hizo inconsolable, mientras balbuceaba palabras de odio.