Foto: Monografía de Copacabana.
Cuando en la iglesia principal se llevaba a cabo algún oficio especial, muchos actos se realizaban en la capilla de San Francisco. Era anterior en la construcción a la de Nuestra Señora de la Asunción; por lo tanto, un monumento vivo de la historia del pueblo, que debía haberse conservado.
Hermosa en su sencillez. Piso en ladrillo cocido. Imágenes seguramente realizadas por manos de artesanos. El presbiterio, hecho en madera, alejado de pompas, cerca del púlpito, por donde pasaron sacerdotes elocuentes, que pusieron a temblar a uno que otro desperdigado y hasta alguna 'dama' de tres en conducta.
El Vía Crucis, hecho en talla de alto relieve y pintado, hacía que la pasión de Cristo plasmadas, conmoviera a las ancianas de pañolón negro, que tapaban la cabeza en señal de respeto; mientras en sus manos, pasaban las cuentas del rosario. Algo similar se constituía en las mujeres jóvenes, al hacer el recorrido; pulcramente vestidas y cubiertas el cabello con una cachirula. Todo era devoción.
La capilla, permanecía mucho tiempo serrada; se llenaba de encanto y de luces en tiempo de Semana Santa. Siempre fue el lugar en que Cristo bajado de la cruz, reposaba en hermosa urna de cristal, para que la feligresía lo visitara, besara los pies y pasara suavemente el pañuelo, para que quedara impregnado del fragante perfume, que le habían esparcido, en el maltratado cuerpo. Todo el tiempo que permanecía allí, estaba llena, con el fervor de un pueblo que le hacía compañía.
Foto: Monografía de Copacabana. La banda de música.
¿Dónde fue a parar todo aquello? ¿Qué le pasó a la capilla? ¿Por qué la dejaron morir? ¿Quién usufructó de su muerte? ¿Quién remató de un solo golpe el pasado, sin importarle la historia? ¡Ese crimen, les atormentará por siempre en la conciencia! Si es que la tienen.
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