MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 18 de julio de 2012

NO HAY HOY SIN AYER.

Garabato para colgar carne.


La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar. (Thomas Chalmer)





Uno cuando pasa de los años de pubertad, entra lentamente a la vida de adultez, siguiendo inexorablemente, a los que, los cabellos se vuelven canos, la tez deja la lozanía arrugándose, en algunos casos, parecieran cortadas en el rostro; la memoria cada día va desapareciendo; la conversación antes amena, es una repetidora que ahuyenta a quienes son los interlocutores, hasta llegar, si Dios lo quiere, a aquella, que es cómo un regreso a los días de bebé. A esa, se le teme, al igual que una peste. ¡La decrepitud! Todas las épocas son naturales, pero hay quienes las aceleran para ganar de lástima. Se ha visto a personas que a los 50 años empiezan a agachar la cabeza, se van encorvando, buscan que un carpintero les construya bordón; arrastran los pies, se hacen repetir palabras mostrando ser sordos; dicen no ver bien; pero todo es un ardid para catapultarse y conseguir todo lo que quieren sin hacer el menor movimiento. Se vuelven rémoras aferradas a todo y a todos. Oyen y ven y lo usan en el mejor momento; así, manipulan a familiares o a todo aquel que caiga en sus garras. No les importa lo que pueda suceder al alrededor; son Hipócritas, falsos y mentirosos.




Ventana Antigua.

Ser viejos es algo hermoso. Se han tomado del transcurrir de tiempo experiencias maravillosas, que son cómo psicología callejera para usar en quienes son la prolongación o ante la juventud que desee llegar al regazo de los años. La vida tiene sus bemoles, pero éstos, al pasarlos con altura, son los que nos hacen fuertes para enfrentar los caminos que aún puedan faltar y depositados con cariños a los que se acercan, forman disciplina y una personalidad altruista en quienes apenas comienzan. No te hagas anciano, es mejor serlo con amor, para no convertirse en una piltrafa. Cuando llega la ancianidad, se debe ser sonriente para granjearse el cariño de quienes comparten el entorno. Recordar del ayer lo hermoso y olvidar los malos ratos para no ser un amargado; aceptar los cambios del presente cuando ellos sean por el bienestar de la comunidad. No existe un pasado sin tacha, ni un hoy irreverente. Si se quiere ser amado, ama; de esa manera no se sentirá la carga de los años.







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