Antigua presentación de cigarrillos Pielroja.
"La mitad del mundo tiene algo que decir, pero no puede; la otra mitad no tiene nada que decir, pero no calla. (Rober Lee Frost).
Cuando el almanaque, que estaba colgado en la pared, mostraba el año 1940, se vivía la época en qué se nacía con obligaciones. Los padres excepto algunos, tenían la dicha de ser profesionales en algún ramo; el resto, eran hechos para formar hogares. Tenían éstos últimos, gravadas en la mente la crianza que les habían forjado los mayores. Lo mismo daban a sus hijos, con especial cuidado, amor. Seguía la formación con el respeto a todo lo que los rodeaba: los ancianos, los animales, mujeres en embarazo, el maestro. Se les enseñaba a ser colaboradores en las actividades del hogar. Pero el énfasis primordial, estaba en amar a Dios. Los niños serán siempre los mismos. Rebeldes, ansiosos de conocer, inquietos, buscadores irreverentes de libertad; la fogosidad, era canalizada por la voz fuerte del padre, endulzada por las caricias de la madre; ambos sabían que estaban formando el futuro del hijo y la paz de la sociedad.
Antigua plancha.
Seguían cayendo hojas del almanaque, mientras tanto, la criatura se iba formando en un ser responsable; atizado mentalmente por las obligaciones enseñadas en los primeros pasos; a él, le llegaban los derechos a medida que transcurría el tiempo y sabía hasta dónde estaban sus límites, que principiaban donde terminaban los de los demás; a la inversa, cuando todo es derechos, es el caos; ya no es libertad, sino libertinaje. Cuando las cosas marchaban en aquella forma, no se veían frustrados tirados en las calles, ni habían hecho la aparición centenares de sitios de rehabilitación. Se dice hoy en día, que los niños se salieron de las manos, que son inmanejables; ¿No será más bien, qué los que no dan la medida, son los padres? No dan ejemplo, son permisivos, jamás les dan normas; usan el hogar sólo para dormir. Para todo ello, habrá culpables que el tiempo irá señalando; mientras tanto, recojamos lo que ha sembrado la estupidez de tantos derechos.
Don Alberto... muy buena tarde... Pasando en vacaciones a visitarlo por su blog, no crea que me he olvidado de usted, simplemente falta de tiempo. Muy cierto su escrito como siempre... Creo que somos los padres los que normalmente ya no damos el ancho! :S pero bueno, yo sigo haciendo mi granito de arena, para construir un buen futuro en mi hija. Un abrazo fuerte desde México.
ResponderEliminarSi usted viera que alegría tan grande, al verla por éstos lados. Me alegra saber que está bien y le guste el artículo. Sé de su inmensa sensibilidad sobre los cambios de la sociedad, de ahí, el porqué, de mi admiración.
EliminarAbrazos desde Colombia para usted, su hermosa niña y el resto de familia.